Trump factor electoral internacional

Donald Trump ha irrumpido en el mundo de los tratados comerciales del planeta entero. Convencido de que el sistema de comercio internacional era injusto con Estados Unidos, en menos de 10 meses ha destruido el tablero y lo está sustituyendo por otro. Ya veremos en qué termina esta ola global de tarifas, el impacto que tendrá en las distintas economías, en los flujos de inversión, en los mercados y la inflación.

Trump también ha afectado de manera muy negativa la agenda de la transición energética y la necesidad de acelerar la disminución de emisiones de CO2. Ante la crisis climática que se vive en el planeta, Trump no tiene ningún empacho en afirmar que es una tomadura de pelo, que la agenda verde es innecesaria, y que es falso que las energías renovables sean mejores que las fósiles. Sus críticas feroces a la energía eólica, solar o al hidrógeno han significado un grave retroceso en los objetivos internacionales para disminuir el calentamiento global. La COP 30 en Brasil comienza el 10 de noviembre, en un entorno muy complejo, ante el peso político que Trump representa.

No solo en temas comerciales o de sustentabilidad, se ve el efecto de las políticas de Trump. En la última Asamblea de Naciones Unidas habló de las nueve guerras que él ha resuelto en estos meses, sin que nadie le ayude, y en particular sin que la ONU tenga el menor papel. Casi diciendo que “más ayuda el que no estorba”. Por ahora, aunque demasiado tarde y con un costo humanitario sin precedentes, el cese al fuego en Gaza ha sido su mayor logro. En la invasión de Rusia a Ucrania hemos visto cómo ha cambiado de discurso y estrategia, aún sin poder avanzar en un cese al fuego, y sin una postura clara con respecto a los territorios invadidos.

Otra externalidad negativa de todo lo anterior, es el peso político que Trump significa en la dinámica doméstica de los países, y las implicaciones electorales que esto ha tenido.

El primer ejemplo fue en la elección de Canadá; la renuncia de Trudeau, y la victoria de Carney, se dieron en un contexto en que Trump reiteradamente afirmaba que Canadá sería el estado 51 de los Estados Unidos. Este insulto y falta de respeto a la soberanía canadiense hizo que el partido Liberal, que iba 25 puntos atrás en las encuestas, remontó la elección y Mark Carney fue electo primer ministro.

Más recientemente en Argentina, la figura y la ayuda de Trump a Milei fue un factor determinante para que, en las elecciones, su partido, La Libertad Avanza, obtuviera una abrumadora mayoría en el Congreso. Milei ha hecho de su cercanía con Trump una de sus principales armas políticas para continuar impulsando su agenda económica y social.

El próximo 16 de noviembre habrá elecciones en Chile, en una campaña en la que el peso de Trump también ha sido un factor importante, y en un país donde la sociedad que llevó al joven Gabriel Boric a la presidencia, hoy se siente desencantada con el gobierno. Además, en 2026 también habrá elecciones en Colombia (mayo) y Brasil (octubre), que serán contiendas donde la relación con Trump será un factor primordial del debate.

Más aún con una figura política sin filtros para opinar e intervenir en la política interna de otros países. Trump ha sido explícito en sus ataques al sistema judicial brasileño por el proceso “injusto” contra Bolsonaro, hoy pagando una sentencia por intento de golpe de estado y otros delitos.

Asimismo, ha atacado y ahora impuesto sanciones económicas a Gustavo Petro. En días pasados el secretario del Tesoro, Scott Bessent, afirmó que en el mandato de Petro la producción de cocaína en Colombia ha alcanzado cifras históricas. Ese será el tono de la contienda rumbo a la elección de mayo.

Más que ningún otro presidente de EU, Trump y su gobierno serán un factor de peso en el desenlace electoral de la región.

Cortesía de El Economista



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