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Entre 2019 y 2021, Elliott Abrams fue una de las caras más visibles del primer intento de Donald Trump de sacar a Nicolás Maduro del poder en Venezuela.
Pocos días después de reconocer al dirigente opositor Juan Guaidó como presidente interino del país, Trump designó a Abrams como su enviado especial a Venezuela.
Diplomático curtido bajo diferentes presidentes —ocupó cargos con Ronald Reagan, George Bush hijo y Trump—, Abrams asumió el encargo de contribuir a la campaña para la caída del gobierno chavista de Venezuela, que finalmente no se produjo.
Estados Unidos y sus aliados reconocieron a Guaidó y exigieron la renuncia de Maduro, al que acusaban de fraude electoral y violaciones de los derechos humanos, y el entonces asesor de Seguridad Nacional, John Bolton, insinuaba la posibilidad de una intervención militar estadounidense en Venezuela.
Ahora que Trump parece volver a la carga contra Maduro, con una nueva campaña de presión que esta vez incluye ataques contra embarcaciones supuestamente cargadas de droga y un despliegue militar masivo cerca de Venezuela, Abrams conversó con BBC Mundo sobre las intenciones y la estrategia del presidente estadounidense. Y hasta dónde puede llegar.

¿Qué impresión sacó de sus contactos con el gobierno venezolano durante su época como enviado especial del presidente Trump?
Casi no tuvimos contacto con el gobierno venezolano, salvo por motivos consulares mientras tuvimos una embajada allí.
Yo tuve una reunión con el ministro de Exteriores venezolano hacia febrero o marzo de 2019 en la ONU. Hablamos del restablecimiento de la democracia. Dijimos que Estados Unidos ya no veía a Maduro como un gobernante legítimo y que las sanciones solo iban a empeorar, así que lo instamos a que les dijera a Maduro y a otros en el gobierno que llegaran a algún tipo de acuerdo con Estados Unidos y las otras democracias opuestas al régimen.
¿Qué dijo él?
Que no, no hubo ningún acuerdo en absoluto.
Parece que ahora podríamos estar ante un nuevo intento de sacar a Nicolás Maduro del poder con una estrategia diferente. ¿Cree que Trump está más cerca de lograrlo en esta nueva presidencia?
Eso espero. Y hay un par de razones para ser un poco más optimista.
En primer lugar está la situación política en Venezuela. Ahora hay un presidente electo en Venezuela. Edmundo González ganó la elección y casi todas las democracias están de acuerdo en eso, en que ganó por un margen significativo y por eso debería ser el nuevo presidente de Venezuela.
No contábamos con eso la otra vez y creo que eso marca la diferencia. En segundo lugar, el presidente Trump está presionando más. Entonces tuvimos sanciones, pero no tuvimos la campaña de presión, con un gran poderío militar incluido, que estamos viendo hoy.
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No tenían a Edmundo González, pero si a Juan Guaidó, opositor entonces presidente de la Asamblea Nacional a quien reconocieron como presidente interino. En realidad, mucha gente está de acuerdo en que Maduro no es un gobernante legítimo, pero hace tiempo que esto parece más una cuestión de poder que de legitimidad. En su época, Estados Unidos no aplicó la fuerza necesaria para derribar a Maduro. ¿Cree que esta vez si lo harán?
Permítame decir algo primero. Según la constitución venezolana cuando la presidencia está vacante, el jefe de la Asamblea Nacional asume el cargo de presidente interino. Eso no es lo mismo que tener a alguien elegido presidente por el pueblo de Venezuela.
Edmundo González fue elegido presidente y eso es importante porque, si nos hacemos la pregunta de qué pasaría si Maduro se va, la respuesta ahora es clara: la persona elegida debe asumir el cargo.
Sobre su pregunta, le diré que el presidente Trump está aplicando más presión ahora. Esa flotilla en el Caribe no es lo suficientemente grande como para invadir Venezuela, y no creo que Trump tenga ninguna intención de hacer eso, pero es mucho más grande de lo que se necesita para dispararle a pequeñas lanchas rápidas fuera del agua.
Así que lo veo como una especie de presión sobre el régimen, y creo que el siguiente paso será probablemente algún ataque dentro de Venezuela.
Tenemos también el anuncio de posibles acciones encubiertas de la CIA cuando ese es un programa secreto… todo esto es una especie de operación psicológica cuyo propósito es decirles a las personas alrededor de Maduro, a los militares y a los civiles en el régimen: “Él tiene que irse, pero ustedes no tienen que irse; hagan algo, sálvense”.
Pero ya vimos algo de eso en su época. No vimos el uso de la fuerza letal, pero sí mucha presión sobre la cúpula venezolana, con llamadas directas a dirigentes como el ministro de Defensa, Vladimir Padrino, para que dieran la espalda a Maduro. ¿Por qué cree que la fuerza letal cambiará el resultado esta vez?
Puede que lo que Trump está haciendo no funcione, por supuesto. Pero creo que tiene más posibilidades de funcionar. En los primeros meses de 2019 el régimen estaba muy inestable. La oposición tenía contactos con Padrino y con Maikel Moreno (entonces presidente del Tribunal Supremo venezolano). En abril hubo un levantamiento fallido y luego la presión se detuvo.
Ahora la presión está comenzando de nuevo y muchos en el régimen están pensando: “si los gringos se quieren deshacer de Maduro, lo harán; ¿y qué pasa conmigo?”. Hay gente dentro del régimen que está hablando con la oposición y quiere saber dónde termina todo esto.
Se preguntan cuál será el impacto entre los militares si hay ataques dentro de Venezuela. He oído rumores de que gente dentro del régimen está pensando en ofrecer a Maduro y se habla de que la vicepresidenta Delcy Rodríguez podría asumir el poder.
No puedo confirmar esos rumores y tal vez no se vaya ahora, pero una vez se empieza a pensar de esa manera podemos estar ante un proceso que conduzca a su partida.
¿Aceptaría la oposición una Venezuela regida por Delcy Rodríguez?
No. Este es un régimen ilegítimo y el pueblo venezolano ha votado por Edmundo González. Un compromiso en el que ella se queda, pero Maduro se va; o Maduro se queda pero promete marcharse dentro de un año, sería inaceptable para la oposición venezolana y para Trump.
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¿Cuáles serán los objetivos de esos ataques dentro de Venezuela que espera?
El propósito declarado por el presidente Trump es el de una operación antinarcóticos, por lo tanto objetivos lógicos serían pistas de aterrizaje que usan las avionetas que transportan drogas, los puertos de donde salen las lanchas, laboratorios donde se fabrican drogas o una base en el oeste de Venezuela de las que sirven para conectar a las redes del narcotráfico, tal vez del ELN (Se refiere al Ejército de Liberación Nacional, grupo guerrillero colombiano cuya presencia se ha reportado en Venezuela).
Pero estamos ante una confusión, porque al mismo tiempo que se habla de una operación antidrogas, desde Washington se insinúa que se busca un cambio de régimen en Venezuela. ¿Por qué habrían de afectar los ataques contra la distribución de drogas a la estabilidad del gobierno de Maduro? ¿Por qué haría que quienes le apoyan dejen de hacerlo?
Puede que no cambie la opinión de Delcy Rodríguez y su hermano Jorge (presidente de la Asamblea Nacional chavista), Diosdado Cabello (ministro de Interior) o Padrino.
La pregunta importante es sobre el anillo que queda un poco más lejos, en los cientos y cientos de generales y coroneles que se están preguntando hasta dónde está dispuesto a llegar Trump y qué va a pasar con ellos.
Muchos se están preguntando por qué tienen que sufrir por Nicolás Maduro. Ese es el análisis dentro del gobierno de Estados Unidos. En los próximos meses veremos si es correcto.
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Asumiendo que esa política se mantenga, porque esta segunda presidencia de Trump comenzó con la visita de su enviado, Richard Grenell, a Maduro en su palacio en Caracas, lo que fue interpretado como un inusual reconocimiento de Estados Unidos. Y luego pasamos abruptamente a esta nueva postura más hostil y amenazante, con ataques cerca de Venezuela y un despliegue militar en la zona que no se había visto en años. ¿Qué le parece ese cambio tan radical en tan poco tiempo?
Yo diría que hubo una lucha dentro del gobierno entre lo que podíamos llamar la facción de Florida, que cuenta con el secretario de Estado, Marco Rubio; la jefa de gabinete de la Casa Blanca, Susie Wiles; y congresistas de ese estado; y la facción de Grenell.
Hubo altibajos y momentos en que parecía en que Grenell iba a ser clave en la política sobre Venezuela y fue a visitar a Maduro. La política no estaba clara. Las sanciones estaban en vigor, luego se redujeron, luego se volvieron a endurecer… Ahora está claro.
A Grenell le han dicho que se mantenga al margen. Rubio y el grupo de Florida están al cargo, y es difícil para el presidente Trump cambiar de opinión ahora. Podría, por supuesto, pero le supondría una gran pérdida de prestigio. Se ha comprometido mucho y la retórica ha sido muy dura.
La duplicación de la recompensa por Maduro, el anuncio de un programa de la CIA para Venezuela, y, sobre todo, el envío de militares y de bombarderos B-52… Creo que es muy difícil para el presidente ya levantarse una mañana y decir, “bueno, pensé que eso funcionaría para diciembre y no funcionó, así que al diablo con eso”.
No sería la primera vez que cambia de opinión en un asunto internacional importante y, si se produce un ataque dentro de Venezuela, hay un riesgo de escalada importante.
No lo creo.
¿Por qué no?
Hace un año o dos me preguntaba si Maduro intentaría una invasión del Esequibo (la región que Venezuela y Guyana se disputan). Pudo haber pensado que una guerra con un país extranjero alimentaría el nacionalismo y eso le ayudaría.
No va hacer eso porque no está loco. Sabe que sería el final de su régimen porque le estaría dando una excusa a Estados Unidos y tal vez a otros países para acudir a defender a Guyana y derrocarlo. ¿Qué va a hacer Maduro si hay un ataque de Estados Unidos? Realmente, no tiene ninguna capacidad para escalar.
Podría esperar a qué suceda y ver hasta dónde está dispuesto a llegar Estados Unidos. Si al final no está decidido a llegar tan lejos como sea necesario para derrocarlo, Maduro podría mantenerse en el poder. Ya lo hizo cuando usted era el enviado especial a Venezuela. Si los ataques a objetivos que Washington vincula al narcotráfico no bastan para derribar al gobierno, ¿qué vendría después?
Creo que el gobierno de Trump piensa que a medida que se avanza por este camino, en algún momento habrá un levantamiento de la población como otros que hemos visto en Venezuela. Hay cientos de militares en prisión porque el régimen pensó que eran desleales y podría haber acciones de disidencia.
Si eso no sucede, Trump se enfrenta a otra decisión: si quiere un ataque a los líderes del régimen, algo similar a lo que se hizo con Qasem Soleimani (comandante de la Guardia Revolucionaria iraní muerto en un ataque ordenado por Trump en enero de 2020). Es una decisión grave, pero es ciertamente una opción.
¿Cree que Trump iría tan lejos?
No lo sé. Pero altos dirigentes del régimen han dejado de viajar a la Isla Margarita porque allí podrían caer al alcance del Ejército estadounidense.
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Otra cuestión es la legalidad de todo esto. Mucha gente, incluso dentro de Estados Unidos, asegura que el presidente no está autorizado para ordenar matar gente sin siquiera mostrar pruebas de sus vínculos con el narcotráfico. ¿Tiene Estados Unidos derecho a ejecutar personas sin el debido proceso?
Los artículos de profesores de Derecho que he leído dicen que es una cuestión muy polémica. Creo que es necesario que presidente muestre más evidencias de quiénes están siendo golpeados por los ataques y del papel de Maduro en todo esto.
Tiene que mostrar que Maduro está al cargo del narcotráfico y así podrá decir que le está haciendo la guerra a Estados Unidos al enviar drogas ilegales y usar la fuerza militar para detener eso. Si no puede mostrar esas pruebas, entonces tiene que volver a la justicia, al FBI y la DEA (la agencia antidrogas de Estados Unidos) y no recurrir al Ejército.
Hay personas muriendo de las que solo sabemos que el gobierno de Estados Unidos los acusa de narcotráfico, lo que por cierto, sus leyes no castigan con la pena de muerte. Pero no se han mostrado pruebas en su contra…
El gobierno tiene la obligación de mostrar al Congreso y al pueblo estadounidense las pruebas de que esos son barcos del narcotráfico. Creo que lo son. No son barcos de turistas ni yates. Pero el Gobierno no debe simplemente decirlo; debe probarlo.
Al presentar esto como una operación antinarcóticos, ¿no está fabricando Estados Unidos un casus belli contra Maduro como hicieron con las armas de destrucción masiva en Irak?
Nadie duda de que hay narcotráfico desde y a través de Venezuela. Es cierto que llega más del Pacífico y que mucha coca proviene de Colombia, pero hay mucho tráfico de personas, de oro y drogas desde la parte occidental de Venezuela.
¿Hasta dónde llegará el presidente para acabar con todo esto? Lo vamos a averiguar muy pronto. No puede dejar esa flotilla ahí para siempre, así que tiene algunas decisiones que tomar antes de final de año.
Imaginemos que esta estrategia da finalmente el resultado de sacar a Nicolás Maduro del poder. ¿No podría eso incluso empeorar las cosas? Venezuela seguirá necesitando una masiva reconstrucción económica, una reconciliación…
En el plano político, todas las transiciones de la dictadura la democracia han implicado algún tipo de amnistía y creo que en Venezuela también habría una.
Si se eliminan todas las sanciones, Venezuela podría empezar a producir y vender un millón y medio de barriles de petróleo al día. Podría haber inversión de extranjera de nuevo. Entonces la situación comenzaría a cambiar.
Y si el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial ayudaran, la economía no cambiaría de la noche a la mañana, pero podría iniciar una recuperación constante.
Las diferencias se han extendido ahora a Colombia. ¿No teme que esta política tan agresiva acabe alimentando el sentimiento antiestadounidense que durante mucho tiempo ha estado presente en América Latina?
No. Nicolás Maduro tiene una reputación siniestra en toda América Latina. Todo el mundo sabe qué ese es un régimen criminal y que Edmundo González ganó esa elección. Si Estados Unidos puede ayudar a restaurar la democracia en Venezuela, será bueno para su reputación.

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Cortesía de BBC Noticias
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