Trump profundiza sus ataques contra la Universidad de Harvard

Cada vez que alguien desafía las políticas que impulsa o busca implementar, Donald Trump responde con fuerza. El presidente de Estados Unidos no escatima en confrontaciones y ese constante tire y afloje suele tener consecuencias concretas. Esta vez, el blanco de sus embestidas es la Universidad de Harvard, a la que ha acusado de ser un caldo de cultivo para sentimientos antisemitas al permitir protestas pro-palestinas. En el centro del conflicto están estudiantes que podrían perder la posibilidad de continuar su formación académica, e investigaciones científicas clave en materia de salud que ya fueron frenadas tras el congelamiento de su financiación, a pesar de su potencial impacto para el bienestar humano.

El pedido de McMahon

Entre las medidas más recientes del gobierno, el Departamento de Educación de Estados Unidos le pidió el viernes a la Universidad de Harvard que entregue un listado con información sobre donaciones recibidas desde el extranjero. “Como receptora de fondos federales, la Universidad de Harvard debe ser transparente en sus relaciones con fuentes y gobiernos extranjeros. Lamentablemente, nuestra revisión indicó que Harvard no ha sido totalmente transparente ni completa en sus divulgaciones, lo cual es inaceptable e ilegal”, declaró la Secretaria de Educación estadounidense, Linda McMahon, en un comunicado.

“Esta solicitud de registros es el primer paso de la Administración Trump para garantizar que Harvard no sea manipulada ni esté siguiendo las órdenes de entidades extranjeras, incluyendo actores hostiles a los intereses de Estados Unidos y sus estudiantes. Esperamos que Harvard respete su propio lema y sea veraz en sus presentaciones federales y relaciones con el exterior”, agregó la funcionaria.

El Gobierno estadounidense exige una lista de todos los obsequios, subvenciones y contratos extranjeros procedentes de o con fuentes extranjeras y Harvard, así como registros relacionados con estudiantes extranjeros expulsados o estudiantes extranjeros cuyas credenciales de Harvard fueron canceladas desde el 1 de enero de 2016 hasta el presente. También solicita una lista de todos los investigadores, académicos, estudiantes y profesores visitantes o temporales de Harvard que pertenecen o están afiliados a gobiernos extranjeros. La universidad tiene un plazo de 30 días para entregar toda la documentación correspondiente.

Investigación contra Harvard

En la misma línea, los republicanos del Congreso anunciaron que van a investigar a la Universidad de Harvard, a la que acusan de incumplir la ley de derechos civiles. Los legisladores pidieron en una carta dirigida a la universidad datos sobre sus prácticas de contratación, programas de diversidad y las protestas pro-palestinas en el campus del año pasado. La misiva, firmada por el presidente de la Comisión de Supervisión de la Cámara de Representantes, James Comer, y la representante por Nueva York, Elise Stefanik, llega en un momento en el que Trump busca niveles de control sin precedentes sobre la universidad más antigua del país.

Comer y Stefanik criticaron al rector de Harvard, Alan Garber, por rechazar las demandas de la Casa Blanca, que ha congelado 2.200 millones de dólares en financiación y ha amenazado con retirarle a la institución sus beneficios fiscales. “Harvard es tan incapaz o no está dispuesta a impedir la discriminación ilegal que la institución, bajo su dirección, se niega a firmar un acuerdo razonable propuesto por funcionarios federales para que Harvard vuelva a cumplir la ley”, señalaron.

Harvard es la última de una serie de universidades de alto nivel y otras instituciones en el punto de mira del gobierno de Trump. El mandatario también se ha dirigido a Brown, Cornell, Northwestern, Pennsylvania y Princeton, entre otros centros, amenazándolos con congelarles entre 175 y 1.000 millones de dólares en subvenciones, según medios estadounidenses.

Mientras que la Universidad de Columbia, en Nueva York, cedió a demandas de menor peso, Harvard aseguró en un comunicado que no “negociará su independencia o sus derechos constitucionales” ante los pedidos de prohibir las protestas estudiantiles contra la guerra en la Franja de Gaza, eliminar sus programas de diversidad, equidad e inclusión (DEI), y garantizar prácticas de contratación basadas en el mérito, entre otras medidas.

“Es un ataque a la libertad académica”

Por su parte, la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, dijo el miércoles haber solicitado, en una carta dirigida a la Universidad de Harvard, la presentación de documentos sobre lo que denominó “actividades ilegales y violentas” de estudiantes extranjeros con visas de estudiante en la universidad, antes del 30 de abril. “Si Harvard no puede demostrar que cumple plenamente con sus obligaciones de información, la universidad perderá el privilegio de admitir estudiantes internacionales”, amenazó en un comunicado.

Los estudiantes de Harvard no se han quedado callados en este contexto y muchos han apoyado la postura de la institución ante la presión del gobierno. “La decisión del rector de no obedecer a la administración de Trump es bastante valiente y la apoyo totalmente”, expresó a la CNN Zack Ramouki, quien cursa Estudios de gobierno. “Creo que es importante, como comunidad, reunirnos y enfrentar esto todos juntos. Esto es un ataque a la libertad académica y una amenaza a la democracia”, afirmó.

Sara Speller, estudiante del Doctorado en estudios musicales, dijo a la cadena televisiva que está muy preocupada de que los derechos de los estudiantes en Estados Unidos sean atacados. Leo Gardén, estudiante de Economía, agregó que todos los estudiantes están orgullosos de que Harvard defienda la integridad académica y la libertad de expresión ante las medidas Trump. “Definitivamente espero que Harvard vaya a utilizar algunos de sus atributos para apoyar la ayuda financiera continua para los estudiantes y las investigaciones médicas”, subrayó.

“Esta cancelación costará vidas”

La congelación de fondos en Harvard tuvo un impacto instantáneo en varias investigaciones en curso, las cuales fueron suspendidas. Entre los casos destacados se encuentra David Walt, profesor de la Facultad de Medicina de Harvard, a quien le llegó el martes un correo electrónico del Departamento de Salud y Servicios Humanos que le informaba la cancelación inmediata de una subvención destinada a investigar el diagnóstico temprano de la ELA —una enfermedad de las neuronas motoras que causa parálisis— y sus posibles opciones de tratamiento. “Esta cancelación costará vidas”, dijo Walt a CNN.

Sarah Fortune, profesora y directora del departamento de inmunología y enfermedades infecciosas de la Escuela de Salud Pública TH Chan de Harvard, recibió una orden de suspensión de trabajos de una investigación centrada en desentrañar cómo el sistema inmunológico combate la tuberculosis, con el objetivo de crear una mejor detección y vacunas. El retiro abrupto de la financiación del estudio pone en riesgo una prueba clave con monos que debía terminar en diciembre. “Ya estamos a mitad de camino (…) Tener que sacrificar a estos animales me resulta moralmente repugnante”, expresó Fortune, en diálogo con el diario The Washington Post.

Por su parte, a Donald E. Ingber, director fundador del Instituto Wyss de Ingeniería de Inspiración Biológica de Harvard, le ordenaron suspender dos proyectos que, en total, suman casi 20 millones de dólares. El primero está enfocado en el uso de modelos para comprender los efectos de la exposición a la radiación en la biología humana y desarrollar nuevas contramedidas médicas. El segundo busca ayudar a dilucidar el impacto de los vuelos espaciales en el cuerpo humano. “Es una locura punitiva. Solo intentan frenar la gallina de los huevos de oro de la ciencia, la tecnología y la educación en Estados Unidos”, declaró Ingber al diario estadounidense. “Va en contra de todo lo que esta administración dice sobre competitividad internacional (…) Estamos rechazando a la futura fuerza laboral. La fuga de cerebros ya ha comenzado”, remarcó.

Cortesía de Página 12



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