A diferencia de lo sucedido en 2016, Donald Trump aparece, en la previa a su regreso a Washington, muy cerca de sus hijos, que además se han vuelto personalidades públicas y convocantes en la campaña que acaba de finalizar en Estados Unidos.
Cerca de Claudia Sheinbaum esto es entendido como un punto favorable ya que Jared Kushner, yerno del próximo presidente y exasesor en su primer gobierno, luce en un rol más periférico y esto contribuye a la intención de parte del entorno de la presidenta de que Kushner sea designado embajador en Ciudad de México.
En el Gobierno creen que el yerno de Trump puede moderar sus arrebatos en lo referido a la relación bilateral y, algo fundamental, es una persona del entorno del republicano que no manifiesta animosidad hacia México.
Las últimas horas han sido complejas en ese aspecto. Marco Rubio designado como próximo secretario de Estado, Stephen Miller en los temas fronterizos y Mike Waltz como consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca. Todos perfiles de una retórica explosiva para con el Gobierno de la 4T y, especialmente, hacia la figura de Andrés Manuel López Obrador. En este escenario, Kushner sería una señal de distensión.
La primer semana desde el triunfo de Trump es compleja para Sheinbaum no solo por los nombres que orbitan de cara a la próxima administración: el triunfo arrasador de Trump lo vuelve un presidente fuerte y con pleno control de la escena política de su país, algo que Sheinbaum, en un principio, descartaba ya que el cálculo en Palacio era que Kamala Harris ganaría el voto popular y los demócratas controlarían al menos una de las dos Cámaras. De ese modo, la fricción doméstica podría reducir las intenciones más incendiarias hacia México. Pero no sucedió.
El otro punto que enciende alarmas es que, a diferencia del 2016, el entorno de Trump es, a primera vista, mucho experimentado y sistémico. Hace ocho años el expresidente estaba rodeado de figuras por ese entonces marginales como Steve Bannon, exmodelos como Hope Hicks que se encargaba de la relación con la prensa, Paul Manafort que coordinaba la campaña o Kellianne Conway, que venía de participar en programas de opinión en Fox News.
La diferencia es aún más tangible en el ámbito del poder económico: hace ocho años Trump casi no tenía avales en Wall Street, más allá de Gary Cohn, un exejecutivo de Goldman Sachs que luego sería jefe de asesores económicos. Ahora, Trump tiene en su gobierno al hombre rico del mundo.
El hecho de que el entorno actual sea más profesional cimenta otra noción compleja para Sheinbaum: que el gobierno de Trump podría funcionar mejor que en su primera administración, con todo lo que eso implica para la relación bilateral.
En las últimas horas, en ese plano solo apareció un punto de consonancia, poco registrado, casi subterráneo: la decisión de Trump de designar como secretaria de Seguridad Interior a Kristie Noem, gobernadora de Dakota del Sur y que comulga con la idea de realizar una profunda revisión sobre cómo están funcionando las agencias de seguridad, entre ellas el FBI y la DEA.
Una intención de Trump que para México es central, tal como se vio en la embestida de las últimas horas de Ken Salazar contra López Obrador. El embajador atacó al expresidente por supuestamente no haber aceptado apoyo de esas mismas agencias que ahora el magnate quiere supervisar a fondo, en el marco de su querella contra el llamado “deep state”.
Cortesía de La Política Online
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