
En la madrugada del sábado pasado Donald Trump ordenó ataques aéreos contra tres instalaciones nucleares iraníes usando bombas diseñadas para penetrar montañas y fortificaciones profundas. La acción, presentada por EU como decisiva, buscó frenar el avance nuclear de Irán. Sin embargo, imágenes satelitales no muestran daños generalizados en Fordo y fuentes citadas por The New York Times, The Jerusalem Post y Axios plantean que Irán pudo haber reubicado su uranio, abriendo un escenario de incertidumbre por el deterioro del monitoreo del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) tras los ataques. Si lo anterior se confirma, la amenaza no fue eliminada.
Según el OIEA, antes del ataque Irán contaba con 408.6 kg de uranio enriquecido al 60%. Si ese material se hubiera llevado al 90% en pocas semanas podría fabricar de dos a tres armas nucleares. Los bombardeos buscaban impedirlo.
Desde el sábado, la especulación se ha disparado: algunos expertos afirman que no habrá una guerra regional en Medio Oriente; otros aseguran que es inevitable. Se dice que este es el fin de la teocracia iraní, aunque también se afirma lo contrario. Trump, que al principio negó buscar un cambio de régimen, ahora sugiere, contradiciendo a sus propios asesores y según The New York Times, que podría instalarse un nuevo gobierno iraní. Por su parte, el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu —según Haaretz y The Jerusalem Post—respalda abiertamente ese objetivo. En medios como Foreign Policy y Politico, algunos analistas sostienen que Irán saldrá debilitado mientras otros advierten que la Guardia Revolucionaria podría responder con ciberataques o acciones indirectas.
El ataque también podría tener efectos económicos importantes. El Brent cerró en 76.96 dólares por barril el viernes pasado y analistas anticipan que, si Irán bloquea el estrecho de Ormuz, el precio podría superar los 120 dólares. En un escenario prolongado, el FMI proyecta una reducción del crecimiento global de entre 0.5% y 1%. Las cadenas logísticas podrían enfrentar nuevos retrasos, aumentos de costos y presiones inflacionarias. Aún es prematuro saber si estos efectos se consolidarán o sí prevalecerá la vía diplomática.
Para México, un aumento del precio del petróleo beneficiaría a Pemex. Sin embargo, su elevada deuda y limitada eficiencia podrían reducir ese beneficio. La inflación podría subir si aumentan los precios de la gasolina, ya que el país importa cerca del 60% del combustible. El crecimiento del PIB para 2025 ya fue revisado a entre –0.5% y 0.5%, pero ese ajuste no incluye los efectos del conflicto.
Las reacciones internacionales subrayaron preocupación. Francia y Alemania pidieron moderación; Reino Unido instó a no escalar; la ONU alertó sobre una posible catástrofe; y China y Rusia condenaron los ataques. La presidenta Claudia Sheinbaum hizo un llamado a la paz y pidió a la ONU que impulse una salida diplomática. Irán afirmó que se reserva todas las opciones de respuesta, mientras sus aliados prometieron represalias.
El bombardeo contra instalaciones iraníes podría marcar el inicio de una fase más incierta. Si Irán mantuvo su capacidad nuclear, si se cierra el estrecho de Ormuz o si prevalece una solución negociada, son escenarios aún por definirse.
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Cortesía de El Economista
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