
Si piensas en el lugar donde vives hoy: ¿cuál es el área que más usas?, ¿en cuál te sientes más cómodo? ¿Y cuál te gustaría remodelar?
Cuando empecé en el mundo de la investigación de mercados, hace más de 24 años, tuve un cliente del sector inmobiliario que vendía casas de lo que hoy llamamos “vivienda media”. Quería lanzar una campaña publicitaria para promover su desarrollo, así que realizamos un estudio de mercado. Descubrimos que, en ese momento, las familias tradicionales eran el segmento más afín al proyecto y que, dentro de esas familias, las mujeres influían más que nadie en la decisión final de compra.
Al analizar el proceso de decisión, entendimos algo fundamental: la elección del hogar se definía por dos cosas. Primero, la zona, porque la ubicación de la casa en esa época era un gran filtro, como también lo es el día de hoy. Y segundo, los espacios clave, especialmente la recámara principal y la cocina, que eran percibidos como indicadores de calidad del producto.
Con esa información, nos reunimos con la agencia de publicidad y le propusimos simplificar el mensaje. En lugar de llenar los folletos (aún no existía la publicidad digital) con medidas, fachadas y alturas, decidimos enfocarnos solo en tres ejes: zona, recámara principal y cocina. El resultado fue contundente: más atención, más visitas y mejores conversiones de venta.
Esa experiencia me enseñó algo que sigue siendo válido hoy: en marketing, menos es más. Tus clientes están saturados de mensajes, noticias, recetas y videos de mascotas. Si, para encontrarte, tienen que gastar demasiada energía, te borran del mapa. La simplicidad sigue siendo una estrategia poderosa para destacar.
Hoy, el mercado ha cambiado radicalmente. Los hogares también son estaciones de trabajo, centros de entretenimiento y espacios conectados. Con un simple comando de voz puedes encender la luz, ajustar la temperatura o preparar el café. La categoría de “hogar inteligente” o smart home se ha convertido en una industria global que, según las proyecciones, superará los 150 mil millones de dólares al cierre de este año a nivel global.
Este nuevo ecosistema abrió la puerta a empresas de tecnología, diseño, domótica y hasta entretenimiento que antes no tenían nada que ver con la vivienda. Ahora, tu casa no solo te protege: te representa. Es una extensión de tu estilo de vida y de tu identidad.
Sin embargo, el acceso a la vivienda sigue siendo un reto enorme en México. Según la Asociación Mexicana de Profesionales Inmobiliarios (AMPI), quien quiera comprar una casa nueva con crédito hipotecario debe ganar al menos 64 mil pesos mensuales, ya que el precio promedio nacional ronda los 1.8 millones de pesos, de acuerdo con la Sociedad Hipotecaria Federal.
Con la informalidad laboral y el crecimiento desigual del ingreso, el sueño de tener casa propia se aleja para muchos. Y, mientras tanto, miles de viviendas nuevas permanecen desocupadas.
En el otro extremo, el mercado del lujo vive su propio auge. El informe Luxury Outlook 2024 de Knight Frank señala que América Latina crece 7% en demanda de propiedades de ultralujo, y México ocupa el segundo lugar regional. En algunas zonas de nuestro país hay residencias que superan los 10 millones de dólares. Varios Méxicos habitando bajo un mismo techo.
Te invito a escuchar la entrevista que hice recientemente a Noé González, empresario jalisciense que, desde Los Altos de Jalisco, fabrica persianas y cortinas que compiten con las grandes marcas internacionales.
Búscala en Spotify, Apple Podcasts o YouTube como LAMARCALAB Podcast y sigamos la conversación sobre cómo tu casa se está convirtiendo en un refugio tecnológico que refleja quién eres y quién quieres ser.
Porque, en el fondo, cada espacio que habitamos también cuenta nuestra historia.
Y recuerda: si no escuchas, no vendes.
Cortesía de El Informador
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