Tu piel sabe cuándo hace fresquito: así funciona el nuevo circuito descubierto por la neurociencia

Una ráfaga de aire al abrir la ventana, el leve frescor de una camiseta recién puesta o ese escalofrío ligero al bajar la temperatura. El cuerpo reacciona de inmediato. Aunque no lo pensemos, lo que sentimos no es frío extremo ni calor, sino algo más sutil: la sensación de fresco. Durante mucho tiempo, se pensó que este tipo de percepción era solo una versión atenuada del frío, procesada por los mismos canales del sistema nervioso. Pero un reciente descubrimiento ha demostrado lo contrario: el cerebro cuenta con un circuito exclusivo para detectar lo que se siente como “fresquito”.

Un estudio publicado en Nature Communications por un equipo de neurocientíficos de la Universidad de Míchigan ha conseguido cartografiar, por primera vez, la ruta completa que sigue la señal del fresco desde la piel hasta el cerebro. No solo han identificado a los responsables moleculares del proceso, sino que también han descubierto un componente inesperado: un grupo de neuronas en la médula espinal que amplifican la señal del fresco para asegurar que llegue claramente al cerebro. El hallazgo no solo cambia lo que se sabía sobre la percepción térmica, sino que abre nuevas vías para tratar trastornos donde esta sensibilidad se altera.

Del mentol al aire acondicionado: cómo se percibe el fresco

La clave inicial del circuito se encuentra en la piel, donde se expresan unos canales moleculares llamados TRPM8, conocidos desde hace años por ser los sensores específicos de las temperaturas frescas, en torno a los 15–28 °C. Estos canales también son activados por sustancias como el mentol, lo que explica la sensación refrescante de algunos productos.

Estos sensores están ubicados en neuronas primarias del sistema nervioso periférico. Son las primeras en detectar el cambio de temperatura y enviar la señal al asta dorsal de la médula espinal, una región donde se integra la información sensorial. Sin embargo, lo que ocurre a partir de ahí no estaba del todo claro. El nuevo estudio ha descubierto que la señal no se transmite directamente al cerebro, sino que pasa antes por un grupo específico de interneuronas que actúan como amplificadoras.

Los autores explican que estas neuronas amplificadoras se encuentran en una región muy concreta de la médula espinal y están caracterizadas por expresar una combinación particular de genes. Según el estudio, “las interneuronas excitadoras del asta dorsal de la médula espinal que expresan el receptor de la hormona liberadora de tirotropina (Trhr⁺) actúan como un nodo central para la sensación de fresco”.

Solo el agua fresca activa este tipo de neuronas espinales, indicando su especialización. Fuente: Nature Communications

Un circuito exclusivo para el fresco, no para el frío ni el calor

Para confirmar la función específica de estas neuronas, los investigadores realizaron experimentos en ratones, eliminando selectivamente diferentes poblaciones neuronales. Lo más llamativo fue que, al eliminar solo las Trhr⁺, los animales perdían por completo la capacidad de detectar temperaturas frescas, pero mantenían intacta su respuesta al calor, al frío extremo y a otros tipos de estímulos.

En palabras del artículo: “la eliminación de las interneuronas Trhr⁺ elimina las respuestas conductuales al fresco, pero no al calor ni al frío” . Esto indica que el cerebro procesa el fresco como una modalidad sensorial distinta, con su propio canal de transmisión. Ya no se trata de un punto medio entre el calor y el frío, sino de una sensación con identidad neuronal propia.

Este hallazgo refuerza la teoría conocida como “líneas etiquetadas”, que defiende que cada tipo de sensación (dolor, calor, frescor, etc.) tiene vías neuronales separadas y especializadas. Esta perspectiva gana fuerza frente a la teoría de “patrones”, que sugiere que las sensaciones surgen de combinaciones complejas de señales no específicas.

Fuente: ChatGPT / E. F.

La amplificación espinal: la clave para que el fresco se sienta

Uno de los aspectos más novedosos del estudio es la identificación del papel de las neuronas Trhr⁺ como amplificadoras de la señal sensorial. Estas células reciben la señal directa de los sensores TRPM8 en la piel, pero en lugar de limitarse a transmitirla, la refuerzan antes de enviarla a las neuronas de proyección que conectan con el cerebro.

Este refuerzo es esencial. En los experimentos, cuando estas neuronas se desactivaban, las señales de frescor eran tan débiles que no conseguían activar a las neuronas del siguiente nivel. En palabras de los autores, se trata de “un circuito de amplificación en avance (feedforward) para la sensación de fresco” . Esta arquitectura permite preservar la claridad del estímulo, algo crucial cuando la diferencia térmica con el entorno es mínima.

Además, los investigadores comprobaron que la activación artificial (mediante luz) de estas neuronas en ratones inducía respuestas físicas similares a las que provocan temperaturas frescas, como levantar la pata, pero sin generar comportamientos típicos del dolor, como el lamido. Esto confirma que el circuito amplifica específicamente el frescor no doloroso.

El último tramo: del amplificador al cerebro

Tras el paso por las interneuronas Trhr⁺, la señal llega a un tercer tipo de neuronas: las Calcrl⁺, que forman parte de las neuronas de proyección espinoparabranquiales (SPB). Estas son las encargadas de enviar la información al cerebro, concretamente al núcleo parabranquial lateral (lPBN), una región asociada al procesamiento de estímulos térmicos y a funciones de supervivencia como el control del equilibrio térmico.

Estas neuronas Calcrl⁺ también mostraron ser altamente selectivas: solo respondían a estímulos frescos, y no al calor ni al frío intenso. Además, se comprobó que reciben entradas tanto de los sensores TRPM8 como de las interneuronas Trhr⁺, lo que refuerza la idea de que forman parte del mismo circuito sensorial exclusivo para el fresco.

Implicaciones clínicas: separar el frescor del dolor por frío

Uno de los aspectos más relevantes del estudio es su posible aplicación médica. Muchas personas con neuropatías, especialmente tras quimioterapia, sufren un dolor intenso inducido por temperaturas bajas, incluso cuando estas no son extremas. El circuito descrito en este trabajo, sin embargo, no participa en ese tipo de dolor. Según los investigadores, esto demuestra que las vías del fresco no doloroso y del frío doloroso son distintas.

Este hallazgo abre la posibilidad de desarrollar terapias que alivien el dolor por frío sin interferir con la percepción normal del frescor ambiental, algo especialmente importante para preservar la calidad de vida de los pacientes.

Referencias

  • Lee, H., Hor, C. C., Horwitz, L. R., Xiong, A., Su, X.-Y., Soden, D. R., Yang, S., Cai, W., Zhang, W., Li, C., Radcliff, C., Dinh, A., Fung, T. L. R., Rovcanin, I., Pipe, K. P., Xu, X. Z. S., & Duan, B. (2025). A dedicated skin-to-brain circuit for cool sensation in mice. Nature Communications, 16, 6731. https://doi.org/10.1038/s41467-025-61562-y.

Cortesía de Muy Interesante



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