Ucrania y la nueva guerra del litio 

El nuevo compromiso alcanzado entre Donald Trump y Volodímir Zelenski el pasado 4 de julio implicará una nueva etapa en la guerra contra Rusia: la próxima entrega de misiles Patriot para apoyar en la defensa antiaérea de Ucrania tendrá como principal contraparte la provisión de litio y de tierras raras, recursos imprescindibles para la evolución de la industria de la defensa de Occidente. Sin embargo, la ofensiva rusa ha comenzado a complicar los planes de ambos aliados.

Trump ha buscado explotar las vastas reservas de litio de Ucrania desde los inicios de su segundo mandato. Un hito fundamental resultó el establecimiento del Fondo de Inversión para la Reconstrucción (Reconstruction Investment Fund-RIF), formalizado en abril de 2025 con el régimen de Zelenski, y por el que se vinculan 67 mil millones de dólares de ayuda militar a cambio de los ingresos futuros provenientes de la actividad minería especializada.

Para la Casa Blanca el acuerdo resulta estratégico, ya que permitirá a las empresas estadounidenses acceder a las reservas de litio y tierras raras existentes en Ucrania que todavía no han sido explotados, y cuya utilización será clave para sustentar, de aquí a veinte años, las cadenas de suministro del Pentágono en los más vanguardistas aspectos de la tecnología de la defensa.

Sin embargo, todo cambió el pasado 27 de junio, cuando las fuerzas rusas tomaron el control de un valioso depósito de litio ubicado a las afueras de la aldea de Shevchenko, en el oeste de la región de Donetsk, privando al país de un activo crítico que podría haber sido convenientemente aprovechado por las empresas tecnológicas estadounidenses.

Aunque relativamente pequeño, ya que apenas cubre 40 hectáreas, el reservorio es considerado como uno de los más grandes de Europa del Este ya que contiene alrededor de 1,2 millones de toneladas de litio. Es, al mismo tiempo, uno de los más valiosos de Ucrania debido a la alta concentración de este mineral, superior al 1,5%.

La captura del yacimiento de Shevchenko ha puesto de relieve un inconveniente central para el desenvolvimiento del acuerdo entre Trump y Zelenski, ya que cuanto más territorio conquisten las fuerzas rusas en Ucrania, menos recursos podrá ofrecer Kiev a Washington.

En este sentido, la incautación de minerales valiosos por Moscú no sólo afecta los planes de recuperación de Ucrania, en medio de una guerra de la que todavía no se advierte su final. Además, altera las iniciativas estratégicas establecidas por Estados Unidos y complica los proyectos occidentales, mayormente establecidos en el marco de la OTAN, por diversificar la provisión de minerales estratégicos para su aprovechamiento, principalmente, en contra de Rusia y de China.

Pero si bien hoy el litio es uno de los recursos más importantes para la industria bélica, está lejos de ser el único. El titanio, utilizado en los armazones de los aviones por su resistencia y levedad, junto a varios elementos de tierras raras presentes en Ucrania, resultan indispensables hoy para la evolución de los sistemas armamentísticos. Así lo demuestran el neodimio y el galio, por ejemplo, para la construcción de imanes de guía en misiles y para la fabricación de chips en los radares.

Esta nueva fase en la guerra contra Rusia evidenciará, al mismo tiempo, que la vinculación entre las corporaciones armamentistas y las energéticas, sobre todo, centradas en la búsqueda de litio, será cada vez más profunda.

Una de las grandes beneficiadas en este proceso es Lockheed Martin, que fabrica los misiles Patriot, hoy requeridos por Zelenski, con un costo estimado de aproximadamente 1.100 millones de dólares por cada batería antiaérea. El gobierno ucraniano no sólo ha manifestado su interés por adquirir veinticinco sistemas Patriot sino que además acordó con Raytheon la entrega de un alto número de misiles Stinger. Otras contratistas del Pentágono, como Northrop Grumman y General Dynamics, también mantienen sus propios proyectos de fortalecimiento defensivo de Ucrania.

Además de las grandes empresas de defensa estadounidenses, otras multinacionales apuestan a obtener enormes ganancias en este período de guerra contra Rusia. Conglomerados europeos como Rheinmetall y KMW, de Alemania, junto con MBDA y Nexter, de Francia, están interviniendo, sobre todo, para cubrir las carencias dejadas por las reiteradas pausas en los envíos del Pentágono.

Para la Casa Blanca la ofensiva dirigida desde el Kremlin genera un escenario de gran complejidad y de creciente inestabilidad, ya que más del 40% de los minerales críticos se encuentran hoy en zonas ocupadas por Rusia, lo que obviamente impide el desempeño de Lithium Americas y Albemarle, las principales multinacionales con base en los Estados Unidos comprometidas desde un inicio en la extracción del litio en el subsuelo ucraniano.

Más allá de los desencuentros momentáneos y de una puesta en escena en la que se teatralizan enojos y recriminaciones, lo cierto es que en la actualidad Trump y Zelenski están forjando una renovada alianza contra Moscú, distinta a la que se desenvolvió bajo el anterior mandato de Joe Biden, y sustentada en las ganancias multimillonarias de las corporaciones armamentistas y, en un segundo momento, de las compañías centradas en la explotación del litio y de las tierras raras.

Sin embargo, resulta claro que esta cruzada contra Rusia, a la que de manera temeraria continúan subestimando en su fortaleza y capacidad de resiliencia, está constituida de manera asimétrica.

Así, esta coalición se encuentra conformada por un socio mayoritario que, pese a sus crecientes dificultades económicas, aspira a fortalecer sus dispositivos tecnológicos y defensivos para sostener en el tiempo su condición de superpotencia, y por otro socio minoritario que, en cambio, se conforma con perdurar en el poder, aunque para ello deba condenar a su población a una guerra cada vez más impopular y se resigne a ceder los principales recursos estratégicos con los que cuenta su nación en favor de un conglomerado bélico, con amplia presencia global, y que evidencia no tener límites a la hora de demostrar su codicia y sus propias ambiciones.

Cortesía de Página 12



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