Más de 280 millones de personas de todo el mundo sufren depresión, una enfermedad cada vez más frecuente que, hoy por hoy, ya constituye una de las principales causas de discapacidad en el globo. La gran mayoría de casos diagnosticados consiguen mejorar mediante la terapia psicológica o el uso de fármacos antidepresivos pero, aun así, se calcula que casi un tercio de los pacientes, los que presentan un cuadro más grave, no logran mejorar con estos enfoques.
Desde hace unos años, varios hospitales y centros de investigación de todo el mundo han empezado a estudiar la eficacia de un dispositivo de estimulación cerebral contra la depresión mayor. Ahora, por primera vez, un ensayo clínico pone a prueba el uso de estos dispositivos en el entorno doméstico y concluye que sí pueden ser útiles para ayudar a los pacientes con cuadros más graves de depresión sin necesidad de que se desplacen hasta un centro de salud.
El trabajo, liderado por el Kings College de Londres y publicado este mismo lunes en la revista ‘Nature Medicine’, recoge los resultados de un ensayo clínico a gran escala realizado en 174 pacientes con depresión mayor residentes tanto en Reino Unido como en Estados Unidos. En el marco de este estudio, los investigadores desarrollaron un protocolo que consistía en enseñar a los pacientes a utilizar un dispositivo de estimulación cerebral (diseñado para aplicar una corriente continua débil a través de electrodos colocados en el cuero cabelludo y sobre la frente) en sus hogares mientras hablaban con un profesional médico en tiempo real mediante videollamada. La mitad del grupo de voluntarios utilizó un aparato real mientras que el otro realizó un procedimiento placebo. Las pruebas se alargaron un total de 10 semanas y, a partir de ahí, los investigadores realizaron su evaluación.
La técnica consiste en aplicar una corriente continua débil a través de electrodos colocados en el cuero cabelludo y sobre la frente
Los análisis indican que todos los participantes en este estudio habían mejorado sus síntomas, tanto en el grupo que pasó por el procedimiento real como en el equipo de placebo. Aunque, eso sí, las mejoras fueron hasta 0,4 puntos mayores entre los pacientes que habían pasado por la terapia de estimulación cerebral real. “Este tratamiento ha demostrado mejorar notablemente los síntomas depresivos, la respuesta clínica y las tasas de remisión entre los pacientes con depresión mayor. Durante el estudio tampoco hemos observado eventos adversos graves relacionados con el uso de estos dispositivos”, afirma el equipo liderado por Cynthia Fu, investigadora del Kings College de Londres y primera autora de este trabajo.
División entre los expertos
Los autores de este trabajo argumentan que, aunque aún hacen falta más estudios para poner a prueba la seguridad y eficacia de estos tratamientos, “los dispositivos de estimulación cerebral utilizados en los domicilios podrían servir como tratamiento de primera línea para personas con trastorno depresivo mayor”. Sobre todo porque, a diferencia de los tratamientos de este tipo que se aplican en algunos hospitales y centros de salud, no requieren a las personas desplazarse fuera de su hogar al menos una vez al día durante varias semanas. Un gesto que, según apuntan otros estudios, resulta especialmente complicado para las personas con cuadros más graves de depresión.
La comunidad científica se mantiene dividida sobre el uso de este tipo de herramientas en los hogares. Científicos como Joaquim Raduà, psiquiatra y responsable del grupo de investigación Imagen de los trastornos relacionados con el estado de ánimo y la ansiedad de IDIBAPS, afirman que “estos dispositivos podrían convertirse en una alternativa más dentro del abanico de tratamientos disponibles para la depresión“. “Dado que cada persona tiene distintas preferencias y responde de manera diferente a los diferentes tratamientos, contar con más opciones podría aumentar las probabilidades de encontrar la intervención más adecuada para cada persona“, afirma el experto en declaraciones al Science Media Center España.
Los expertos critican que estos estudios están pagados por la industria farmacéutica y que no tienen en cuenta otros factores sociales
Por otro lado, también hay científicos que se muestran escépticos ante este enfoque. Según explica Alberto Ortiz Lobo, doctor en Medicina y psiquiatra del Hospital de Día Carlos III, el estudio publicado este lunes no permite entender realmente la eficacia de estos dispositivos ya que se enfoca en un periodo de tiempo muy corto y, además, no compara la eficacia de esta técnica con otros enfoques. “También preocupa la extensa declaración de conflictos de intereses de los investigadores, dada la vinculación financiera de muchos de ellos a compañías biomédicas dedicadas a comercializar tratamientos“, añade el experto en un comentario ante el SMC, en el que denuncia “cómo la investigación en salud mental y su difusión está cada vez más determinada por las grandes compañías que venden medicaciones y otros productos tecnológicos, lo que supone que el discurso hegemónico sobre el sufrimiento mental y su abordaje se reduzca al individuo y su cerebro, desconsiderando los factores sociales, biográficos y el contexto en general de las vidas de las personas”.
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Cortesía de El Periodico
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