Un eclipse total y Júpiter se besa con la luna: todos los eventos astronómicos de los que disfrutar este invierno

El cambio de las estaciones suele producirse sobre los días 21 o 22. Y el comienzo del invierno en el hemisferio norte, que se inicia con el solsticio de invierno, ha tenido lugar este año el pasado sábado, 21 de diciembre, a las 10.21 horas (hora peninsular española), según los cálculos del Observatorio Astronómico Nacional.

Esta última estación, que también saluda la llegada del nuevo año, dura aproximadamente 88 días y 23 horas, y acabará el 20 de marzo de 2025, cuando se inicie la primavera.

Según recuerda el observatorio, el día del solsticio de invierno corresponde al de menos horas de luz del año, es decir, la noche más larga del año. Se produce porque la Tierra pasa por el punto de su órbita desde el cual el sol presenta su máxima declinación sur.

Menos horas de sol

Ello se debe a que el sol alcanza su menor elevación sobre el horizonte al mediodía y describe en el cielo el arco más corto, dando como resultado el día con menos horas de sol del año.

Además, durante varios días, la altura máxima del sol al mediodía parece no cambiar, y debido a ello, al comienzo del invierno también se le llama solsticio de invierno (del latín solstitium, sol quieto).

Es por ello por lo que el invierno es la mejor época para disfrutar de los eventos astronómicos en el hemisferio norte. Estos son los principales:

Justo a comienzos de la estación, Saturno y Júpiter serán visibles al anochecer. Los dos grandes planetas gaseosos podrán ser observados a simple vista justo cuando anochezca. A mediados de febrero, Saturno irá desapareciendo del cielo vespertino. Mercurio hará una breve aparición durante el mes de marzo, por lo que la estación terminará con dos planetas -Júpiter y Mercurio- visibles al anochecer. El cielo al amanecer, por otra parte, comenzará el invierno con un solo planeta, Venus. A finales de diciembre, Marte aparecerá por el este muy bajo en el horizonte y Mercurio hará una breve aparición, que se prolongará durante el mes de enero. Al finalizar la estación, Venus desaparecerá en el brillo del alba, dejando como único planeta visible a Marte. El 30 de diciembre, el 29 de enero y el 28 de febrero, que es cuando se producen las lunas nuevas de invierno, será cuándo, siempre que la nubosidad lo permita, se podrán ver mejor estos planetas.

El cielo al anochecer en invierno muestra algunas de las constelaciones con las estrellas más brillantes. Entre ellas, destaca Orión, con la brillante (y variable) Betelgeuse; Tauro, con la rojiza Aldebarán; Can Mayor con Sirio, la estrella más brillante de la noche; y Géminis, con la pareja Cástor y Pólux. La unión de algunas de estas estrellas con otras adyacentes forma un asterismo, una constelación de estrellas conocida como el ‘hexágono del invierno’, por ser característico de los anocheceres de la estación. De nuevo, las noches con luna nueva -30 de diciembre, el 29 de enero y el 28 de febrero- serán las mejores para ver a estas estrellas brillar.

Invierno suele deparar dos lluvias de estrellas: las úrsidas, cuyo máximo se espera precisamente hacia el 22 de diciembre, y las cuadrántidas, cuyo máximo se espera hacia el 3 de enero. Las úrsidas es una lluvia de meteoros visible en el hemisferio norte entre el 17 y el 26 de diciembre. Su tasa de actividad es modesta -entre 10 y 50 meteoros por hora, con una velocidad de unos 33 kilómetros por segundo-, por lo que es una lluvia de estrellas que suele pasar desapercibida debido a que, además, está situada entre dos lluvias de meteoros con una tasa de actividad mucho más alta: la de las gemínidas -que alcanzan su máximo una semana antes que las úrsidas– y la de las cuadrántidas, que alcanzan su máximo dos semanas después que las úrsidas. Los meteoros de las úrsidas son fragmentos del cometa 8P/Tuttle, descubierto en 1858. Como todos los años por estas fechas, la Tierra atraviesa un anillo poblado con los fragmentos desprendidos del cometa 8P/Tuttle en anteriores pasos cerca del sol. Cuando uno de esos fragmentos (o meteoroides) entra en contacto con la atmósfera terrestre, se vaporiza por la fricción con el aire, creando así el resplandor luminoso que conocemos como meteoro o estrella fugaz. El radiante o punto de origen de esta lluvia se sitúa cerca de la estrella Kocab en la constelación de la Ursa Minor (Osa Menor). Por su parte, la lluvia de las cuadrántidas es la primera lluvia de meteoros del año en el hemisferio norte. Es visible entre el 28 de diciembre y el 12 de enero, y su momento de máxima actividad sucede hacia el 3 de enero. En esas fechas, la Tierra volverá a recorrer una zona de su órbita donde se encuentran los restos del asteroide 2003 EH. A su paso, las partículas de hielo, polvo y rocas que entren en contacto con la atmósfera terrestre provocarán los destellos sobre el firmamento conocidos como cuadrántidas. El fenómeno está considerado como la lluvia de estrellas más espectacular del año por la frecuencia de meteoros por hora (de 80 a 100).

Júpiter, el mayor planeta del sistema solar, dominará el cielo vespertino el 10 de enero, junto a una resplandeciente luna que pasa de cuarto creciente -fase a la que llega el 7 de enero- a llena -fase a la que llega el 13-. Este espectáculo también se dará otras dos veces este invierno: el 7 de febrero y el 6 de marzo de 2025. También llamado ‘beso’ de la luna y Júpiter, este baile es, en realidad, una alineación de Júpiter con la luna, que se ven colocados en una línea aproximadamente recta en el firmamento y que parecen estar muy cerca uno de la otra en el cielo desde la perspectiva de un observador en la Tierra. Esto sucede debido a las diferentes velocidades y órbitas de los planetas alrededor del sol. Hay que tener en cuenta que, después del sol, Júpiter es el mayor cuerpo celeste del sistema solar. Júpiter tiene una masa casi dos veces y media la de los demás planetas juntos, y una masa 318 veces mayor que la de la Tierra. El gigante gaseoso que forma parte de los planetas exteriores es uno de los objetos naturales más brillantes en un cielo nocturno despejado, superado solo por la luna, Venus y, algunas veces, Marte.

La primera luna llena de invierno y la primera del nuevo año tendrá lugar el 13 de enero y se la conoce como ‘luna del lobo‘, pero también tienen otros nombres, como ‘luna de hielo’ o ‘luna vieja’. En algunos lugares también se conoce como ‘luna fría’, que es el sobrenombre que también toma la de diciembre. Alcanzará su máximo esplendor sobre las 23.27 hora peninsular española. Posteriormente, la segunda luna llena del año, que coincide con la segunda del invierno, será el 12 de febrero y la tercera y última del invierno, el 14 de marzo. Además de las lunas, el 4 de enero de 2025 se producirá el momento de máximo acercamiento anual entre la Tierra y el sol, denominado perihelio. En ese momento, nuestra distancia al sol será de poco más de 147 millones de km ( 147.103.677), es decir, unos 5 millones de km menos que en el momento de mayor distancia (afelio), que sucederá el 3 de julio de 2025 y cuando se situará a 152 millones de km (152.087.742).

Durante el invierno habrá un eclipse total de luna, que empezará de forma parcial a las 6.10 (hora peninsular española) del 14 de marzo y terminará a las 9.48. El eclipse total comenzará a las 7.26 horas y terminará a las 8.31 horas. Se verá desde América, el oeste de África y Europa, y el este de Asia y Oceanía. En España, se verá el comienzo de la fase total en el centro y oeste de la península Ibérica, las islas Canarias, Ceuta y Melilla, aunque el ocaso lunar tendrá lugar antes de que acabe. En el este peninsular y Baleares la luna se pondrá antes de que comience el eclipse total (en Barcelona, por ejemplo, la luna se pone a las 7.09), siendo solo visible el comienzo de la fase parcial. Durante el eclipse total, la luna no estará completamente oscura, sino que tomará un tono rojizo, porque parte de la luz solar será desviada por la atmósfera terrestre.

Cortesía de El Periodico



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