Un estudio puntero de ADN antiguo logra resolver el origen de lenguas como el finlandés, el húngaro y el estonio

La diversidad lingüística de las poblaciones humanas es uno de los elementos que aporta mayor riqueza a la cultura. Aunque el relato bíblico de la torre de Babel explica la diversidad desde un punto de vista mitológico, la ciencia aún debate sobre la génesis y evolución de las distintas familias lingüísticas. Tal es el caso del origen de las lenguas urálicas, una familia lingüística que incluye el finlandés, el estonio y el húngaro. ¿Dónde surgieron estas lenguas, tan diferentes de las indoeuropeas que predominan en Europa? ¿Cómo lograron expandirse a lo largo de miles de kilómetros sin dejar rastros evidentes de su evolución temprana?

Ahora, un estudio revolucionario de ADN antiguo ha arrojado luz sobre estas cuestiones y ha ofrecido una respuesta tan sorprendente como contundente: el origen de estas lenguas se encuentra en los bosques boreales del este de Siberia, a miles de kilómetros de donde se hablan en la actualidad.

Recreación fantasiosa. Fuente: Midjourney/Erica Couto

Una señal genética siberiana que viajó hasta Europa

La investigación, publicada en 2025 en la revista Nature, se basa en el análisis de 180 nuevos genomas antiguos de Siberia, datados hace 11.000 años. Esta información se integró con más de mil muestras genéticas ya disponibles para trazar una narrativa coherente sobre las migraciones humanas en el norte de Eurasia.

La identificación de una señal genética específica, originada en la actual Yakutia, constituye el hallazgo más notable. Esta señal aparece de forma consistente en las poblaciones modernas que hablan lenguas urálicas. Además, no solo ha sorprendido su localización inicial en una región tan remota, geográficamente más próxima a Alaska que a Finlandia, sino también su persistencia en el tiempo y su correlación directa con las áreas donde hoy se hablan estas lenguas. Esa huella genética oriental, ausente en los hablantes de lenguas no urálicas, proporciona una evidencia sólida de que las lenguas urálicas se expandieron junto con esta población siberiana hace unos 4.500 años.

Más allá de los Urales: desmontando la teoría tradicional

Durante décadas, la hipótesis dominante situaba el origen de las lenguas urálicas cerca de los montes Urales. Se presuponía, pues, que esta región había funcionado como un puente natural entre Europa y Asia. Sin embargo, el nuevo estudio desplaza este foco miles de kilómetros hacia el este, en el corazón de Siberia. Este cambio de paradigma no solo modifica el mapa lingüístico de Eurasia, sino que plantea nuevas preguntas sobre las dinámicas de expansión de estas comunidades.

La genética muestra que esta población ancestral se dispersó desde Yakutia a través de la extensa taiga, una región de bosques impenetrables. Las características geográficas de la zona limitaron la movilidad y no existían medios de transporte a gran escala como los que permitieron la expansión de los pueblos pastores de las estepas. Contodo, estas comunidades lograron extender su lengua y cultura a lo largo de miles de kilómetros, desde sus lugares de origen hasta la actual Finlandia y Hungría.

Seima-Turbino
Objetos Seima-Turbino. Fuente: Zeng et al. 2025/Nature

El papel clave del fenómeno Seima-Turbino

Una de las claves para entender esta expansión se encuentra en un fenómeno arqueológico conocido como Seima-Turbino. Este término designa un conjunto de yacimientos hallados en una vasta región que se extiende desde los Urales hasta Mongolia y el norte de China. Estos sitios arqueológicos se caracterizan por la presencia de herramientas y armas de bronce con rasgos comunes. La expansión de esta cultura coincide, temporal y espacialmente, con la expansión genética de las poblaciones hablantes de la lengua proto-urálica.

Seima-Turbino representa un ejemplo fascinante de cómo la tecnología —en este caso, la metalurgia del bronce— puede facilitar no solo el comercio y la interacción social, sino también la transmisión de elementos culturales y lingüísticos. Los objetos asociados a este fenómeno aparecen junto a restos humanos que contienen la señal genética siberiana identificada por el estudio. Tal asociación de materiales refuerza la hipótesis que conecta de manera directa la metalurgia, la migración y la expansión lingüística.

Urales
Región urálica. Fuente: Pixabay

Urálicos e indoeuropeos: un encuentro temprano

El estudio también ha logrado constatar que los hablantes proto-urálicos coexistieron en Siberia con poblaciones asociadas a la cultura Yamnaya, considerada la principal difusora de las lenguas indoeuropeas. Esta interacción temprana entre dos grandes familias lingüísticas habría tenido lugar hace unos 5.000 años, en una franja geográfica que se extendía desde la estepa euroasiática hasta el cinturón boreal.

Según los investigadores, esta convivencia no propició un reemplazo inmediato de una lengua por otra. Mientras que los pueblos indoeuropeos se expandieron hacia el oeste en grandes migraciones a caballo, los urálicos lo hicieron de forma más lenta, a través de redes de intercambio y alianzas intercomunitarias. Ambas culturas dejaron una impronta genética y lingüística duradera, pero con trayectorias radicalmente diferentes, lo que explica, en parte, la distribución actual de sus lenguas.

Del lago Baikal al Báltico: un viaje de milenios

La expansión de las poblaciones urálicas hacia Europa septentrional no fue un proceso rápido ni lineal. El estudio ha identificado la presencia de esta ascendencia genética siberiana en poblaciones de cazadores-recolectores que vivían en las zonas septentrionales de Escandinavia, como los antepasados de los actuales sami. También se ha detectado en comunidades que habitaron el territorio de la actual Hungría, lo que ayuda a explicar por qué el húngaro, pese a encontrarse rodeado de lenguas indoeuropeas, pertenece al grupo urálico.

Este viaje milenario a través del norte de Eurasia sugiere que la lengua puede sobrevivir incluso cuando la población que la habla no se impone demográficamente, siempre que las comunidades conserven estructuras sociales fuertes y consigan adaptarse en los cultural.

Nómadas
Recreación fantasiosa. Fuente: Midjourney/Erica Couto

ADN antiguo, lingüística y arqueología: una convergencia ejemplar

Uno de los logros más notables de este estudio es haber logrado integrar tres disciplinas tradicionalmente separadas: la genética, la lingüística histórica y la arqueología. La combinación de estas tres áreas de investigación ha permitido formular una narrativa coherente sobre el origen y la expansión de una familia lingüística milenaria, algo que ninguna de ellas habría logrado conseguir por separado.

Un nuevo mapa para las lenguas del norte

Los resultados de esta investigación no solo obligan a reescribir la historia de las lenguas urálicas, sino también a reconsiderar la manera en que las lenguas pueden viajar a lo largo del tiempo y el espacio hasta asentarse a miles de kilómetros de distancia. El estudio refuerza la idea de que las migraciones humanas son procesos complejos en los que el ADN, los objetos materiales y las lenguas constituyen piezas de un mismo rompecabezas. En ese sentido, los urálicos constituyen un caso paradigmático: un grupo lingüístico que sobrevivió y floreció sin necesidad de imperios ni conquistas masivas, solo con la fuerza de su continuidad cultural y su capacidad de adaptación.

Referencias

Cortesía de Muy Interesante



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