Hace unos 30.000 años, el Homo sapiens realizó una de las travesías marítimas más arriesgadas de la prehistoria: cruzar el estrecho que separa Taiwán de la isla japonesa de Yonaguni, en el extremo sur del archipiélago de las Ryūkyū. Esta migración única implicaba atravesar la corriente del Kuroshio, una de las más poderosas del planeta. En un reciente estudio publicado en la revista Science Advances, un equipo internacional de científicos ha logrado recrear con éxito esta antigua odisea en una travesía experimental sin precedentes.
Una migración prehistórica llena de incógnitas
Se estima que los primeros pobladores del sur de Japón debieron llegar por mar. Las evidencias arqueológicas apuntan a que la colonización de las islas del sur de las Ryūkyū se produjo entre 35.000 y 30.000 años antes del presente, un periodo conocido como Estadio Isotópico Marino 3. A diferencia de otros procesos migratorios del Paleolítico, este viaje implicaba recorrer más de 100 kilómetros en mar abierto sin contar con referencias visuales para guiarse durante buena parte del trayecto.
Un experimento sin precedentes: la travesía de 2019
Para entender la viabilidad de esta migración, el equipo dirigido por Yousuke Kaifu y Yu-Lin K. Chang planteó un experimento sin precedentes: una travesía en canoa desde Taiwán hasta Yonaguni utilizando, para ello, tecnología prehistórica. Así, el 7 de julio de 2019, la embarcación Sugime, una canoa de 7,5 metros, partió desde Wushibi, en la costa este de Taiwán. La tripulaban cinco personas (cuatro remeros y una timonel) desprovistos de los instrumentos modernos de navegación.
Durante 45 horas y 10 minutos, la canoa recorrió 225 kilómetros impulsada únicamente por remos. Puesto que la isla de destino permaneció invisible durante la mayor parte del trayecto, el equipo se vio obligado a recurrir a un tipo de navegación basada en la orientación astronómica y el conocimiento de los patrones oceánicos. La tripulación recurrió, como única guía, a la posición del sol y las estrellas, el movimiento de las olas y otros signos naturales.

Simulaciones para el pasado y el presente
Aunque la travesía resultó exitosa, los investigadores eran conscientes de que una única prueba no bastaba para confirmar la hipótesis. Por ello, recurrieron a modelos de simulación numérica de alta resolución para analizar las condiciones reales a las que se enfrentaron los habitantes del Paleolítico.
Para ello, se realizaron tres tipos de análisis. En primer lugar, se evaluó la reproducibilidad del viaje de 2019. Se comparó el recorrido de la canoa Sugime con las trayectorias simuladas en modelos oceánicos modernos (JCOPE-T DA y JCOPE-T). Los resultados mostraron una notable coincidencia, aunque las simulaciones tendieron a subestimar la velocidad de las corrientes superficiales, lo que provocó una ligera sobreestimación del tiempo total de viaje.
El equipo de estudio también recurrió a la simulación en el océano moderno. Así, se evaluaron múltiples variables, como el punto de partida (Wushibi o Taroko), la dirección del remo y la intensidad de la corriente del Kuroshio. Se concluyó que salir desde Taroko aumentaba de manera significativa las probabilidades de éxito, sobre todo si se remaba ligeramente hacia el sureste para compensar la fuerza de la corriente.
Por último, se recurrió a crear una simulación en el océano del Paleolítico. Utilizando un modelo de océano antiguo (JCOPE-P) para fechas clave (21, 30 y 35 ka), se observó que el Kuroshio era incluso más fuerte en aquel entonces, lo que habría requerido estrategias de navegación aún más precisas. La evaluación de los tres parámetros apuntó que los viajes simulados solo habrían resultado exitosos si se adoptaba una velocidad de remo superior a 0,9 m/s y una dirección ajustada hacia el sur.

Factores clave para el éxito de la travesía
Los análisis revelaron que el éxito dependía de tres factores fundamentales: el conocimiento de la existencia del Kuroshio y su dirección predominante; una estrategia de remo que compensara el arrastre hacia el norte causado por la corriente; y la elección del lugar de partida, ya que Taroko ofrecía la opción más realista por su visibilidad directa de Yonaguni en los días claros. Remar directamente hacia la isla, sin tener en cuenta la corriente, por el contrario, habría llevado al fracaso en la mayoría de los escenarios simulados.
¿Una empresa accidental? La cuestión de la intencionalidad
El debate sobre si estas migraciones fueron fruto de un accidente o de la planificación aún perdura. Sin embargo, este estudio refuerza la hipótesis de que la expansión marítima paleolítica en el Pacífico occidental fue intencional y programada. Como señala el artículo, los pueblos marineros acostumbrados a la pesca podrían haber aprendido los patrones de comportamiento del Kuroshio observando cómo las embarcaciones derivaban y regresaban a la costa.
Además, dado que la corriente era más fuerte en la antigüedad, es probable que estos viajes fueran de ida, sin posibilidad real de retorno. Esta hipótesis implicaría que las poblaciones de la antigüedad pusieron en práctica un grado significativo de planificación, pero también de riesgo.

Las causas de la migración: ¿necesidad o determinación?
Aunque algunos podrían interpretar esta migración como una huida provocada por posibles conflictos, hambrunas u otras causas catastróficas, el estudio descarta esta posibilidad en el caso de Yonaguni. La isla no es visible desde la costa taiwanesa, y no hay otros indicios de migraciones masivas hacia lugares más accesibles. Esto sugiere que el viaje se diseñó como una empresa deliberada y estratégica, no una escapatoria improvisada.
Una epopeya del Paleolítico
El estudio publicado en Science Advances combina arqueología experimental, las simulaciones oceánicas y la antropología para ofrecer una imagen compleja y fascinante de las capacidades humanas en el Paleolítico. Lejos de ser simples cazadores-recolectores errantes, los Homo sapiens que cruzaron hacia Yonaguni se demuestran navegantes experimentados, observadores del entorno y planificadores decididos.
En palabras del propio equipo investigador, el éxito de la travesía requería tanto de capacidades tecnológicas como estratégicas, así como un notable conocimiento del medio. Esto confirma que la migración prehistórica fue, muy probablemente, una hazaña consciente.
Referencias
- Yu-Lin K. Chang et al. 2025. “Traversing the Kuroshio: Paleolithic migration across one of the world’s strongest ocean currents”. Science Advances, 11: eadv5508. DOI:10.1126/sciadv.adv5508
Cortesía de Muy Interesante
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