Cuando Charles Darwin dibujó por primera vez el gran árbol de la vida, lo hizo con la esperanza de capturar la elegancia de un proceso natural que, paso a paso, esculpe la diversidad del mundo en el que vivimos. Mientras escribía ‘El origen de las especies’, el científico imaginó que todas las formas de vida que conocemos, antes de llegar a su forma actual, pasaron por una evolución lenta, acumulativa, paciente en la que las mejores adaptaciones iban pasando de generación en generación mientras que las nocivas iban desapareciendo con el tiempo. Sobre el papel, encajaba. Aunque en algunos casos parecía que había ciertas lagunas que no acababan de cuadrar con los planteamientos evolucionistas. Han pasado casi 170 años desde entonces y ahora, contra todo pronóstico, parece que unos modestos gusanos de tierra le han plantado cara a Darwin y le han demostrado que “la evolución no es siempre un proceso lineal”.
Según desvela un equipo internacional de científicos liderado por el Institut de Biologia Evolutiva (IBE) de Barcelona, la historia de los gusanos de tierra escapa a los planteamientos clásicos de Darwin. Su análisis sugiere que hace unos 200 millones de años, cuando los antepasados marinos de los actuales gusanos empezaron a colonizar la tierra, llevaron a cabo una reorganización genómica tan drástica como radical, rompieron su genoma en pedazos y lo reordenaron de forma completamente distinta. Este proceso, explican los expertos en un artículo publicado este miércoles en la revista ‘Nature Ecology and Evolution’, indica que “la evolución puede producir saltos genéticos masivos y rápidos“, al contrario de lo que plantea el “gradualismo darwinista”.
Rompecabezas evolutivo
El descubrimiento ha sido posible gracias a que por primera vez se ha logrado secuenciar “con precisión casi milimétrica” el genoma de varios gusanos de tierra y se ha comparado con el de otros anélidos marinos y parientes cercanos como las sanguijuelas. Hasta ahora, según explican los expertos, la falta de información genética exhaustiva sobre estas especies había impedido explorar este tipo de transformaciones a gran escala y, sobre todo, indagar el fascinante momento en que los animales empezaron a salir de las aguas y a colonizar la tierra. Pero ahora, gracias al despliegue de tecnologías punteras de secuenciación, los expertos han logrado recomponer pieza por pieza un puzle de millones de fragmentos en el que se describe cómo era el genoma ancestral de estos animales hace más de 200 millones de años y cómo es el actual.
La sorpresa llegó al comparar los resultados. Porque fue allí cuando los investigadores descubrieron que, contra todo pronóstico, en el momento en que los antepasados marinos de los gusanos de tierra dieron el salto al medio terrestre sus cromosomas se fragmentaron en miles de pedazos que después se fueron ensamblados en configuraciones completamente nuevas. Y esto, lejos de debilitar la especie, la reforzó y permitió que siguiera prosperando. “Nos costó creerlo. Hicimos los análisis una y otra vez porque parecía imposible que un cambio tan extremo no hubiese llevado a la extinción del linaje”, comenta Rosa Fernández, investigadora principal del grupo de Filogenòmica i Evolució de Genomes Animals del IBE (CSIC-UPF) y autora principal de este trabajo.
“Hicimos los análisis una y otra vez porque parecía imposible que un cambio tan extremo no hubiese llevado a la extinción del linaje”
El patrón observado en los gusanos se alinea sorprendentemente bien con la teoría del “equilibrio puntuado” propuesta en los años setenta por los paleontólogos Stephen Jay Gould y Niles Eldredge. Según esta hipótesis, las especies permanecen estables durante largos periodos, pero de forma ocasional experimentan cambios drásticos en periodos muy cortos de tiempo. La comunidad científica lleva décadas debatiendo si estos episodios representan una anomalía o una pieza esencial del rompecabezas evolutivo. Para Fernández, este modelo no solo es compatible con las teorías darwinistas sino que, además, es complementario. “El neodarwinismo funciona muy bien para explicar la evolución a nivel poblacional, pero hay ciertos momentos cruciales en la historia de la vida en los que parece que ocurre algo más. Aquí es donde la teoría del equilibrio puntuado podría aportar respuestas”, comenta la experta.
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Cortesía de El Periodico
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