Un hallazgo astronómico revela que la Estrella de los Reyes Magos sí existió y pudo ser un cometa descrito en un antiguo texto chino

Durante siglos, la Estrella de Belén ha sido un símbolo de misterio, fe y fascinación. Representada en millones de nacimientos navideños, grabada en el arte sacro y mencionada cada diciembre en iglesias de todo el mundo, esta luminaria que supuestamente guió a los Reyes Magos hasta el niño Jesús ha despertado preguntas que la ciencia ha intentado responder una y otra vez: ¿Qué fue realmente esa estrella? ¿Existió de verdad? ¿Pudo tratarse de un fenómeno astronómico real?

Ahora, una nueva investigación firmada por el científico Mark Matney y publicada en la prestigiosa Journal of the British Astronomical Association, sugiere que la respuesta podría haber estado siempre en los registros históricos del lejano Oriente. Y que no se trataría de una estrella, ni de un planeta, ni de un milagro… sino de un cometa.

Lo que hace única a la Estrella de Belén no es tanto su aparición, sino su comportamiento. Según el relato del Evangelio de Mateo, este objeto celeste “fue delante” de los Magos y después “se detuvo sobre el lugar donde estaba el niño”. Ningún cuerpo celeste conocido —ni planetas, ni supernovas, ni meteoros— se comporta de esa manera. Esto ha llevado a que muchos interpreten el episodio como un recurso simbólico o, en su caso, como un milagro inexplicable.

Sin embargo, la hipótesis de Matney introduce un nuevo enfoque: existe un fenómeno astronómico extremadamente raro conocido como “movimiento geosincrónico temporal”. Se produce cuando un objeto espacial —como un cometa— se desplaza tan cerca de la Tierra y en una dirección tan precisa que su aparente movimiento en el cielo se alinea con la rotación terrestre. En la práctica, esto significa que, durante unas horas, el cometa podría parecer “detenerse” en el cielo desde el punto de vista de un observador terrestre.

Este detalle encaja perfectamente con la narrativa evangélica. Y aunque hasta ahora ningún candidato astronómico parecía ajustarse a este patrón, un antiguo documento chino podría haber cambiado todo.

Un objeto espacial podría parecer estático en el cielo durante horas si su movimiento coincide con la rotación terrestre
Un objeto espacial podría parecer estático en el cielo durante horas si su movimiento coincide con la rotación terrestre. Fuente: Journal of the British Astronomical Association (2025)

Una “estrella escoba” en los registros del Imperio Han

En una crónica astronómica de la dinastía Han —el Han Shu, recopilación oficial de fenómenos celestes— aparece en el año 5 a.C. una mención peculiar: una “estrella escoba” observada durante más de 70 días. Este término era empleado por los astrónomos chinos para referirse a cometas, debido a la forma alargada y difusa de su cola.

La aparición se sitúa entre marzo y abril de ese año, lo que coincide con algunas estimaciones sobre la fecha del nacimiento de Jesús, que según muchos historiadores tuvo lugar antes del año 4 a.C., durante el reinado de Herodes el Grande. El largo periodo de visibilidad y la posición de esta estrella sobre la constelación que hoy identificamos como Capricornio refuerzan la idea de que se trataba de un cometa inusualmente brillante.

Para explorar esta posibilidad, Matney reconstruyó por simulación numérica distintas órbitas que un cometa de esas características habría podido seguir. Descubrió que una trayectoria concreta, con paso cercano a la Tierra a mediados de año, habría permitido que el cometa se desplazara lentamente por el cielo hasta “detenerse” casi sobre el cénit de Belén, justo durante unas pocas horas. Lo suficiente como para ser interpretado como una señal celestial por los Magos.

La pintura
La pintura “La estrella de Belén”, realizada por Elihu Vedder en el siglo XIX. Fuente: Wikimedia

¿Por qué los Magos vieron algo que otros no?

Una de las críticas clásicas a cualquier teoría naturalista sobre la Estrella es que nadie más pareció verla ni interpretarla como significativa, ni siquiera el rey Herodes. Pero este detalle no desacredita la teoría cometaria.

Los Magos, muy probablemente sabios de origen persa o babilonio, eran expertos en astrología y en la interpretación de señales celestes. En sus tradiciones culturales, los cometas no eran siempre señales negativas. Al contrario: en determinadas configuraciones, podían anunciar nacimientos reales o eventos importantes para reinos lejanos. De hecho, hay registros mesopotámicos que vinculan la aparición de cometas con la sucesión dinástica o la llegada de un nuevo soberano.

Desde su punto de vista, un cometa visible en Capricornio —signo asociado a Judea según la astrología de la época— podía interpretarse como la señal de un nuevo rey nacido en aquellas tierras. Lo importante no era tanto la espectacularidad del fenómeno, sino su lectura simbólica dentro del marco astrológico del momento.

Un investigador ha propuesto una posible explicación astronómica para la Estrella de Belén mencionada en la Biblia
Un investigador ha propuesto una posible explicación astronómica para la Estrella de Belén mencionada en la Biblia. Recreación artística. Foto: ChatGPT-4o/Christian Pérez

Una vieja historia con una explicación nueva

El trabajo de Matney no asegura que este cometa fuera “la” Estrella de Belén. Ni pretende resolver todos los enigmas que rodean a este famoso pasaje bíblico. Pero sí plantea algo fundamental: ya no es correcto afirmar que ningún cuerpo astronómico podría comportarse como lo describe el Evangelio. La posibilidad existe. Y con ella, se abre una nueva vía para abordar el relato desde una perspectiva histórica y científica.

En lugar de ver la historia como mito o milagro, esta hipótesis permite entenderla como una interpretación de un fenómeno real por parte de personas con una cosmovisión distinta a la nuestra. Personas que, guiadas por su saber y creencias, emprendieron un viaje que cambiaría la historia religiosa y cultural de Occidente.

Como toda teoría histórica basada en registros antiguos, el estudio no está exento de limitaciones. La fuente china es la única mención directa al fenómeno. Y aunque hay precedentes de su fiabilidad —por ejemplo, en las observaciones del cometa Halley o de supernovas—, no hay registros paralelos en otras culturas para este mismo cometa.

Sin embargo, lo importante del trabajo de Matney es que propone una explicación plausible y natural para un episodio que durante siglos se consideró inexplicable. Con ello, no solo se aporta una nueva pieza al rompecabezas de la historia antigua, sino que también se revitaliza el debate entre ciencia, religión e historia.

Puede que la Estrella de Belén nunca llegue a identificarse con total certeza. Pero ahora, gracias a una cola brillante en el cielo registrada por escribas chinos hace más de dos mil años, tenemos una razón más para creer que algo real pudo iluminar aquella noche en Belén.

Referencias

  • Mark Matney, The star that stopped: The Star of Bethlehem & the comet of 5 BCE, Journal of the British Astronomical Association (2025). DOI: 10.64150/193njt

Cortesía de Muy Interesante



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