En Cuijk, una localidad neerlandesa con raíces romanas poco exploradas, ha salido a la luz un hallazgo que parece sacado de un drama clásico: una lámpara de aceite de época romana con la forma de una máscara teatral fue desenterrada durante unas excavaciones arqueológicas recientes. Este objeto, finamente decorado y en un estado de conservación excepcional, ha sido calificado como una de las piezas romanas más singulares jamás encontradas en los Países Bajos.
El descubrimiento tuvo lugar en el antiguo terreno de la fábrica de Nutricia, donde hoy se prepara el suelo para una futura urbanización. Sin embargo, antes de que las máquinas de construcción entren en acción, un equipo de arqueólogos ha sido el encargado de levantar el telón de un capítulo oculto en la historia local: un vasto cementerio romano, posiblemente el más grande hallado hasta ahora en la provincia de Brabante Septentrional.
La lámpara de aceite fue localizada en una de las más de 85 tumbas ya documentadas, dentro de un área funeraria que se estima podría extenderse hasta 6 hectáreas. Según comunicó oficialmente el municipio de Land van Cuijk en su nota de prensa del 12 de septiembre de 2025, la pieza es tan inusual que ha sido considerada de valor museístico y un hallazgo excepcional.
Una guía simbólica hacia el más allá
La lámpara, datada en el siglo II d.C., fue diseñada no solo con funcionalidad, sino también con intención simbólica. Tiene la forma de un rostro dramáticamente expresivo, con ojos y boca desmesurados, evocando las máscaras utilizadas en el teatro griego, que luego fueron absorbidas por la cultura romana. El aceite se vertía a través de la boca, convertida en orificio de llenado, y la luz salía por el extremo de lo que podría interpretarse como un cuello. La figura parece representar a un sátiro, criatura mitológica medio hombre, medio cabra, asociada con el dios del vino y el teatro, Baco (o Dionisio).
El simbolismo es claro: los romanos creían que la muerte no era el fin, sino una transición hacia otra forma de existencia. En este contexto, las lámparas de aceite se utilizaban para iluminar el camino del difunto hacia el inframundo. Colocar una lámpara con forma de máscara teatral dentro de una tumba no era casual. Representaba una fusión de luz, drama y espiritualidad, como si el último acto del difunto estuviese a punto de comenzar en otro escenario, con el favor de los dioses y el consuelo del arte.

Un cementerio que reescribe la historia del norte de Europa romana
El hallazgo de esta lámpara no solo es impresionante por su estética, sino también por el contexto en el que aparece. El cementerio donde fue encontrada ha sorprendido a los investigadores por su extensión y riqueza. Más allá de la lámpara, se han identificado ajuares funerarios que incluyen cerámicas de Terra Sigillata —una fina loza de origen galo—, jarras, copas, botellas de vidrio y joyas. En algunos enterramientos también se han documentado restos de cremaciones y fragmentos de cerámica aparentemente arrojados durante los rituales funerarios.
Todo ello indica una comunidad romana con acceso a bienes de consumo distribuidos a través de redes comerciales del Imperio, y sugiere una población asentada con costumbres funerarias bien establecidas. Lo más probable es que esta zona fuera parte del antiguo Ceuclum, un asentamiento romano mencionado en fuentes antiguas, vinculado a la tribu de los bátavos y de gran importancia estratégica por su cercanía al río Mosa.
A pesar de que solo se ha excavado una fracción del cementerio, los arqueólogos ya anticipan que podrían encontrarse entre 350 y 400 tumbas. Esto no solo convierte el enclave en una mina arqueológica, sino también en una pieza clave para reconstruir la romanización de esta zona del norte de Europa.
Arte y muerte: una conexión profunda en la Roma antigua
Las máscaras teatrales no eran simples ornamentos. En la mentalidad romana, tenían una conexión directa con el mundo de los dioses, especialmente con Dionisio, patrón del teatro y de los excesos festivos. Las representaciones teatrales, que a menudo narraban tragedias y comedias de la vida humana, servían también como ritos catárticos. Al integrarlas en los ritos funerarios, los romanos establecían un puente simbólico entre la vida, la muerte y lo divino.
Que una lámpara con esta forma haya sido encontrada en un cementerio en los Países Bajos es un recordatorio del poder de Roma para exportar no solo estructuras y monedas, sino también ideas, religiones y símbolos. Un objeto como este, probablemente fabricado lejos de Cuijk y traído hasta allí a través de rutas comerciales, habla del carácter cosmopolita de incluso los lugares más periféricos del Imperio.
Este tipo de lámparas son extremadamente raras en esta región. Su presencia en un contexto tan bien conservado convierte al hallazgo en algo más que una curiosidad: es una ventana al alma cultural de quienes vivieron y murieron en el extremo norte del mundo romano.

El futuro del yacimiento: entre excavadoras y museos
La excavación actual forma parte de un proyecto coordinado por los equipos arqueológicos de BAAC y RAAP, en colaboración con la empresa Danone (propietaria del antiguo terreno industrial) y el municipio de Land van Cuijk. La urgencia de las excavaciones responde a la necesidad de preservar los vestigios históricos antes de que comiencen las obras de construcción de nuevas viviendas.
Una vez finalizada la campaña arqueológica, se espera que las piezas más relevantes —entre ellas, esta lámpara— sean exhibidas en museos locales o regionales. Pero más allá de su valor estético, el objeto ya ha cumplido una función aún más trascendental: iluminar, 1.900 años después, una parte de la historia europea que aún permanecía a oscuras.
Cortesía de Muy Interesante
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