Un hallazgo reescribe la historia de nuestra especie: explican cómo un evento genético hace 900.000 años marcó el inicio de nuestra humanidad

La historia de los Homo sapiens no es solo la de una especie que conquistó el planeta; es también la de una intrincada red de eventos genéticos que definieron qué nos hace humanos. Una reciente investigación publicada en el servidor bioRxiv y dirigida por un equipo internacional de genetistas propone un enfoque revolucionario para entender nuestra evolución. A través del análisis del genoma de humanos modernos y especies arcaicas como los neandertales y los denisovanos, este estudio sugiere que los rasgos que nos identifican como Homo sapiens son el resultado de eventos genéticos que se entrelazaron durante cientos de miles de años.

Los momentos clave de nuestra evolución

La investigación parte de tres eventos fundamentales que moldearon el ADN de nuestra especie. El primero ocurrió hace aproximadamente 900.000 años, cuando una drástica reducción en la población ancestral—un evento conocido como cuello de botella genético—marcó un antes y un después en la historia evolutiva. Este período, coincidente con la fusión que creó el cromosoma 2 y una importante reestructuración en el cromosoma Y, definió nuevas rutas evolutivas. Dichos cambios fueron clave para establecer la base genética que compartiríamos con los neandertales y denisovanos.

El segundo evento, hace unos 650.000 años, corresponde a la divergencia de los linajes que darían lugar a los humanos modernos y a las especies arcaicas. Sin embargo, lo fascinante del estudio es cómo demuestra que, a pesar de esta separación, el flujo genético entre estas poblaciones continuó, moldeando y enriqueciendo mutuamente su ADN. Finalmente, hace 350.000 años, un tercer evento de hibridación entre Homo sapiens y neandertales permitió que variantes genéticas previamente perdidas en estas especies arcaicas fueran reintroducidas en sus genomas.

Un descubrimiento sorprendente explica cómo los Homo sapiens recuperaron variantes genéticas perdidas por los neandertales
Un descubrimiento sorprendente explica cómo los Homo sapiens recuperaron variantes genéticas perdidas por los neandertales. Foto: Istock

Una historia escrita en los cromosomas

El papel del cromosoma Y en nuestra evolución se perfila como uno de los aspectos más intrigantes de la investigación. Una región translocada conocida como PAR2, compartida entre los cromosomas X e Y, se identificó como una firma genética presente tanto en humanos modernos como en neandertales y denisovanos. Este descubrimiento empuja la existencia de este rasgo mucho más atrás en el tiempo de lo que se creía, sugiriendo que el PAR2 emergió antes de la separación de nuestras líneas evolutivas, hace más de 850.000 años.

Además, el análisis genético reveló la existencia de variantes específicas que se desarrollaron exclusivamente en humanos modernos después de esta separación, como las que afectan funciones cerebrales y la morfología del cráneo. De las 56 variantes detectadas, casi la mitad están vinculadas a aspectos cognitivos, mostrando cómo la evolución no solo moldeó nuestros cuerpos, sino también nuestra mente.

Neandertales, denisovanos y nosotros: una danza genética

Uno de los hallazgos más llamativos del estudio es cómo los genes humanos modernos enriquecieron el acervo genético de los neandertales durante sus interacciones. Esto contradice la idea tradicional de que los Homo sapiens aportaron exclusivamente rasgos novedosos a estas especies. En cambio, parece que la mezcla genética permitió que los neandertales recuperaran variantes que habían perdido debido a sus pequeñas poblaciones y prolongados períodos de endogamia.

A pesar de esta transferencia, el estudio destaca cómo ciertas características humanas modernas nunca lograron establecerse en los genomas neandertales, posiblemente debido a las diferencias en sus nichos ecológicos o sociales. Estas dinámicas genéticas no solo demuestran la complejidad de nuestras interacciones, sino que también subrayan cómo la evolución no sigue una línea recta, sino una trama en constante transformación.

Las preguntas que aún debemos responder

Este exhaustivo análisis plantea más preguntas de las que responde. Por ejemplo, aunque se identificaron genes asociados a habilidades cognitivas avanzadas, todavía no está claro cómo estos rasgos influyeron en el comportamiento y las capacidades culturales de los primeros Homo sapiens. Además, si bien el intercambio genético con los neandertales permitió enriquecer ciertos aspectos del ADN humano, la investigación sugiere que este proceso no fue bidireccional en su totalidad. ¿Qué limitaciones ambientales, sociales o biológicas definieron estas asimetrías?

Un neandertal sonriendo
El hallazgo que demuestra que los Homo sapiens y los neandertales compartieron más de lo que imaginábamos. Foto: Istock

Más allá del ADN: el legado de nuestra historia compartida

El estudio también resalta la importancia de las condiciones ambientales y culturales en la evolución genética. Eventos como el cuello de botella genético de hace 900.000 años probablemente estuvieron ligados a cambios climáticos drásticos que pusieron en riesgo la supervivencia de nuestras poblaciones ancestrales. En este contexto, las mutaciones que aumentaron nuestra capacidad para adaptarnos a nuevos entornos habrían jugado un papel crucial en la configuración del Homo sapiens como la especie resiliente que hoy conocemos.

En última instancia, esta investigación nos invita a reimaginar nuestra relación con las especies arcaicas. Neandertales y denisovanos no son simples capítulos cerrados en nuestra historia evolutiva, sino actores esenciales en una narrativa genética compartida que aún estamos descifrando. Cada nuevo descubrimiento no solo arroja luz sobre nuestro pasado, sino que también redefine qué significa ser humano.

Referencias:

  • Luca Pagani et al, Partitioning the genomic journey to becoming Homo sapiensbioRxiv (2024). DOI: 10.1101/2024.12.09.627480

Cortesía de Muy Interesante



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