Un hallazgo sin precedentes revela que los etruscos ya enseñaban medicina: en este santuario se curaba, se estudiaba y se compartía el saber sobre el cuerpo humano

En plena Toscana, en el corazón del pequeño municipio italiano de San Casciano dei Bagni, un enclave famoso por sus aguas termales, ha salido a la luz uno de los descubrimientos más importantes de la arqueología mediterránea reciente. Lo que durante décadas se interpretó como un santuario consagrado a la sanación mediante aguas sagradas —una práctica presente también en el mundo ibérico antiguo, como en los baños de Fortuna en Murcia o Alhama en Granada— resulta ser, en realidad, un complejo centro médico estructurado y avanzado, activo ya desde finales del siglo V a.C.

La campaña de excavaciones de 2025, cuyos resultados fueron presentados oficialmente el 22 de diciembre por el equipo arqueológico en un acto público con la comunidad y autoridades locales, confirma que el Santuario del Bagno Grande no solo es más antiguo de lo que se creía, sino que alberga pruebas inequívocas de que fue la sede de una escuela médica etrusca, posiblemente la más importante de su tiempo. La información fue difundida por el Comune di San Casciano dei Bagni, junto a la Universidad para Extranjeros de Siena, y recogida en detalle en su comunicado oficial, convirtiéndose en la principal fuente de esta revelación.

Anatomía, ciencia y culto: la triple función de un santuario excepcional

Hasta ahora, los arqueólogos databan los orígenes del santuario en el siglo III a.C., pero los materiales extraídos durante esta última campaña —entre ellos un fragmento de un candelabro ritual en bronce— retrotraen la actividad cultual hasta el siglo V a.C., adelantando su fundación en al menos dos siglos. El bronce, material ritual por excelencia en este lugar, aparece de forma continua desde esa etapa arcaica hasta los momentos finales del santuario, cinco siglos después, durante la tardoantigüedad.

Sin embargo, lo que ha sacudido el consenso académico ha sido el descubrimiento de una favissa —un depósito sagrado donde se enterraban ofrendas en desuso— situada en el sector suroccidental del recinto. En su interior emergieron decenas de representaciones anatómicas en terracota: pies, manos, piernas, cabezas e incluso bebés envueltos en pañales, todos modelados con una precisión sorprendente. Este tipo de exvotos es común en otros santuarios itálicos, pero la cantidad, diversidad y fidelidad anatómica aquí descubierta no tiene parangón.

Panorámica del área en plena intervención arqueológica
Panorámica del área en plena intervención arqueológica. Foto: Università per Stranieri di Siena/Ministero della Cultura

Entre todos estos hallazgos destaca una pieza única: un modelo polivisceral de terracota que representa con exactitud los órganos internos humanos, incluyendo corazón, intestinos, hígado y pulmones. Lo notable no es solo su realismo, sino el hecho de que no parece una representación simbólica, sino el resultado de observación médica directa. Los expertos lo consideran el modelo anatómico más detallado del mundo antiguo, y lo comparan en importancia con los tratados médicos de Galeno o Hipócrates.

Este tipo de conocimiento no surgía de un simple culto termal. Las evidencias sugieren que en San Casciano dei Bagni operó una auténtica escuela médica estructurada, un lugar donde no solo se curaba, sino donde se enseñaba, observaba y sistematizaba el saber sobre el cuerpo humano. Los artesanos que moldeaban las terracotas trabajaban de la mano de los médicos, compartiendo un conocimiento que iba más allá de la tradición religiosa.

Un hospital del mundo antiguo en el corazón de Etruria

Las prácticas médicas etruscas, a menudo eclipsadas por la medicina griega o romana, cobran aquí un protagonismo inesperado. El santuario de San Casciano funcionaba, en efecto, como una especie de hospital antiguo, comparable a los asclepeion del mundo helénico, como el de Epidauro o el más cercano de Ampurias, en Cataluña. Pero mientras que en Grecia predominaba el simbolismo y la interpretación de los sueños como parte del tratamiento, en este enclave etrusco hay signos claros de un enfoque más empírico y observacional.

Durante los siglos de actividad del santuario, las aguas termales eran parte del proceso terapéutico, pero se integraban en un sistema más amplio que incluía conocimiento anatómico, rituales curativos y aprendizaje sistematizado. De hecho, el nivel de precisión de las ofrendas anatómicas disminuye progresivamente cuanto más lejos se encuentran del entorno de San Casciano, lo que refuerza la idea de que este lugar era un verdadero centro de irradiación del saber médico en la Etruria antigua.

Bloque ritual grabado con texto etrusco, documentado exactamente en el punto de la excavación donde apareció
Bloque ritual grabado con texto etrusco, documentado exactamente en el punto de la excavación donde apareció. Foto: Università per Stranieri di Siena/Ministero della Cultura

Además de la favissa, los arqueólogos han documentado un recinto monumental etrusco, posiblemente del mismo tamaño que el templo romano que lo sustituyó en época imperial. En varios puntos, se detectaron rituales de abandono, con fragmentos de elementos arquitectónicos esparcidos de forma intencionada, lejos de una simple destrucción. Todo apunta a una serie de rituales altamente codificados que marcaron las fases de vida y clausura del complejo.

El final del santuario y el futuro del yacimiento

La clausura definitiva del santuario ocurrió en el siglo V d.C., coincidiendo con la prohibición del paganismo por parte del emperador Teodosio. En este momento, nuevos objetos en bronce —entre ellos un rayo y una rama, símbolos rituales— marcan la transición. Los altares fueron rotos deliberadamente y reutilizados para formar una plataforma entre las dos fuentes principales, en lo que parece ser un último acto ceremonial de cierre.

Durante esa misma etapa, los romanos construyeron un muro de contención tras una serie de derrumbes. Para ello excavaron los estratos anteriores y los redistribuyeron fuera del santuario. Pero lo hicieron de manera ritual: encendieron fuegos, dispersaron materiales orgánicos como piñones y huesos de juego (astragali), e incluyeron elementos mágicos. Fue en este contexto donde apareció el modelo polivisceral.

Los altares fueron fragmentados de forma intencionada y reutilizados para levantar una plataforma situada entre el manantial termal principal y otro secundario al sur
Los altares fueron fragmentados de forma intencionada y reutilizados para levantar una plataforma situada entre el manantial termal principal y otro secundario al sur. Altares sumergidos en el agua. Foto: Comune di San Casciano dei Bagni.

Conscientes de la magnitud del hallazgo, las autoridades locales y académicas han emprendido un ambicioso plan para garantizar el futuro del sitio. La Universidad para Extranjeros de Siena, a través de su centro CADMO, ha adquirido un edificio histórico en el casco urbano de San Casciano que servirá como centro internacional de investigación. Ya se ha iniciado el proceso de licitación para convertirlo en un museo y parque arqueológico, cuya primera fase comenzará en 2026. El objetivo es claro: devolver los bronces y las piezas a su lugar de origen, y convertir el yacimiento en un centro de referencia mundial para la arqueología médica antigua.

Un legado etrusco que sigue latiendo

Más allá del valor arqueológico, lo descubierto en San Casciano dei Bagni reconfigura por completo la historia de la medicina antigua. No solo demuestra que los etruscos poseían un conocimiento anatómico notable, sino que lo integraban en prácticas rituales complejas, en una fusión de ciencia, religión y arte sin precedentes.

En un contexto como el actual, donde cada descubrimiento puede reescribir capítulos enteros de la historia, el yacimiento del Bagno Grande representa una ventana única al pensamiento científico del Mediterráneo antiguo. La campaña de 2025 no solo ha desenterrado restos materiales, sino también la huella intelectual de una civilización que, en muchos sentidos, nos sigue hablando a través de sus representaciones del cuerpo humano.

Cortesía de Muy Interesante



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