En la antigüedad, el Camino Real de los persas aqueménidas representó uno de los grandes emblemas de la organización imperial. Heródoto lo describió como una vía que unía Sardes con Susa sin interrupción. Los investigadores, sin embargo, apenas habían podido precisar qué era lo que conectaba aquel trazado con la realeza persa. Un reciente estudio firmado por Davide Salaris, del McDonald Institute for Archaeological Research de la Universidad de Cambridge) ofrece, por fin, una respuesta científica a este enigma. Salaris propone que estas vías de comunicación integraban una infraestructura cuidadosamente planificada para sostener la movilidad logística del poder imperial. El estudio revela, así, que la red viaria persa fue un instrumento esencial del gobierno y de la proyección de autoridad del monarca.
Cómo replantear el concepto de “camino real”
La historiografía tradicional había considerado el Camino Real como una vía empleada para la mensajería y la comunicación militar. La propuesta de Salaris, sin embargo, define el camino real como un corredor logístico diseñado para permitir los desplazamientos estacionales de la corte aqueménida, que incluían la movilización de miles de personas, animales de carga y carros. En consecuencia, la articulación de estas rutas exigía ciertas características técnicas. Se necesitaban pendientes suaves, zonas amplias para acampar y una disponibilidad constante de agua.
El investigador subraya que el “carácter real” de una vía dependía menos de su trazado político que de su capacidad operativa para mantener en movimiento el aparato estatal. Este enfoque funcional rompe con las interpretaciones anteriores, que se basaban, sobre todo, en las fuentes clásicas o en las coincidencias con la red viaria moderna.
Movilidad cortesana y control del territorio
El Imperio persa, que se extendió desde Anatolia hasta el Indo entre el 550 y el 330 a.C., se caracterizó por una gobernanza itinerante. Los reyes aqueménidas se desplazaban de forma periódica entre sus distintas capitales —Susa, Persépolis, Ecbatana, Babilonia y Sardes— para reafirmar su autoridad. Estos viajes, conocidos como traslados de corte o desplazamientos peripatéticos, implicaban el traslado de miles de acompañantes, animales y vehículos. Salaris insiste en que trasladar al rey equivalía a mover el centro mismo del poder imperial, por lo que cada desplazamiento requería una compleja infraestructura logística.
Este sistema de movilidad se convertía, así, en un importante mecanismo de control político. El rey, durante su viaje, no solo inspeccionaba las provincias, sino que también hacía visible la soberanía persa en todo el territorio. El Camino Real fue, en ese sentido, un instrumento de comunicación tanto simbólica como material.

Una metodología geoespacial pionera para modelar la ruta entre Susa y Persépolis
Reconstruyendo la red viaria persa
Mediante el uso de modelos de información geográfica (SIG), Salaris ha podido reconstruir las rutas más probables que unieron Susa y Persépolis, dos de las principales capitales del Imperio persa entre los siglos VI y IV a.C. Para ello, ha recurrido a los modelos SIG de “corredores de coste mínimo” (Least-Cost Corridor Modelling, LCC), que sustituyen los tradicionales análisis de “menor coste” (LCP).
Mientras los modelos de menor coste calculan una línea óptima entre dos puntos, el método de Salaris identifica zonas de probabilidad de tránsito, más acordes con la flexibilidad del movimiento antiguo. Los datos se han basado en el modelo digital del terreno SRTM-30m.
El análisis ha establecido un umbral máximo de pendiente del 8 %, basado en estudios previos sobre las condiciones de transporte necesarias para moverse con vehículos de tracción animal. Esta cifra refleja el límite de pendiente que podían soportar los carros reales sin poner en riesgo su estabilidad. El modelo, además, ha penalizado las pendientes más pronunciadas, lo que ha permitido obtener un retrato topográfico realista del esfuerzo necesario para mover el convoy imperial. Con todo ello, Salaris ha podido reconstruir un mapa predictivo de los corredores más viables, determinado por la orografía, el acceso al agua y la amplitud del terreno.
La validación arqueológica del modelo
Salaris, además, ha contrastado los resultados de la simulación digital con aquellos yacimientos arqueológicos que se han identificado como posibles estaciones de paso. Uno de los casos más representativos lo ofrece el yacimiento de Qaleh-ye Kali, en la región de Mamasani, que coincide con uno de los corredores del modelo. Las estructuras arquitectónicas, los almacenes y la presencia de materiales de prestigio sugieren que el lugar pudo funcionar como parada regia. Además, su localización —en una llanura fértil atravesada por el río Fahliyan— concuerda con los criterios logísticos del modelo propuesto por Salaris.

La red logística del poder aqueménida
El artículo de Salaris reconstruye también las condiciones físicas de las vías. Los caminos destinados a la corte debían tener una anchura mínima de entre 5 y 7 metros, comparable a los estándares romanos en Asia occidental. Una ruta demasiado estrecha habría obligado a la caravana a avanzar en una sola columna de más de 10 kilómetros de longitud, lo que habría ralentizado enormemente el desplazamiento. Esto explicaría la necesidad de contar con infraestructuras amplias y estables, capaces de absorber el tránsito de carros, animales y séquitos de hasta 20.000 personas.
En cuanto a las paradas, las fuentes clásicas distinguen entre las estaciones ordinarias (hipponeis) y las estaciones reales (stathmoi basilikoi). Estas últimas funcionaban como auténticos palacios temporales, dotados de pabellones, almacenes y acceso directo a los recursos agrícolas y acuíferos. La base de datos Persepolis Fortification Archive respalda esta interpretación al documentar el abastecimiento sistemático de víveres y materiales “ante el rey” en lugares vinculados a las fincas reales y los jardines.

Un instrumento de control político y territorial
El estudio de Davide Salaris revela la función ideológica del Camino Real. Puesto que mover la corte equivalía a desplegar la presencia física del rey en sus dominios, el trayecto entre Susa y Persépolis no solo conectaba los espacios, sino que tejía una red de poder que conectaba al rey con las élites regionales. En este sentido, el trabajo de Salaris redefine la función de los caminos persas como ejes de articulación del imperio.
Referencias
- Salaris, Davide. 2025. “‘Royal’ road, ‘royal’ needs: a GIS-based approach to Achaemenid court logistics between royal capitals of Susa and Persepolis”. Antiquity. DOI: 10.15184/aqy.2025.10227.
Cortesía de Muy Interesante
Dejanos un comentario: