“Un mundo mejor”: el poder de la sanación emocional


En medio de una cinematografía nacional que suele abordar la violencia desde el realismo crudo o el testimonio social, “Un mundo mejor” propone una mirada distinta. La nueva película escrita y dirigida por Janett Juárez y protagonizada por Raúl Briones, cuatro veces ganador del Ariel, apuesta por la introspección, la resiliencia y la sanación emocional como caminos posibles en un país herido. El filme se estrenará en salas de todo México -en Guadalajara se podrá ver en Cinemex y en la Cineteca FICG- hoy, 9 de octubre, en el marco del Día Mundial de la Salud Mental que se celebra el 10 de octubre.

La cinta narra la historia de “Víctor” (Raúl Briones), un sobreviviente de secuestro que padece estrés postraumático y agorafobia, y cuya vida cambia cuando un niño de nombre “Santiago” (Mateo Díaz) irrumpe en su rutina de aislamiento. A través de ese vínculo, la película explora la amistad como motor de redención. Para Juárez, se trata de un proyecto profundamente personal, escrito hace más de una década y madurado con el tiempo. “Lo escribí en 2012. Luego tuve la posibilidad de adaptarlo a una obra de teatro, lo que me permitió conocer mejor a los personajes y darles tridimensionalidad. Se cocinó durante mucho tiempo y, justo en el momento de la pandemia, el universo me dijo: es el momento”, compartió en entrevista con EL INFORMADOR.

Ese impulso coincidió con la visión del productor David de la Garza Villarreal, quien años atrás había visto la obra teatral y alentó a convertirla en película. “Él dijo: ‘Este es el momento de darle una oportunidad a ‘Un mundo mejor’”, relata Juárez, convencida de que las historias también encuentran su propio tiempo para ser contadas.

Descentralización del cine y responsabilidad social

Para Raúl Briones, además del reto actoral, “Un mundo mejor” representó su debut como productor asociado, un paso que asumió por convicción. Su decisión, explica, responde a una postura política sobre la necesidad de descentralizar la producción cinematográfica en México.

“A veces se cree que descentralizar el cine es llevar tu película al interior de la República, contestar unas preguntas y regresar a la Ciudad de México. Creo que no”, afirma para EL INFORMADOR. “Hay que asumir una responsabilidad en torno a prestarle tu propia voz a quienes están queriendo hablar desde el interior del país, como Janett, con un guion tan sensible sobre lo que vivimos desde esta irresponsable guerra contra el narcotráfico”.

El actor, originario de Tlaxcala, señala que el sistema centralizado de producción “obliga a que los talentos del interior emigren a la capital para desarrollarse”, una situación que él mismo padeció. “Me tuve que venir a la Ciudad de México, y sigo soñando con algún día regresar a Tlaxcala, tener mi casa y mi huerto, y construir un proyecto cultural allá”.

Participar como productor le permitió involucrarse también en las decisiones creativas y en el trabajo con Mateo, el niño coprotagonista del filme. “Llegamos a la conclusión de que ser productor asociado era lo mejor para que yo pudiera tomar ciertas decisiones creativas, como ser coach de Mateo”, comenta. “Mientras Janett se concentraba en la fotografía y la locación, yo trabajaba con él desde la parte actoral. Fue una película muy guerrera y guerrillera que resulta, al final, muy conmovedora y positiva”.

Aunque “Un mundo mejor” surge de un contexto de violencia, Juárez deja claro que su interés no estaba en mostrarla, sino en explorar sus efectos emocionales. “Era imperativo hablar de la violencia, pero no quería retratarla en sí”, explica. “Eso lo vemos todos los días en las noticias. Para mí era más importante retratar cómo se siente y cómo se vive la violencia desde el interior”.

La cineasta confiesa que el paso del tiempo le dio perspectiva para desarrollar la historia. “Cuando escribí el guion ni siquiera existían las terapias en línea, y yo ya las había incluido para un personaje con agorafobia. Luego, llegó la pandemia y nos obligó a vivir en estas pequeñas islas artificiales donde teníamos todo, pero sin conexión orgánica con los demás. Creo que esa distancia emocional es parte de lo que vivimos como sociedad”.

La directora sostiene que su objetivo era equilibrar el dolor con un mensaje de esperanza. En ese proceso, dice, la inocencia de Mateo fue clave. “Él le dio una creatividad muy pura al personaje. Para mí, los niños son esa pequeña luz. Muchas veces son más sabios que los adultos porque aún no están contaminados por el ruido exterior”.

La salud mental en el centro

“Un mundo mejor” también aborda la salud mental como un tema urgente. Juárez reconoce que, aunque en México se habla cada vez más del tema, aún se representa poco en el cine nacional. “La salud mental se debe retratar de muchas maneras y sin dar respuestas fáciles. No se trata de decir que todo se soluciona por arte de magia, sino de mostrar que es un proceso con muchos caminos. A veces los pequeños cambios hacen un mundo de diferencia”.

Ese planteamiento también se reflejó en la interpretación de Raúl Briones, quien llevó al personaje desde su propia experiencia emocional. “Estábamos atravesando la pandemia y yo había vivido mi propio aislamiento. Experimenté por primera vez ataques de pánico y ansiedad, y comencé a entender los síntomas físicos de un estado emocional”, cuenta. 

“Vas al médico, te hacen estudios y todo parece estar bien, pero te sientes mal. Te mareas, sientes vértigo, el corazón late distinto y crees que algo grave te pasa. Así se construye una fobia”.

El actor explica que esa vivencia lo ayudó a conectar con su personaje y con el trasfondo social de la historia. “No es una agorafobia de nacimiento, sino derivada de lo social. Los adultos nos enfermamos de cierta forma, y son los niños los que nos vienen a recordar que a veces es más fácil continuar”.

Durante el rodaje, Briones afirma que Mateo le enseñó a reconectarse con la esencia del oficio actoral: el juego. “A través del juego me recordó esta premisa básica: la actuación no es otra cosa más que jugar. Luego se vuelve sofisticado, pero al final es jugar a la casita, jugar a presentar lo que nos pasa en el día a día. Cuando te llaman a comer, apagas la ficción y regresas a la realidad. Ese es el maravilloso mundo de la infancia”.

El cine regio, una trinchera creativa

Rodada en Monterrey, la película también refleja el esfuerzo de hacer cine fuera del centro del país. Para Janett Juárez, filmar desde esa ciudad implicó enfrentar limitaciones, pero también reafirmar su identidad. “Monterrey es una ciudad llena de dicotomías, pero la amo con todas sus contradicciones”, expresa. “Es una ciudad trabajadora e industrial, pero hace falta darle más valor a lo creativo. El cine es una industria que también merece atención y apoyo”.

Juárez destaca que existen nuevos esfuerzos para fortalecer la producción local. “A través de Conarte y de los nuevos clústeres se busca impulsar la industria cinematográfica. Hay cineastas del norte haciendo un gran trabajo: Paloma Petra, Carlos Lenin Treviño, Humberto Garza… Hay talento, solo falta más empuje y conciencia”.

Además de directora, Juárez es maestra y crítica de cine, roles que le han permitido comprender mejor los desafíos del medio. “Amo el cine en todas sus variantes”, dice. “Creo en la importancia de la difusión y en abrir espacios a otras voces. Si puedo abrir la puerta a alguien más, lo haré con todo mi corazón”.

Amistad, empatía y solidaridad

“Víctor”, tras un secuestro en México, emigra a Estados Unidos donde lleva una vida de auto encierro y monotonía. Todo cambia al conocer al niño Santiago, quien le mostrará que “cuando todo parece perdido, la esperanza de un mundo mejor es lo que nos mantiene a flote”.

CT

Cortesía de El Informador



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