Pocas esculturas simbolizan tanto el poder de una ciudad como el León alado de San Marcos, emblema de la Serenísima República de Venecia y figura central de su imaginario político desde el siglo XIII. Erguido sobre una de las dos columnas de la piazzetta, frente a la basílica, este coloso de bronce de más de cuatro metros de longitud se ha interpretado como una obra helenística, medieval o incluso bizantina. Sin embargo, un estudio reciente ha revolucionado por completo esta visión al demostrar que el metal usado para fundir la estatua procede del valle inferior del río Yangtsé, en China, y que su forma original podría remontarse a una criatura funeraria de la dinastía Tang (618–907 d.C.).
De emblema sagrado a icono de Estado
El trabajo, publicado en la revista Antiquity en 2025 y firmado por un equipo de investigadores italiano, ha combinado el análisis estilístico con la más avanzada arqueometría. La hipótesis que propone es tan audaz como verosímil. El famoso león de San Marcos habría nacido a partir de una escultura china reutilizada y modificada en la Edad Media para encarnar el símbolo del evangelista. La investigación ha permitido identificar una firma metalúrgica inequívocamente vinculada con las minas del bajo Yangtsé, una de las principales regiones productoras de cobre del mundo antiguo.
Según los registros históricos, las dos grandes columnas de la plaza de San Marcos se erigieron poco después de 1261, probablemente con materiales traídos de Asia Menor. Se sabe que el león ya figuraba sobre su pedestal en 1293, cuando un documento menciona su restauración.Siglos después, Napoleón lo mandó trasladar a París en 1797 como trofeo de guerra, y no regresó a Venecia hasta 1815, en un estado fragmentario. Lo restauró Bartolomeo Ferrari, quien le añadió las alas actuales.
Durante el siglo XIII, el León alado pasó de ser una figura devocional a un símbolo político de primer orden. Desde 1261, cuando el dogo Ranieri Zeno recibió el estandarte con un león veneciano con las alas curvadas hacia la cabeza, la imagen se convirtió en el emblema de la república. Las monedas, los sellos y los textos de la época muestran su rápida institucionalización. En este contexto, la aparición de una escultura monumental capaz de representar el nuevo ideal político veneciano resulta plenamente coherente. Con todo, su estilo, tan alejado de los parámetros del arte románico o gótico, desconcertó a los estudiosos durante siglos.

Una criatura oriental bajo el bronce veneciano
El equipo liderado por Artioli demuestra que el León de San Marcos presenta rasgos morfológicos desconocidos en la escultura europea medieval, pero muy similares a los de los zhènmùshòu, los “guardianes de tumbas” chinos de la dinastía Tang. Estas figuras híbridas, mitad felinos, mitad seres fantásticos, se colocaban en los mausoleos para proteger a los difuntos y ahuyentar los espíritus malignos. De cerámica o bronce, solían mostrar como características principales mofletes hinchados, orejas puntiagudas, colmillos prominentes y crines onduladas. El león veneciano comparte estos rasgos casi punto por punto.
El examen de la estatua leonina ha revelado que la escultura se modificó en varias etapas. Las cicatrices visibles en la cabeza indican la eliminación de uno o dos cuernos, mientras que un añadido metálico cubre, a modo de peluca, la zona donde se soldaron esas heridas. Las alas, por su parte, se añadieron en el siglo XIX, pero, debajo de ellas, se conservan huellas de un plumaje original. Este dato sugiere que la estatua ya habría poseído alas antes de su transformación veneciana.
Los investigadores estiman que el bronce pudo representar, en origen, a un píxiū o a un bìxié, criaturas apotropaicas comunes en la iconografía Tang. Su estilización se habría adaptado posteriormente a las exigencias del nuevo símbolo republicano.

Más allá del análisis estilístico, la prueba decisiva de su origen oriental procede de la geoquímica del bronce. Los autores obtuvieron tres muestras de diferentes partes de la escultura y las analizaron mediante espectrometría de masas con plasma acoplado (ICP-MC-MS). Al comparar las proporciones isotópicas de plomo con bases de datos de yacimientos metalíferos de Eurasia, hallaron una coincidencia inequívoca con los depósitos de Anhui y Zhejiang, en el bajo valle del Yangtsé, y no con los de Europa o Anatolia, como se había supuesto.
Los resultados muestran una homogeneidad isotópica sorprendente, pese a las restauraciones y las refundiciones posteriores. Ello implica que las partes originales del león se fundieron con cobre procedente de una misma fuente oriental, con probabilidad de los distritos de Guishan, Yaojialing o Anji. La aleación contiene, además, un 15 % de estaño y pequeñas cantidades de plomo y zinc, proporciones típicas de los bronces chinos de la Alta Edad Media. La coincidencia con una muestra del yacimiento de Yinxu (siglo XI a.C.), analizada recientemente, refuerza la hipótesis de que las minas del Yangtsé se explotaban desde la época Shang y continuaron activas durante la dinastía Tang.

Un posible viaje a través de la Ruta de la Seda
Si tanto el metal como el estilo general de la pieza tienen un origen chino, ¿cómo llegó la escultura a Venecia? El estudio propone un escenario fascinante: el traslado del león pudo haberse efectuado durante los viajes de Niccolò y Maffeo Polo, el padre y el tío de Marco Polo, quienes entre 1264 y 1268 residieron en la corte de Kublai Kan en Khanbaliq (actual Pekín). Durante ese periodo, los mercaderes venecianos pudieron adquirir una gran escultura funeraria Tang, quizá conservada en un taller imperial. De regreso a Occidente, el objeto se habría transformado, quizás, para adaptarlo a la nueva simbología política de la Serenísima.
Aunque no existen documentos que confirmen esta transacción, la coincidencia temporal entre los viajes de los Polo y la institucionalización del emblema de San Marcos en Venecia resulta llamativa. El león podría haber viajado desmontado a lo largo de la Ruta de la Seda o, quizás, pudo haberse adquirido más tarde en Constantinopla, donde confluían objetos exóticos procedentes del Lejano Oriente. En cualquier caso, el bronce llegó a Venecia antes de 1293, fecha en que aparece documentado en su emplazamiento actual.

Ciencia y diplomacia en el Mediterráneo medieval
El hallazgo no solo reescribe la historia de esta escultura emblemática, sino que también revela la profundidad de las conexiones euroasiáticas en plena Edad Media. Venecia, cuyo poder comercial se extendía desde el Adriático hasta el Mar Negro, pudo incorporar a su iconografía un objeto oriental para representar su propia autoridad.
La reinterpretación de Artioli y sus colegas desafía también la idea de que los contactos entre Europa y China se limitaron a la circulación de bienes ligeros como porcelanas o sedas. El traslado de una estatua de más de cuatro metros implica redes logísticas y diplomáticas de gran alcance, y sugiere que los objetos de bronce pudieron circular como presentes diplomáticos o botines de guerra, tal vez a través de los intermediarios mongoles. El propio hecho de que el león haya sobrevivido a las persecuciones budistas del siglo IX, que destruyeron miles de estatuas en China, añade una capa de misterio a su periplo.
Referencias
- Artioli, G. et al. 2025. “The Chinese identity of St Mark’s bronze ‘Lion’ and its place in the history of medieval Venice“. Antiquity, 99(407): 1372–1388. DOI: 10.15184/aqy.2025.10159
Cortesía de Muy Interesante
Dejanos un comentario: