Un siglo y medio de dinosaurios en España: ciencia, historia y patrimonio

Este año se cumple el 153 aniversario desde que en 1872 se realizara la primera documentación científica escrita sobre dinosaurios en España. Fósiles procedentes de Utrillas (Teruel) y Morella (Castellón) forman parte de esta efeméride. Fue el valenciano y primer catedrático de Geología y Paleontología de la Universidad Central de Madrid Juan Vilanova y Piera (1821-1893), quien en su Compendio de Geología diera a conocer esos fósiles. Esos mismos hallazgos los comunicó a la Sociedad Española de Historia Natural durante la sesión del 5 de febrero de 1873 asignándolos al género Iguanodon. También, en ese mismo año, el geólogo navarro Justo Egozcue asignó a Megalosaurus un diente procedente de Asturias y que había sido atribuido previamente, en 1858, a un diente de tiburón. Así que, ya en 1873, se habían asignado algunos fósiles de dinosaurios de nuestro país como pertenecientes a los que son considerados como los dos primeros géneros de dinosaurios conocidos en el mundo: Megalosaurus (1824) e Iguanodon (1825). Sin embargo, desde aquellas primeras aportaciones científicas del siglo xix, el estudio de dinosaurios en España avanzó muy poco y los siguientes descubrimientos relevantes no se realizaron hasta finales de la década de 1910 por José Royo y Gómez.

Todas esas investigaciones científicas de los albores de los dinosaurios en España supusieron el inicio de los numerosos e importantes hallazgos paleontológicos que se han dado a conocer hasta hoy en nuestro país y que, en algunos casos, han aportado nuevos géneros y especies de referencia para la dinosauriología mundial. España cuenta con un registro fósil muy representativo para el conocimiento de la evolución de los «lagartos terribles» desde el Jurásico Superior hasta el Cretácico Superior (desde hace unos 150 millones de años hasta los 66). En este prolongado intervalo geológico de casi 90 millones de años se presenta una gran diversidad y abundancia de tipos de dinosaurios. Esto convierte a España, sin duda, en el área de mayor importancia de Europa para su estudio y en el objetivo del foco de numerosos equipos científicos mundialmente reconocidos. Este hecho es todavía más relevante si a los fósiles españoles les sumamos el registro fósil de estos vertebrados en Portugal. De esta manera, se amplía el intervalo geológico de relevancia de los dinosaurios ibéricos a los 100 millones de años (al incorporarse excelentes yacimientos de icnitas —huellas fosilizadas— de dinosaurios del Jurásico Medio de nuestro país vecino).

Desde 1872, tuvieron que pasar 115 años más para dar a conocer el primer nuevo género de dinosaurio descrito en España. Fue el saurópodo Aragosaurus ischiaticus que, como su nombre indica, se identifica con Aragón al amparo de la procedencia turolense de sus fósiles. Desde entonces (1987), y hasta hoy en día, se han descrito casi cuarenta nuevos dinosaurios no avianos, lo que da a entender el prolífico trabajo de los diferentes equipos de investigación dispersos por el país. Algunos de los dinosaurios más representativos a finales del Jurásico, hace unos 150-145 millones de años, son el saurópodo gigante europeo Turiasaurus riodevensis, su «hermano» turiasaurio Losillasaurus giganteus y el ornitópodo Oblitosaurus bunnueli, entre otros.

Huellas de dinosaurios saurópodos en el yacimiento asturiano de La Griega, en Colunga. Fuente: Rosalía Gutiérrez.
Huellas de dinosaurios saurópodos en el yacimiento asturiano de La Griega, en Colunga. Fuente: Rosalía Gutiérrez.

Del Cretácico Inferior (en concreto de los pisos geológicos denominados Barremiense y Aptiense con unos 125-120 millones de años de antigüedad) destacan, por ejemplo, los ornitópodos Iguanodon galvensis y Morelladon beltrani, los saurópodos Europatitan eastwoodi, Tastavinsaurus sanzi y Garumbatitan morellensis y los terópodos Camarillasaurus cirugedae, Concavenator corcovatus, Pelicanimimus polyodon y Riojavenatrix lacustris. En el Albiense, con unos 110 millones de años de antigüedad, especialmente importantes son el ornitópodo Proa valdearinnoensis y el anquilosaurio Europelta carbonensis. En lo que respecta al Cretácico Superior, los saurópodos Lirainosaurus astibiae, Lohuecotitan pandafilandi y Abditosaurus kuehnei o el ornitópodo Arenysaurus ardevoli son algunos de los más representativos. Sin embargo, al margen de estos y de otros nuevos taxones descritos en España, miles de fósiles de dinosaurios de diversa índole (sobre todo huesos, huellas y huevos) han sido excavados en cientos de yacimientos distribuidos por diez comunidades autónomas españolas.

Importancia de la península ibérica en el estudio de los dinosaurios

Con los antecedentes del apartado anterior, se puede afirmar que la extraordinaria y diversa riqueza del registro fósil de dinosaurios en la península ibérica representa la sucesión faunística de estos vertebrados durante los últimos 100 millones de años del Mesozoico. Por ello, especialmente España, es de extraordinaria relevancia a nivel mundial por ser una enorme «ventana» a través de la cual se puede observar al cambio importante de faunas de dinosaurios producidas entre el Jurásico y el Cretácico (hace unos 145 millones de años), además de mostrar a los últimos dinosaurios de Europa. También, a través de la simbiosis entre los estudios sedimentológicos y paleontológicos, quedan reflejados la mayor parte de los múltiples modos de vida y ambientes en los que vivieron los dinosaurios. Por otra parte, la abundante presencia de yacimientos con restos directos (huesos y dientes) y con restos indirectos (huellas, huevos, etc.) de dinosaurios en edades geológicas similares, permite una relación lógica entre los dos tipos de fósiles.

Por lo tanto, la península ibérica es uno de los mejores lugares del mundo para relacionar, por ejemplo, un tipo de huella con su potencial dinosaurio productor del que también conocemos sus huesos. Además, esta excepcional relación entre la diversidad icnológica y los restos directos existentes, permite comprobar la evolución de los dinosaurios desde el Jurásico Medio hasta el Cretácico Superior, así como establecer hipótesis sobre su dispersión y formas de vida en un área muy restringida, delimitada por una única placa tectónica, la «placa Ibérica». Esta, desde la fragmentación del supercontinente Pangea, actuó como una isla o como un puente intercomunicador de las diferentes faunas de vertebrados existentes (entre ellos los dinosaurios) entre las grandes masas continentales circundantes.

Reproducción escultórica del saurópodo Lohuecotitan en los exteriores del Museo Paleontológico de Castilla-La Mancha (Cuenca).
Reproducción escultórica del saurópodo Lohuecotitan en los exteriores del Museo Paleontológico de Castilla-La Mancha (Cuenca). Fuente: Alberto Cobos.

Los dinosaurios como recurso científico y geoturístico en España: el ejemplo de Dinópolis en Teruel

El impacto de las investigaciones paleontológicas sobre dinosaurios y su entorno paleontológico y geológico supone un revulsivo científico, cultural y socioeconómico muy relevante en diversos países; Argentina, Alemania, Australia, Bolivia, Canadá, China, Corea del Sur, Estados Unidos o Japón son, en diversas escalas y ámbitos, ejemplo de ello. La proliferación de parques paleontológicos, museos, geoparques, centros de interpretación, rutas, etc. se ha multiplicado en los últimos años. Estos lugares son visitados por miles de personas atraídas por la historia de la vida en la Tierra. España es uno de los países más representativos en el mundo respecto a la utilización de los dinosaurios como factor de desarrollo territorial.

A grandes rasgos, en España se han excavado, adecuado y habilitado varios yacimientos de icnitas de dinosaurios, convirtiéndose en «museos de sitio» en aquellas comunidades autónomas en las que destaca este recurso (principalmente en Aragón, Castilla y León, Cataluña, Comunidad Valenciana, La Rioja y Principado de Asturias). En estas y en otras comunidades se han instaurado centros paleontológicos de diversa envergadura e índole. Algunos de ellos destacan en Aragón, como el Parque Paleontológico Dinópolis en la provincia de Teruel o centros paleontológicos locales en algunos municipios de Huesca y Zaragoza, en el Principado de Asturias se encuentra el Museo Jurásico de Asturias, en Castilla y León el Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes (Burgos), en Castilla-La Mancha el Museo Paleontológico en Cuenca, en La Rioja los centros paleontológicos de Enciso e Igea y en la Comunidad Valenciana el Museo Paleontológico de Alpuente (Valencia) y Temps de Dinosaures en Morella (Castellón). Por último, en Cataluña existen varios centros de carácter local en las provincias de Barcelona y Lleida. Además, también se deben tener en cuenta algunos museos, como el Museu de l’Institut Català de Paleontologia Miquel Crusafont en Sabadell, el Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC) en Madrid, así como los Museos de Ciencias Naturales de Álava y Valencia o de las universidades de Valencia y Zaragoza, entre otros.

En general estos centros están ligados, en mayor o menor medida, a equipos científicos universitarios y/o a instituciones oficiales que no tienen sus sedes en los entornos fosilíferos. Sin embrago, la mayor parte de ellos se sitúan en zonas altamente despobladas y no se les suele dotar con las infraestructuras y las personas necesarias para la investigación. No obstante, y al margen de que algunos centros cuentan con técnicos al amparo de subvenciones puntuales, el caso de Teruel es único y diferenciador. En esta provincia se viene potenciando la presencia permanente de especialistas en paleontología que desarrollan su investigación en el propio entorno del que proceden los fósiles. En 1998 el Gobierno de Aragón constituyó la Fundación Conjunto Paleontológico de Teruel-Dinópolis, como una institución científica ligada inexorablemente al proyecto científico-turístico conocido comercialmente como Dinópolis.

El objetivo de esta iniciativa es dinamizar económica y científicamente a la provincia aragonesa de la que proceden la mayor parte de fósiles de dinosaurios de Aragón y de buena parte de los dinosaurios más emblemáticos de España (aproximadamente un tercio de los descritos en el país). Los objetivos de la Fundación están enfocados a investigar, conservar y difundir el patrimonio paleontológico en general. Desde ese año (1998), los hallazgos de dinosaurios se han multiplicado exponencialmente en la provincia, ya que el equipo científico de la Fundación ha descubierto y/o excavado cientos de nuevos yacimientos, lo que ha servido para describir nuevos taxones o icnotaxones y para profundizar en el conocimiento de grupos, géneros o especies ya conocidas. En las colecciones de la Fundación —reconocida como Unidad de Paleontología de Teruel por el Gobierno de España y como centro de I+D+i y Museo Aragonés de Paleontología por el Gobierno de Aragón— están depositados más de 62 000 fósiles. La mayor parte son de dinosaurios o de otros vertebrados mesozoicos y han sido excavados por el propio equipo de la institución.

Gran huella del dinosaurio ornitópodo Iguanodon procedente de El Castellar (Teruel). Museo Aragonés de Paleontología.
Gran huella del dinosaurio ornitópodo Iguanodon procedente de El Castellar (Teruel). Museo Aragonés de Paleontología. Fuente: Alberto Cobos.

Con todos estos recursos, sustentados científicamente a través de la labor investigadora de la Fundación y de sus colaboraciones con diversos equipos nacionales e internacionales, Dinópolis ofrece al visitante una amplia oferta científica y turística. Su sede de la capital turolense tiene, entre los múltiples atractivos orientados principalmente para la visita desde un punto de vista más lúdico, un gran museo paleontológico de más de 10 000 m2, siendo el mayor complejo existente en Europa con respecto a la difusión de la historia de la vida en la Tierra. Además, hay que añadir los diferentes centros de Dinópolis dispersos por la provincia (Peñarroya de Tastavins, Galve, Rubielos de Mora, Castellote, Albarracín, Riodeva y Ariño), donde se presentan exposiciones temáticas relacionadas con la paleontología local.

Desde la inauguración de la sede principal en la ciudad de Teruel en el año 2001, el conjunto de centros de Dinópolis ha sido visitado por casi 3 800 000 personas (una media de unas 163 000 al año), para una provincia de apenas 135 000 habitantes y unos 9 por km2. A ello hay que añadir que la capital turolense tiene unos 35 000 habitantes y que algunos de los otros siete municipios con sedes de Dinópolis apenas si sobrepasan los 100 empadronados, en comarcas de poco más de 2 habitantes por km2. A lo largo de las dos últimas décadas Dinópolis se ha consolidado como uno de los principales motores científicos y turísticos de la provincia de Teruel (especialmente en el entorno de la capital), haciendo que la paleontología en general y la de dinosaurios en particular sea parte del ocio de millones de personas.

Pero en Teruel también existen otras iniciativas que complementan todavía más la oferta paleontológica de dinosaurios de la provincia y que hacen de ella un lugar de destino único. La comarca Comunidad de Teruel ha hecho de la paleontología su seña de identidad tractora desde el punto de vista turístico, a través de la marca DinoExperience y potenciando la investigación y la adecuación de yacimientos en diversos municipios, como Ababuj, Aguilar del Alfambra, Galve y Riodeva. Los dinosaurios también son parte de la esencia del Parque Cultural del Maestrazgo- Geoparque Mundial de la UNESCO (el primer geoparque instaurado en España), del Parque Cultural del Río Martín y de otras múltiples iniciativas en varias comarcas y municipios turolenses. Los «lagartos terribles» también se pueden disfrutar recorriendo la Carretera de las Huellas de Dinosaurio, que conecta Teruel, Galve y El Castellar, con otros municipios de importancia paleontológica.

En definitiva, Teruel se diferencia porque los especialistas en investigación, conservación y difusión educativa desarrollan su trabajo en el lugar del que proceden los fósiles y por ser un gran museo paleontológico a cielo abierto.

Cortesía de Muy Interesante



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