Un tintero procedente del yacimiento de Conimbriga permite reconstruir la receta de la tinta con la que se escribía en el Imperio romano

La ciudad romana de Conimbriga, una de las urbes mejor conservadas de la antigua Lusitania, ha proporcionado a la arqueología un testimonio extraordinario de la cultura escrita romana. Durante las excavaciones vinculadas a la muralla tardía, los arqueólogos han recuperado un tintero metálico de tipo Biebrich que aún conservaba restos de tinta en su interior. Es extremadamente raro que las tintas romanas sobrevivan al paso del tiempo en los contextos arqueológicos y aún más excepcional que lo hagan en el contenedor original. La extraordinaria combinación de un contexto estratigráfico claro, un objeto bien preservado y un residuo intacto en el interior del recipiente ha ofrecido una oportunidad única: reconstruir la composición de la tinta empleada por quienes escribían en Conimbriga hace casi dos mil años.

Un hallazgo excepcional en el extremo occidental del Imperio

El tintero apareció en un nivel arqueológico asociado a los trabajos de demolición del anfiteatro y a la construcción de la muralla tardoimperial. Su tipología, sin embargo, apunta a una cronología más temprana, en torno a la primera mitad del siglo I d. C. El hallazgo del tintero en este nivel, vinculado a un gran proyecto arquitectónico, sugiere que pudo pertenecer a un arquitecto o redemptor responsable de la supervisión y la contabilidad de la obra. El contexto funcional, por tanto, vincula este tintero al mundo de la administración romana, donde la escritura era una herramienta esencial de la vida cotidiana.

Distribución geográfica de los tinteros de tipo Biebrich. Fuente: Oliveira et al. 2025

Un tintero de tipo Biebrich en el occidente peninsular

Los tinteros Biebrich constituyen una tipología característica común en el área del Rin y en el norte de Italia. Se han localizado ejemplares en campamentos militares y en centros urbanos prósperos como Asciburgium, Ljubljana, Nijmegen, Vindonissa, Colonia o Pompeya. Fuera de estas áreas, sin embargo, se documentan raramente. Puesto que en la península ibérica su presencia era prácticamente desconocida, el ejemplar de Conimbriga se convierte en el tintero Biebrich hallado en el sector más occidental del Imperio romano de todos los registrados hasta ahora.

El objeto, de 94,3 gramos de peso, se fabricó en bronce mediante colada y con un acabado a torno. Presenta una decoración de líneas torneadas y un volumen interno de unos 34 ml. La aleación metálica compuesta por 79 % de cobre, 11,5 % de estaño y 8,9 % de plomo, coincide plenamente con los patrones de la metalurgia romana, que recurría al plomo para mejorar la fluidez del bronce. La calidad de la manufactura indica, según los investigadores, que se trata de un instrumento de escritura duradero y sofisticado.

Tintero de Conimbriga
El tintero de Conimbriga. Fuente: Oliveira et al. 2025

Así se analizó la tinta romana: una batería de técnicas punteras

El análisis del contenido del tintero combinó microscopía, espectroscopía, cromatografía, pirólisis y espectrometría de masas. Esta perspectiva multidisciplinar permitió identificar tanto los componentes minerales como los orgánicos de su composición. Las técnicas empleadas (XRF, ATR-FTIR, Raman, SEM-EDS, NMR, GC-MS y Py-GC-MS) proporcionaron datos complementarios sobre la naturaleza del pigmento, los aglutinantes y las sustancias añadidas para mejorar la adhesión, la fluidez y la estabilidad de la tinta sobre los soportes de escritura.

Los análisis identificaron carbono amorfo procedente de combustión incompleta, calcita, fosfatos compatibles con hueso calcinado, hierro, residuos lipídicos, monoglicéridos y diacilglicéridos, ácidos grasos, amidas, restos de resinas de coníferas y ésteres cerosos asociados a cera de abeja. Tal variedad de sustancias reveló una receta extraordinariamente rica y compleja.

Conimbriga
Mapa del yacimiento que muestra dónde se encontró el tintero. Fuente: Oliveira et al. 2025

La sorprendente receta: una tinta “mixta” con carbono, hueso, hierro, cera y grasas animales

La tinta de Conimbriga representa un ejemplo paradigmático de lo que los especialistas denominan tinta mixta. Combina un pigmento carbonoso, probablemente hollín o alquitrán producido mediante la combustión de madera de coníferas, con componentes propios de las tintas metaloácidas, sobre todo el hierro procedente de compuestos de sulfato férrico y los taninos, detectados en trazas.

Este hallazgo confirma que las tintas mixtas no fueron una innovación medieval, sino que ya se utilizaban en el ámbito romano. Segú los estudiosos, este uso podría explicarse como resultado de la experimentación local o, quizás, de la transmisión de conocimientos técnicos a larga distancia.

El pigmento carbonoso se acompañaba de hueso calcinado, que actuaba como refuerzo cromático y aportaba fosfatos y calcio. La presencia de cera de abeja se asocia a su función como estabilizante y aglutinante, mientras que los residuos lipídicos y las amidas sugieren el empleo de grasas y colas animales, ingredientes documentados en recetas antiguas descritas por Plinio, Vitruvio y Dioscórides. El análisis también identificó un conjunto diverso de hidrocarburos aromáticos policíclicos, incluido el reteno, indicador de resinas de coníferas, que apuntan a combustiones a temperaturas superiores a 500 °C.

La complejidad de la mezcla indica, por tanto, un conocimiento técnico avanzado y una selección deliberada de materiales para producir una tinta muy negra, estable y duradera, ideal para la redacción de documentos administrativos o textos que debían conservarse en el tiempo.

Residuos de tinta de Conimbriga
Resultados del análisis de los residuos de tinta. Fuente: Oliveira et al. 2025

Implicaciones para la historia de la escritura romana

Este tintero lusitano, además de revelar cómo se fabricaba la tinta en el Imperio romano, también muestra cómo circulaban los objetos, las recetas y el conocimiento técnico en la antigüedad. Su presencia en Conimbriga demuestra la llegada de herramientas de escritura de alta calidad a las provincias occidentales, así como la práctica activa de la escritura en los ámbitos administrativos y profesionales.

Al mismo tiempo, la identificación de una tinta mixta obliga a reconsiderar la cronología y la geografía del desarrollo de las tintas con hierro, que, hasta el momento, solían considerarse propias de la antigüedad tardía o de la Edad Media. La evidencia procedente de Conimbriga, por tanto, amplía este horizonte cronológico de manera significativa.

Referencias

Cortesía de Muy Interesante



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