Cuando escuchamos la palabra “tsunami”, solemos imaginar una ola gigantesca que arrasa todo a su paso en costas lejanas. Sin embargo, Mario Picazo, meteorólogo español, ha usado este término para describir los recientes efectos de la DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) en la península ibérica. En concreto, se refirió a las devastadoras inundaciones en la Comunidad Valenciana y Murcia como un “tsunami de agua dulce,” comparando la magnitud y la violencia de estas crecidas fluviales con un maremoto. Esta comparación no es solo una metáfora dramática; las características que convierten a un tsunami en una de las fuerzas más destructivas de la naturaleza también pueden observarse en estos fenómenos meteorológicos extremos, aunque de manera distinta.
¿Qué es un tsunami y cómo se origina?
Un tsunami es más que “una cosa”, es una serie de olas enormes causadas por un desplazamiento masivo de agua, generalmente provocado por terremotos submarinos, erupciones volcánicas, deslizamientos de tierra o incluso impactos de meteoritos. Las ondas sísmicas, al desplazar el lecho marino, crean olas que pueden viajar a velocidades de hasta 800 km/h en mar abierto y alcanzar alturas de 30 metros o más al acercarse a la costa. A diferencia de las olas convencionales, los tsunamis arrastran una cantidad de agua mucho mayor y se caracterizan por su gran alcance y poder destructivo.
La DANA y sus efectos en los ríos españoles
Una DANA se forma cuando una masa de aire frío queda aislada en niveles altos de la atmósfera y desciende, chocando con el aire cálido y húmedo de las capas inferiores. Este choque genera tormentas intensas y precipitaciones torrenciales en un período de tiempo relativamente corto, lo que puede provocar inundaciones súbitas. En el caso de la última DANAen España, estas lluvias extraordinarias saturaron el suelo y aumentaron el caudal de varios ríos como el Segura, el Júcar y el Turia.
Mario Picazo ha llamado a este fenómeno un “tsunami de agua dulce” por la rapidez y el volumen de agua que se desbordó de los ríos, afectando infraestructuras y comunidades enteras. Al igual que un tsunami, el agua llegó con una fuerza inusitada y en cantidades desproporcionadas, sorprendiendo a los habitantes y a las autoridades locales.
¿En qué se parecen un tsunami y una inundación por DANA?
Volumen y velocidad de agua
En un tsunami, la velocidad y el volumen del agua son tan altos que pueden arrasar edificios y árboles en segundos. Las inundaciones por DANA, aunque no tienen la velocidad de un tsunami en alta mar, generan crecidas en los ríos que también pueden moverse rápidamente, especialmente en áreas con pendientes pronunciadas. La DANA que afectó a España dejó a los ríos en niveles históricos, causando desbordamientos con consecuencias devastadoras.
Fuerza destructiva
Tanto los tsunamis como las crecidas fluviales provocadas por una DANA tienen una fuerza de arrastre que destruye lo que encuentra a su paso. En los últimos episodios deinundaciones en España, el agua no solo inundó las calles y campos, sino que derribó muros, arrancó árboles y dañó carreteras. Los tsunamis, en cambio, son capaces de arrasar edificios completos en zonas costeras, pero los daños en ambos casos son comparables cuando se trata de arrastre y devastación en la zona afectada.
Elementos sorpresa y preparación
Los tsunamis pueden preverse mediante sistemas de alerta temprana en áreas sísmicas, pero el tiempo de reacción sigue siendo limitado, lo que suele dificultar una evacuación completa. Con las DANAs, a pesar de que los meteorólogos pueden preverlas con cierta antelación, la intensidad exacta y el impacto en áreas específicas son difíciles de predecir. Las recientes lluvias intensas tomaron por sorpresa a muchas comunidades en España, y los ríos desbordados afectaron a zonas urbanas y rurales en cuestión de horas.
Los ríos afectados
Río Segura
El Segura, que atraviesa las provincias de Murcia y Alicante, fue uno de los ríos más impactados. Las lluvias torrenciales aumentaron su caudal de forma drástica, haciendo que se desbordara en múltiples puntos. Los campos de cultivo, la principal fuente económica de la región, quedaron sumergidos bajo metros de agua, y las viviendas cercanas al cauce también sufrieron graves daños.
Río Júcar
En la Comunidad Valenciana, el Júcar experimentó un fenómeno similar. Este río, que atraviesa varias provincias, también desbordó su cauce, afectando a municipios enteros. Al igual que en el caso del Segura, las pérdidas en el sector agrícola fueron cuantiosas, y muchas familias tuvieron que evacuar ante el peligro de quedar aisladas por las aguas.
Río Turia
Aunque históricamente el Turia ha sido conocido por sus crecidas, este río también sufrió un incremento en su caudal. Las autoridades tuvieron que desplegar medidas de emergencia para minimizar el impacto en Valencia, aunque muchas infraestructuras y áreas residenciales cercanas resultaron afectadas.
Río Magro
El río Magro, afluente del Júcar en la Comunidad Valenciana, también experimentó una fuerte crecida debido a las lluvias torrenciales provocadas por la DANA. Este río, que suele mantener un caudal bajo en épocas normales, se vio transformado en un torrente desbordante que afectó varias localidades a lo largo de su curso. Las aguas descontroladas inundaron campos agrícolas, destruyeron infraestructuras locales y aislaron temporalmente a algunas comunidades rurales. La rapidez con la que el Magro aumentó su caudal puso a prueba los sistemas de drenaje y resaltó la vulnerabilidad de estas zonas ante fenómenos extremos cada vez más frecuentes.
Las consecuencias de un “tsunami de agua dulce”: impactos sociales y económicos
Al igual que ocurre con un tsunami en la costa, las crecidas fluviales causadas por la DANA han tenido efectos duraderos en las comunidades afectadas. Los agricultores enfrentan pérdidas significativas debido a la destrucción de cultivos, y muchas infraestructuras, incluyendo carreteras y puentes, requieren reparaciones costosas. Los habitantes también han sufrido al tener que abandonar sus hogares temporalmente o, en casos graves, perder todo lo que poseían.
El impacto económico de estos eventos es alto, ya que la reconstrucción y las pérdidas en el sector agrícola suman millones de euros. Además, las inundaciones han puesto en riesgo la salud pública al contaminar el agua potable y dejar residuos peligrosos en las áreas afectadas.
La situación ha sido de tal calibre que Pedro Sánchez, Presidente del Gobierno de España, anunció el sábado 2 de noviembre un paquete de medidas sin precedentes.
¿Cómo mitigar estos eventos en el futuro?
La comparación entre un tsunami y las crecidas por DANA deja en evidencia la necesidad de mejorar las infraestructuras y los sistemas de alerta en áreas propensas a este tipo de fenómenos meteorológicos. Invertir en sistemas de drenaje más eficientes, crear zonas de amortiguación para los ríos y promover campañas de concienciación para que los habitantes sepan cómo actuar en situaciones de emergencia son pasos clave para reducir el impacto de futuras DANAs.
El cambio climático es un factor que intensifica la frecuencia e intensidad de estos eventos extremos. Es fundamental que tanto el gobierno como las comunidades trabajen en planes de adaptación y mitigación para proteger a la población y minimizar los daños económicos y sociales. Aunque los tsunamis y las crecidas fluviales son fenómenos distintos, ambos comparten una lección común: la importancia de la preparación y la capacidad de adaptación ante la fuerza imparable de la naturaleza.
Cortesía de Muy Interesante
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