“Una cucharada de microplásticos en el cerebro”: un análisis estudia cómo la acumulación de estos residuos puede vincularse a la demencia

Hace tan solo unas semanas, la publicación de un estudio en la revista ‘Nature Medicine’ encendió las alarmas sobre la acumulación de microplásticos en el cuerpo humano y, sobre todo, en el cerebro. Según apuntaba en este trabajo, en algunos casos se ha hallado el equivalente a “una cucharada” de estos residuos incrustados en la materia gris de varios pacientes. Especialmente, en aquellos con diagnóstico de demencia. Tras el revuelo causado por este trabajo, un panel de expertos publica un nuevo análisis sobre la cuestión y reclama la aplicación de “estrategias prácticas” para minimizar la exposición humana a este fenómeno. “Cambiar al agua embotellada por agua de grifo podría reducir la exposición a microplásticos en casi un 90%”, afirma el trabajo publicado este martes en la revista ‘Brain medicine’.

El análisis, liderado por la Universidad de Ottawa, recopila y analiza los resultados de varios estudios relacionados con la acumulación de microplásticos en el cuerpo humano. Según apuntan distintos trabajos publicados recientemente sobre la cuestión, el hallazgo de estos residuos microscópicos en órganos vitales como el hígado, los riñones o los pulmones ha aumentado exponencialmente en la última década. El caso que más preocupa es el del cerebro. Primero, porque es el órgano donde más residuos de este tipo se han encontrado, con concentraciones hasta 30 veces más altas que en otros sistemas vitales. Y segundo, porque se ha observado que los pacientes con enfermedades neurodegenerativas tienen entre 3 y 5 veces más microplásticos en su cabeza que las personas sanas. Y esto, afirman los expertos, podría sugerir un posible vínculo entre este fenómeno y el riesgo de desarrollar demencia.

Los análisis muestran que los pacientes con enfermedades neurodegenerativas tienen entre 3 y 5 veces más microplásticos en su cabeza que las personas sanas

Los estudios han encontrado en el cerebro humano rastros tanto de microplásticos, es decir, de fragmentos milimétricos, como de nanoplásticos, de tamaño aún más reducido y tan solo visibles a través de microscopio. La principal preocupación, afirma Nicholas Fabiano, investigador del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Ottawa y autor principal del análisis publicado este martes, son “las partículas de plástico menores de 200 nanómetros, compuestas predominantemente de polietileno“. Según explica este especialista, estos residuos microscópicos logran “atravesar la barrera hematoencefálica” para después “depositarse tanto en las paredes cerebrovasculares como en las células inmunitarias”. Son varios los estudios que sugieren que esta dinámica podría estar relacionada con el desarrollo de enfermedades neurológicas y de cuadros de demencia senil aunque, por ahora, esto sigue siendo una hipótesis.

Consejos prácticos

Los expertos que han liderado este análisis reclaman un mayor compromiso científico para investigar sobre esta cuestión pero, paralelamente, también piden a la ciudadanía aplicar “medidas de precaución en su día a día” para minimizar la exposición a este fenómeno que, tal y como sugieren algunos trabajos, podría ser potencialmente peligroso para la salud. “Cambiar el agua embotellada por agua de grifo podría reducir la ingesta de microplásticos de 90.000 a 4.000 partículas al año. Este sencillo gesto por sí solo podría reducir la exposición a estos residuos en casi un 90%”, afirma Brandon Luu, residente de Medicina Interna en la Universidad de Toronto y coautor de este nuevo análisis, quien también recomienda prescindir de las bolsas de té de plástico o evitar en la medida de lo posible almacenar los alimentos en recipientes plásticos.

“Cambiar el agua embotellada por agua de grifo podría reducir la ingesta de microplásticos de 90.000 a 4.000 partículas al año”

Varios expertos consultados por EL PERIÓDICO para un especial sobre microplásticos en el marco de la serie P de Planeta de este diario también recomendaron reducir la exposición directa a productos como la purpurina sintética o los geles exfoliantes con partículas plásticas, apostar por alimentos lo menos procesados y envasados posibles, utilizar tápers de cristal o acero inoxidable, evitar la exposición directa de los envases plásticos al calor, no reutilizar botellas de un solo uso, prestar atención al estado del menaje de cocina para evitar que su degradación desprenda fragmentos de residuos en la comida, y optar por prendas de ropa con menos fibras sintéticas. Son cada vez más las voces que reclaman, en general, reducir el consumo de todo tipo de productos plásticos.

Algunos estudios sugieren que “sudar” puede ayudar a eliminar microplásticos del cuerpo, aunque aún no está clara la efectividad de esta técnica

El análisis publicado en ‘Brain medicine’ también reclama investigar “posibles vías de eliminación” de los microplásticos del cuerpo humano. Algunos trabajos, por ejemplo, sugieren que “la sudoración” derivada del ejercicio físico o de actividades como la sauna “podrían contribuir a eliminar ciertos compuestos derivados del plástico del cuerpo”. Aunque en este caso, matizan los expertos, aún no está clara la efectividad de esta técnica. “Necesitamos priorizar este tipo de investigaciones para entender el impacto de este fenómeno a corto y largo plazo“, afirman los autores de este trabajo. En esta misma línea, varios expertos interpelados por el Science Media Centre España reclaman “ampliar estos estudios” para “obtener datos más fiables” y, sobre todo, “utilizarlos para desarrollar políticas que realmente ayuden a mejorar la salud humana“.

Cortesía de El Periodico



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