El público general no siempre tiene la oportunidad de acceder de primera mano a los documentos únicos de la historia. Unas veces, resultan inaccesibles por su lejanía geográfica. Otras, por su fragilidad o por la necesidad de garantizar su estado de conservación. Ahora, el manuscrito más antiguo conservado en la Biblioteca Nacional de España (BNE) por fin se ha expuesto al público en una exposición que combina filología, historia de la transmisión textual y arqueología del libro. Se trata del llamado papiro de Ezequiel. Este fragmento de un texto bíblico de origen egipcio permanecía, hasta ahora, relativamente desconocido fuera del ámbito académico especializado. La exposición, organizada por la Fundación Amigos de la BNE y comisariada por las investigadoras raquel Martín Hernández y Sofía Torallas Tovar, marca un hito en la divulgación del patrimonio documental más antiguo de la institución.
Un testimonio del cristianismo primitivo
El papiro de Ezequiel es un fragmento en de la Septuaginta, es decir, la traducción al griego del Antiguo Testamento realizada entre los siglos III y I a.C. por las comunidades judías helenizadas de Egipto. El fragmento contiene parte de los versículos del Libro de Ezequiel. El análisis paleográfico del fragmento ha permitido datarlo entre los siglos III y IV d.C., un periodo que resultó crucial para el desarrollo del cristianismo en el ámbito mediterráneo.
La relevancia de este texto deriva no solo de su antigüedad, sino también de su contexto de producción y su estado de conservación. El papiro procede de Egipto, epicentro del monacato cristiano primitivo y una de las regiones que ha proporcionado un alto volumen de textos bíblicos en griego. Esto refuerza su importancia para los estudios de historia del cristianismo, del libro y de la lengua griega posclásica.

Historia de un hallazgo
El papiro de Ezequiel se descubrió en Egipto en 1931. Las 20 páginas que se encuentran en la BNE fueron depositadas en 1983 por la Fundación Pastor de Estudios Clásicos, propietaria del manuscrito. Estas páginas forman parte de la colección Papyri Matritenses, que comprende 348 papiros egipcios redactados en griego y copto entre los siglos II a.C. y VII d.C.
Las 20 páginas conservadas en la BNE miden aproximadamente 34 x 13 cm. El códice original estaba compuesto por 59 hojas dobladas por la mitad, que formaban 118 folios escritos por ambas caras y sumaban, a su vez, un total de 236 páginas. En la actualidad, se conservan 200 páginas distribuidas en diversas instituciones. Entre ellas, figuran la Universidad de Princeton, la Universidad de Colonia, la Chester Beatty Library de Dublín, la Abadía de Montserrat en Barcelona y la propia BNE.
Durante décadas, el fragmento ha pasado inadvertido para el gran público, si bien especialistas en papirología y estudios bíblicos sí conocían su existencia. Ahora, gracias a una colaboración internacional, el fragmento se ha sometido a un estudio sistemático que ha culminado con esta exposición.

La materialidad del papiro
Un manuscrito de factura cuidada
El papiro de Ezequiel, también conocido como Papiro 967, contiene fragmentos del Libro de Ezequiel en su versión griega de la Septuaginta. Las páginas conservadas en la Biblioteca Nacional de España corresponden a los pasajes Ezequiel 37,4–43,9; Ezequiel 28,19–29,12 y Ezequiel 32,30–34,6. El texto está escrito en letras griegas unciales, con tinta negra sobre un soporte de papiro de fibras verticales. La caligrafía es clara, de tipo bíblico, lo que ha permitido situarla en el entorno del cristianismo egipcio de época tardoantigua.
El formato códice
El texto se presenta en forma de códice, y no de rollo, un dato de gran relevancia. Este formato indica que el papiro pertenece a una etapa de transición tecnológica en la historia del libro antiguo, cuando el códice comenzaba a desplazar el rollo, especialmente en los contextos cristianos. Esta adopción del códice, además de responder a criterios funcionales en términos de mayor facilidad de consulta y transporte, también se explica por razones simbólicas. Los primeros cristianos, de hecho, adoptaron el códice como signo identitario frente al judaísmo y el paganismo grecorromano.
Un texto para le enseñanza
Otro aspecto notable es que el papiro muestra correcciones, así como posibles indicios de un uso litúrgico o catequético. Esto sugiere que su función original podría haber estado ligada a la instrucción religiosa de las comunidades egipcias helenizadas. A pesar de su estado fragmentario, el texto se puede leer con cierta fluidez, y su transcripción ha sido cotejada con otros manuscritos antiguos de la Septuaginta.

La exposición: una aproximación multisensorial
Titulada El papiro de Ezequiel: la historia del códice 967, la exposición he elegido la sede madrileña de la Biblioteca Nacional como su centro operativo. Está concebida como un recorrido por la historia del texto bíblico, desde sus orígenes en el mundo helenístico hasta su recepción en la tradición hispana. La muestra, además de presentar el manuscrito, también propone paneles explicativos, reconstrucciones digitales y recursos interactivos que permiten al visitante comprender el contexto material y cultural del papiro.
Las comisarias Raquel Martín Hernández, profesora titular de la Universidad Complutense de Madrud, y Sofía Torallas Tovar, experta en papirología y profesora emérita de la Universidad de Chicago, han trabajado con un equipo interdisciplinar que incluye especialistas en griego antiguo, conservación documental y estudios bíblicos. Gracias a esta colaboración, el público tiene ahora la posbilidad de acceder a una reconstrucción digital del códice original.
Además, la exposición incluye una sección dedicada al Egipto cristiano y a los primeros centros de copia de textos bíblicos, con réplicas de otros códices antiguos conservados en museos europeos y norteamericanos. Este enfoque contextualiza el papiro dentro de una red más amplia de circulación del texto sagrado en la Antigüedad tardía.

Un bien patrimonial de valor incalculable
Aunque los especialistas han estudiado el papiro desde principios del siglo XX, es ahora cuando se reconoce su auténtico valor como bien patrimonial. Se trata no solo del manuscrito más antiguo de la BNE, sino también de uno de los pocos fragmentos de códices bíblicos en griego conservados en las bibliotecas públicas españolas.
Su exhibición pública contribuye, además, a reforzar la conciencia patrimonial sobre los fondos menos conocidos de la Biblioteca Nacional, cuyos archivos conservan no solo incunables y códices medievales latinos, sino también textos grecolatinos y orientales que datan de los primeros siglos de nuestra era.

La visibilidad de lo invisible
La exposición del Papiro de Ezequiel representa un gesto de visibilización a varios niveles. Por un lado, pone en primer plano un documento extraordinariamente antiguo, hasta ahora poco conocido fuera del ámbito académico. Por otro, nos recuerda que el patrimonio documental de instituciones como la BNE es mucho más diverso y rico de lo que habitualmente se muestra.
Al ofrecer un enfoque riguroso, pero accesible, la muestra invita a los visitantes a reflexionar sobre la historia de los textos que nos han llegado desde la Antigüedad. Ilustra, por tanto, el esfuerzo continuo de transmisión, copia y conservación que ha permitido su supervivencia.
En palabras de Sofía Torallas, “este pequeño fragmento nos conecta con una comunidad cristiana del Egipto del siglo III o IV que, como nosotros, se acercaba a los textos sagrados buscando sentido, instrucción y consuelo”. La exposición, que permanecerá abierta desde el 8 de mayo hasta el 1 de noviembre de 2025, constituye una oportunidad única para contemplar de cerca una pieza clave de la historia bíblica y cultural de Europa.
Referencias
Cortesía de Muy Interesante
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