Constituye uno de los episodios más escalofriantes de la historia reciente de Irlanda, un ejemplo implacable de la violencia institucional ejercida contra las mujeres consideradas “caídas” y contra los hijos nacidos fuera del matrimonio. En su libro La república de la vergüenza (Errata naturae, 2025), la periodista irlandesa Caelainn Hogan reconstruye, a través de una exhaustiva investigación, los horrores sufridos por miles de mujeres en las llamadas “Mother and baby homes” —hogares de madres y bebés—, espacios donde la maternidad se convirtió en motivo de castigo y los recién nacidos en moneda de cambio. El ensayo demuestra, además, cómo la violencia. lejos de ser una práctica marginal, se ejerció desde las entrañas del Estado y de la Iglesia católica hasta bien entrado el siglo XX.
Una nación construida sobre la vergüenza
La minuciosa investigación de Hogan se ha basado en entrevistas con las supervivientes, el análisis de documentos oficiales y las visitas a los lugares donde se perpetraron los abusos. Como señala la autora en una entrevista, su objetivo con este ensayo fue “romper el silencio institucional y social que aún rodea este capítulo de nuestra historia”. Lo consiguió con una obra que no solo expone la complicidad entre Iglesia y Estado, sino que denuncia los mecanismos de los que se sirvió Irlanda para institucionalizar la vergüenza como forma de control social sobre las mujeres.
El título La república de la vergüenza, de hecho, resulta más descriptivo que simbólico. Según apunta Hogan, la vergüenza se convirtió en un instrumento político que moldeó la identidad nacional irlandesa. En la recién independizada Irlanda del siglo XX, la moral católica se adoptó como eje vertebrador del Estado. Esto se tradujo en una persecución sistemática de las mujeres que se habían quedado embarazadas fuera del matrimonio, pues se las consideraba una amenaza para la pureza del nuevo ideal nacional.
Tal persecución se concretizó en una serie de prácticas que, tras el pretexto de protegerlas y redimirlas, las sometieron mediante la violencia. Las instituciones religiosas, en colaboración con los organismos estatales, crearon redes de hogares para madres e hijos y lavanderías gestionadas por las órdenes religiosas en las que se internaban a las mujeres solteras embarazadas, a menudo contra su voluntad. Lo que vivieron fue explotación laboral, abuso psicológico y la separación forzosa de sus hijos.

Los hogares de la represión: castigo y silencio
Uno de los aspectos más perturbadores del relato que Hogan documenta es el papel central que jugaron las instituciones religiosas en estos centros. Se obligaba a las internas a realizar trabajos duros sin remuneración, se las sometía a humillaciones constantes y se les impedía mantener contacto con sus familias. Los bebés nacidos en estas instituciones eran, en muchos casos, entregados en adopciones ilegales, sin el consentimiento informado de sus madres.
Hogan ha explicado que la colaboración entre Iglesia y Estado resultaba tan estrecha que “no se trataba de una responsabilidad compartida, sino de una fusión de poderes que operaban como una única maquinaria de control moral y social”. Se manipulaban los registros de nacimientos, se destruían los documentos y se borraban las identidades de los niños adoptados.
Aunque la existencia de estas instituciones ya era conocida, la verdadera magnitud de los abusos no salió a la luz hasta la década de 2010, cuando empezaron a aflorar testimonios de primera mano y pruebas acusatorias irrefutables. Uno de los casos más emblemáticos —y trágicos— estuvo protagonizado por la antigua residencia Bon Secours Mother and Baby Home en Tuam.

Tuam: la fosa común que sacudió la conciencia nacional
En 2014, la historiadora Catherine Corless reveló que había localizado los certificados de defunción de 796 niños fallecidos en la institución de Tuam, en el condado de Galway. Sin embargo y para sorpresa de todos, no existían registros de esos entierros en los cementerios locales. La única pista sobre el paradero de los cuerpos apuntaba a una antigua fosa séptica en desuso, en cuyo interior se sospechaba que podrían estar los restos.
Las investigaciones posteriores confirmaron que el tanque se había utilizado como fosa común para enterrar de forma clandestina a los bebés y niños fallecidos entre 1925 y 1961. Se constantó que muchos de ellos habían muerto por desnutrición, enfermedades tratables o negligencia médica. La noticia causó una conmoción nacional e internacional que obligó al gobierno irlandés a crear una Comisión de Investigación. Tras años de trabajo, en 2021 se publicó un informe oficial.
Aunque la Comisión reconoció los abusos, el informe recibió duras críticas de las propias supervivientes, que, además de no reflejar la magnitud del trauma vivido, consideraron que el documento minimizaba la responsabilidad de las instituciones religiosas. Caelainn Hogan aborda este desencuentro en su libro, señalando que “la memoria oficial aún lucha por reconocer la verdad de las víctimas”.

El papel de los medios y la reconstrucción del relato
La república de la vergüenza ha contribuido a reconfigurar el relato público sobre estos crímenes. Hogan, además de recoger las voces de las víctimas, sino que las sitúa en el centro del discurso. Alejada del sensacionalismo, su narrativa construye un testimonio colectivo desde el rigor periodístico y el respeto a la memoria.
La autora ha subrayado que “contar estas historias era una forma de justicia.” De hecho, muchos de los testimonios que aparecen en el libro pertenecen a mujeres y hombres que nunca antes se habían atrevido a hablar, ya que el silencio impuesto por la vergüenza y el miedo se perpetuó durante décadas, incluso dentro de las propias familias.
El trabajo de Hogan también pone en evidencia la resistencia de ciertos sectores de la sociedad irlandesa a aceptar este pasado. Algunas órdenes religiosas aún no han ofrecido disculpas públicas, mientras que las indemnizaciones no siempre han llegado a las víctimas. La verdad, como demuestra la autora, aún encuentra obstáculos institucionales y morales.

Un trauma que perdura
Aunque instituciones como la que operó en Tuam ya han cerrado y a pesar de que el estado ha reconocido su responsabilidad parcial, el trauma persiste tanto en la vida de quienes pasaron por estos centros como en la memoria colectiva de Irlanda. Las consecuencias emocionales, legales y familiares de la separación forzosa de madres e hijos siguen vigentes. Muchos adultos nacidos en estos hogares aún buscan a sus familias biológicas, a pesar de las trabas burocráticas y el vacío documental.
Hogan denuncia que la reparación no puede limitarse a la compensación económica. Es necesario un reconocimiento integral que incluya el acceso a los archivos, las disculpas institucionales, educación pública y la preservación de la memoria.
De la vergüenza a la verdad
La república de la vergüenza se inscribe en una tradición de periodismo de investigación comprometido con la justicia histórica. Caelainn Hogan ha logrado romper el silencio institucional que protegía a las estructuras de poder responsables de décadas de abusos. Así, su trabajo ilumina un capítulo oscuro de la historia irlandesa, pero también ofrece una esperanza: la posibilidad de construir una memoria colectiva basada en la verdad y la dignidad.
Referencias
- Hogan, Caelainn. 2025. La república de la vergüenza. Cómo Irlanda castigó a las mujeres descarriadas y a sus hijos. Madrid: Errata naturae.
Cortesía de Muy Interesante
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