Una innovadora investigación reevalúa el papel de las mujeres en el salto tecnológico que se produjo en la Alta Edad Media

Durante décadas, la historiografía tradicional ha presentado la Alta Edad Media como una época de retroceso tecnológico en comparación con el mundo romano que la precedió. Sin embargo, investigaciones recientes están transformando esta percepción al analizar cómo, entre los siglos VIII y XII, se produjeron avances técnicos decisivos que reconfiguraron la economía y la vida cotidiana en la Europa occidental. Los molinos hidráulicos, los arados más eficaces, los nuevos sistemas de cultivo y las mejoras en la producción textil son solo algunos de los desarrollos que dieron forma a esta “revolución medieval”.

Lo que hasta hace poco no se había considerado con la suficiente atención es el papel que jugaron las mujeres en estos procesos. Un nuevo estudio, firmado por los historiadores Janken Myrdal e Ingvild Øye, propone una lectura alternativa que reivindica la agencia femenina como un factor central en la difusión y adaptación de tecnologías clave durante la Alta Edad Media.

Recreación fantasiosa de una mujer realizando trabajo textil. Fuente: Midjourney/Erica Couto

Replanteando el vínculo entre género y tecnología

Un sesgo historiográfico persistente

La historia de la tecnología en los contextos rurales medievales se ha narrado tradicionalmente desde una perspectiva androcéntrica. Se asumía que las innovaciones —sobre todo en determinadas áreas como la agricultura o la construcción— habían sido de dominio exclusivo de los hombres. Este modelo, herencia de una historiografía del siglo XIX muy marcada por los valores de la Revolución industrial, excluía de forma sistemática a las mujeres de los relatos de cambio técnico y económico.

Janken Myrdal e Ingvild Øye denuncian este sesgo y proponen un tratamiento que considere el género como una categoría histórica clave. A través del análisis cruzado de fuentes documentales, arqueológicas y etnográficas, los autores demuestran que las mujeres no fueron meras beneficiarias pasivas de la innovación, sino agentes activos en su aplicación, transformación y transmisión intergeneracional.

La producción textil: un laboratorio de innovación femenina

Uno de los campos donde esta agencia femenina se hace más visible concierne la producción textil. Lejos de ser una actividad marginal, la manufactura de tejidos desempeñó un papel crucial en la economía campesina medieval. Las evidencias muestran que las mujeres no solo hilaban y tejían, sino que también desarrollaron conocimientos técnicos complejos relacionados con la selección de materiales, el uso de herramientas específicas como ruecas o telares, y el control de los tiempos de producción.

Myrdal y Øye señalan que, al igual que los agricultores experimentaban con nuevas técnicas de rotación de cultivos, las mujeres tejedoras innovaban de forma constante en el tratamiento de fibras, en los métodos de teñido y en la gestión de excedentes para el comercio local. Esta capacidad de experimentación propició que se produjese una evolución tecnológica significativa en los contextos rurales.

Mujer medieval cocinando
Recreación fantasiosa de una mujer que cocina. Fuente: Midjourney/Erica Couto

Espacios de innovación no reconocidos

La economía doméstica como motor técnico

La investigación de Janken Myrdal e Ingvild Øye también rompe con la distinción rígida entre “tecnología” y “economía doméstica”, una dicotomía que ha invisibilizado las contribuciones femeninas en muchos estudios. La autora demuestra que las innovaciones aplicadas dentro del ámbito doméstico tuvieron un impacto directo en la eficiencia económica de las unidades familiares rurales.

El perfeccionamiento de los hornos, los métodos de conservación de alimentos, las técnicas de fermentación o las mejoras en la arquitectura doméstica (como los sistemas de drenaje y ventilación) fueron ámbitos en los que las mujeres desempeñaron un rol decisivo. Muchas de estas innovaciones no tenían un carácter monumental, pero, en su modestia formal, consiguieron garantizar la sostenibilidad y la resiliencia de las comunidades campesinas.

Transmisión intergeneracional de saberes

Un aspecto de especial valía en el enfoque de Myrdal y Øye procede de su atención al papel de las mujeres en la transmisión del conocimiento técnico. La autora destaca que la enseñanza informal, realizada en contextos familiares y comunales, permitió tanto la circulación como la consolidación de estas nuevas tecnologías, sobre todo en las sociedades con bajos niveles de alfabetización.

Las mujeres mayores, por ejemplo, eran figuras centrales en la educación de niñas y adolescentes en tareas como el hilado, el cuidado del ganado o la conservación de semillas. A través de estas prácticas, se garantizaba tanto la continuidad de saberes como la adaptación de técnicas a nuevas condiciones climáticas, ecológicas o sociales.

Mujer realizando tareas productivas
Las mujeres medievales participaron de forma activa en los cambios tecnológicos del periodo. Recreación fantasiosa. Fuente: Midjoureny/Erica Couto

Tecnología, género y cambio social

Uno de los grandes aciertos del estudio de Janken Myrdal e Ingvild Øye reside en su capacidad para conectar las transformaciones tecnológicas con los cambios en la estructura social. Lejos de considerar la tecnología como un fenómeno autónomo, la autora defiende que los avances técnicos deben entenderse dentro de las redes de las relaciones sociales, de poder y de género.

La creciente importancia de ciertos trabajos femeninos, como la manufactura textil o la gestión de la economía doméstica, se desarrolló en paralelo a los procesos de especialización laboral y de intensificación agrícola. En este contexto, y aunque su papel rara vez haya sido registrado por cronistas o por documentos oficiales, las mujeres habrían protagonizado el ajuste entre tecnología y organización social.

Mujer llevando grano al molino
Recreación fantasiosa de una mujer llevando grano al molino. Fuente: Midjourney/Erica Couto

Resistencias e invisibilizaciones

El estudio también plantea una reflexión crítica sobre las resistencias a las que estas mujeres tuvieron que enfrentarse. En muchos casos, el reconocimiento del saber técnico femenino estaba condicionado por jerarquías sociales o eclesiásticas que limitaban su autonomía. La iglesia, por ejemplo, tendía a despreciar los saberes prácticos ligados al cuerpo, la reproducción o la cocina, ámbitos donde las mujeres ejercían su autoridad empírica.

Estas resistencias, sin embargo, no impidieron que muchas comunidades rurales conservaran y valoraran el conocimiento técnico de las mujeres. Como recuerdan los autores del estudio, las transformaciones en la Alta Edad Media no fueron lineales ni homogéneas, sino que respondiren a procesos de adaptación local, donde el género jugó un papel organizador del cambio técnico.

Repensar la revolución medieval: hacia una historia tecnológica con perspectiva de género

La contribución de Janken Myrdal e Ingvild Øye ofrece una lectura innovadora de la Alta Edad Media. Su enfoque, además de enriquecer nuestra comprensión de los procesos técnicos, también reclama una historia más inclusiva, donde las mujeres ocupen el lugar que históricamente se les ha negado. Esta investigación pone en evidencia que el trabajo de las mujeres fue clave en la adaptación, mejora y transmisión de innovaciones tecnológicas fundamentales. Entender estos procesos desde una perspectiva de género se convierte en una exigencia historiográfica que permite recuperar la complejidad de las sociedades del pasado. Así, la Alta Edad Media se revela no como un tiempo oscuro, sino como un laboratorio social donde la innovación técnica fue posible gracias a redes de conocimiento compartido, muchas de las cuales estaban sostenidas por mujeres.

Referencias

  • Myrdal, Janken e Ingvild Øye. 2023. “Technological Capacity of Women in the High Middle Ages”, en Miriam Müller (ed.), The Routledge Handbook of Medieval Rural Life. Routledge.

Cortesía de Muy Interesante



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