¿Una misión imposible?

La promesa de actualizar la ley que regula a las Fintech no avanzaba, a mediados del sexenio lopezobradorista. Mientras, algunos jugadores del ecosistema de las Sofom que buscaban integrar su modelo de negocios con servicios de cambios y banca boutique compitieron con los emprendedores de los servicios digitales por ese nicho.

Unos, con mejores pertrechos, como Oliver Fernández, de Grupo OFEM. Otros con problemas reputacionales y pleitos con sus socios, como Roberto Guzmán, de Escorfin, buscaron hacerse —sin éxito— de un banco, previo control de una casa de bolsa. Ahora mismo, con la irrupción de las autoridades estadounidenses, muy pocos mantienen esas intenciones.

En todo caso, aquellos como Sergio Loredo Foyo, de AlquimiaPay, tendrán que modificar sus proyectos de mediano plazo… y encarar la crisis reputacional que atraviesan, por compromisos incumplidos.

Al amparo de un artículo transitorio de la Ley para Regular Instituciones de Tecnología Financiera, AlquimiaPay solicitó autorización ante la Comisión Nacional Bancaria y de Valores en tiempo y forma. Mientras recibe una respuesta, ha seguido con la oferta de los servicios de emisión, administración, redención y transmisión de fondos de pago electrónico.

Hace tres años, Loredo Foyo vivió su primer periodo crítico, tras de que enfrentara una denuncia penal tramitada por su exsocio, Marcos Achar. Ambos habían ofrecido el servicio de hosting para VisitMéxico, una página web subrogada por la Secretarìa de Turismo para atraer clientes foráneos, que saboteó, ante la falta de pago.

Casi al mismo tiempo, quiso ejecutar una opción de compra de un paquete accionario en Bankaool, a quien proveía de servicios informáticos –el core bancario de la institución norteña, entre ellos. Sus polémicas con instancias gubernamentales –el hosting de visitmexico.com—y las amenazas de litigios civiles y penales sustentaron la negativa.

Descartada esta opción, Loredo Foyo quiso comprar la licencia que ya tenía Coltomoney, la Fintech de Ignacio del Valle. Los pagos en tiendas de servicio gestionados con Alquimia Wallet –uno de los productos principales de AQPay—eran operados con tecnología de la firma tapatía y mientras que el servicio de terminales punto de venta también es ofrecido por terceros.

Las prisas tuvieron un costo muy alto. El pago de tres millones de dólares hecho por Loredo Foyo —previo a la firma del contrato y la autorización del regulador— provocó que sugiera un tercer jugador: Mauricio Villasmil, exdirector ejecutivo de la firma colombiana SLN, dedicada a la prestación de servicios tecnológicos fundada por Manuel Gonzalo Araujo Cabarcas.

Mejor suerte hubo con la adquisición de la Sofipo regiomontana Financiera MAS –también por tres millones de dólares—, que ya recibió el visto bueno de la CNBV. Araujo Cabarcas quedó al frente de sus operaciones.

Esas operaciones ocurrieron antes de un episodio insólito, consumado a mediados del año pasado: un “ataque masivo” que afectó a los usuarios de AlquimiaPay. Sobre el monto del desfalco nunca informaron, aunque algunos calculan pérdidas por más de 800 millones de pesos.

¿Hackeo o desfalco descarado? Clientes afectados por los hermanos Loredo Foyo consideran que la evidencia disponible derivará en una intervención de la UIF-SHCP y que la Fiscalía emita el aviso de localización, con el que Interpol proceda a su captura. Raúl García, líder de GMK Asociados, una firma de abogados que a nombre de sus clientes interpondrá denuncias contra los hermanos Loredo Foyo y media docena de sus colaboradores, por haber facilitado el quebranto.

Loredo Foyo cuenta con otros socios, como el financiero empresario sudcaliforniano Armando Sánchez Porras, dueño de Opciones Empresariales del Noreste, y ByteLoan FX, firma de servicios financieros de cambio, adscrita a Rami Estrategias.

Cortesía de El Economista



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