Una regla invisible organiza toda la vida en la Tierra: la ciencia descubre un patrón común en todos los ecosistemas del planeta

En muchos mapas de biodiversidad, África Central aparece en rojo intenso, indicando una altísima concentración de especies. En otras zonas, como partes del norte de Europa o del Pacífico oriental, los tonos son más pálidos. Estos mapas no solo son ilustrativos, sino también reflejo de un patrón que la ciencia acaba de confirmar: la vida en la Tierra no se distribuye al azar, sino que responde a una organización regular que se repite desde los océanos hasta los desiertos.

Ese patrón común es el núcleo del estudio publicado en Nature Ecology & Evolution por un equipo internacional de investigación liderado por Rubén Bernardo-Madrid, de la Universidad de Umeå. El hallazgo no es una intuición ni una propuesta teórica, sino una constatación empírica que afecta a más de 30.000 especies terrestres y marinas de todos los continentes. “La biodiversidad regional sigue una organización universal de núcleo a transición, gobernada por fuerzas generales que operan a lo largo del árbol de la vida y del espacio”, afirman los autores.

Un patrón recurrente en todo el planeta

Lo primero que sorprende del estudio es su amplitud. Los investigadores analizaron la distribución de siete grandes grupos taxonómicos: anfibios, aves no marinas, mamíferos terrestres no voladores, reptiles, rayas marinas, libélulas y árboles. Cada grupo fue estudiado con sus propios mapas de distribución y bajo un enfoque de red, lo que permitió identificar regiones biogeográficas y evaluar la composición de especies en cada una de ellas.

A pesar de las diferencias ecológicas, evolutivas y de movilidad entre los organismos, los autores detectaron una estructura común en todas las regiones analizadas. Cada una se organiza en torno a un núcleo biodiverso —un área reducida donde se concentra el mayor número de especies— y se extiende hacia zonas de transición donde la diversidad decrece progresivamente. Este patrón de capas ordenadas refleja, según el equipo, una respuesta generalizada a la combinación de cuatro aspectos clave de la biodiversidad: riqueza de especies, endemicidad, solapamiento de biotas y ocupación geográfica.

“Estas áreas forman capas ordenadas desde el núcleo hasta las zonas de transición”, escriben, “reflejando gradientes en los aspectos de biodiversidad y condiciones ambientales distintas”. Es decir, los ecosistemas parecen tener una estructura interna que se repite en cualquier parte del mundo, con independencia del grupo de seres vivos que habiten en ellos.

El papel de los filtros ambientales

La regularidad detectada por el estudio se atribuye a un proceso conocido en ecología como filtrado ambiental. Este concepto parte de una idea sencilla: solo sobreviven las especies que pueden tolerar las condiciones del lugar donde se encuentran. Si una zona es demasiado seca, fría o salina, únicamente prosperarán las especies que estén adaptadas a esas características. Eso limita la presencia de otras especies y genera un patrón reconocible.

Para comprobar esta hipótesis, los autores compararon las condiciones ambientales de cada sector biogeográfico. Los resultados fueron claros: el 97,7 % de las zonas analizadas mostraban asociaciones significativas con factores como temperatura, precipitación o salinidad. Además, cuando compararon las especies presentes en los distintos sectores, observaron que la mayoría de las diferencias se explicaban por anidamiento: las especies de las zonas de transición son un subconjunto de las del núcleo.

“La diversidad taxonómica se debe principalmente al anidamiento en el 77 % de las regiones biogeográficas”, apuntan, reforzando así la idea de que no hay una sustitución aleatoria de especies, sino una pérdida progresiva desde el núcleo hacia la periferia.

Este patrón tiene implicaciones profundas para entender cómo se estructura la vida en el planeta. Las zonas núcleo, que ocupan solo el 30 % de la superficie de una región, albergan en muchos casos el 90 % de las especies características. Proteger estos núcleos, afirman los autores, es esencial para la conservación de la biodiversidad global.

Fuente: ChatGPT / E. F.

Más allá del mapa: implicaciones globales

El patrón detectado no solo describe la distribución actual de la biodiversidad, sino que permite abordar una de las grandes preguntas de la ecología: ¿por qué algunas zonas tienen más especies que otras?

Para responder a esta cuestión, el estudio descompone la riqueza local de especies en tres factores: el tamaño del conjunto regional de especies, la distribución de las especies características y la de las no características. Al analizar estos factores por separado, los investigadores comprobaron que los procesos de selección ambiental que dan lugar a la organización de núcleo a transición tienen tanto peso como el tamaño del conjunto regional.

Esto supone un giro respecto a modelos anteriores que atribuían la mayor parte de la diversidad a procesos históricos de especiación y dispersión. Según los autores, “los procesos responsables de la organización de núcleo a transición pueden ser, en promedio, tan importantes como las variaciones en el tamaño del conjunto regional”. En otras palabras, cómo se distribuyen las especies importa tanto como cuántas hay.

Además, este enfoque permite interpretar la biodiversidad como un fenómeno parcialmente predecible. Si se conocen las condiciones ambientales de una región y se identifican sus núcleos de diversidad, es posible anticipar qué especies podrían prosperar en otras áreas de la misma región o incluso cómo podrían responder los ecosistemas al cambio climático.

Fuente: Nature Ecology & Evolution

Herramientas y métodos para estudiar la vida

Para llegar a estas conclusiones, el equipo utilizó herramientas matemáticas de análisis de redes. En concreto, aplicaron el algoritmo Infomap, que permite detectar comunidades dentro de grandes conjuntos de datos. Este algoritmo se usó para identificar regiones biogeográficas, caracterizar las especies típicas de cada región y calcular métricas clave de biodiversidad.

A partir de estos datos, se realizó un análisis de agrupamiento (clustering) que permitió clasificar cada celda geográfica en uno de siete sectores biogeográficos generales. Estas categorías reflejan combinaciones específicas de riqueza de especies, endemicidad, ocupación geográfica y solapamiento de biotas. Lo notable es que, pese a las enormes diferencias entre los grupos de especies estudiados, estas categorías se repetían de forma consistente.

El trabajo también incluyó un análisis de sensibilidad para verificar que los resultados se mantenían al cambiar parámetros como el número de agrupamientos, la resolución geográfica o la extensión de los datos. En todos los casos, la organización de núcleo a transición volvió a aparecer, lo que da solidez a las conclusiones.

Por último, los autores realizaron un análisis estadístico para evaluar la relación entre estos patrones y variables ambientales como la temperatura, la precipitación y la salinidad. En la mayoría de los casos, encontraron asociaciones significativas, lo que confirma el papel del entorno como filtro natural.

Una brújula para conservar la biodiversidad

Más allá de su interés científico, este estudio tiene una dimensión práctica crucial: proporciona una herramienta para orientar políticas de conservación. Si se acepta que las zonas núcleo concentran la mayor parte de la biodiversidad, entonces estas áreas deberían ser prioritarias para las estrategias de protección ambiental.

Además, comprender cómo se estructura la biodiversidad dentro de las regiones puede ayudar a prever qué zonas son más vulnerables al cambio climático o a la acción humana. Por ejemplo, si una zona de transición empieza a perder especies, eso puede indicar que el núcleo cercano está debilitándose o que el filtro ambiental está cambiando.

Este tipo de información es especialmente valiosa en un momento en que la biodiversidad está en retroceso en muchas partes del mundo. Saber qué proteger y por qué es clave para frenar esa pérdida, y estudios como este ofrecen una base empírica sólida para tomar decisiones informadas.

Referencias

  • R. Bernardo-Madrid, M. González-Suárez, M. Rosvall, M. Rueda, E. Revilla, M. Carrete, J. L. Tella, J. Astigarraga y J. Calatayud. A general rule on the organization of biodiversity in Earth’s biogeographical regions. Nature Ecology & Evolution (2025). https://doi.org/10.1038/s41559-025-02724-5.

Cortesía de Muy Interesante



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