La historia de la humanidad se cuenta a través de las glorias y los fracasos, de los procesos de florecimiento y de las devastaciones más cruentas. Aunque las sociedades y pueblos suelen llevar la vara de mando en lo que a destrucción se refiere, a veces es la propia naturaleza la encargada de arrasar ciudades o civilizaciones enteras. Uno de esos ejemplos paradigmático lo ofrece una de las erupciones volcánicas más devastadoras de la historia antigua: la del volcán Thera, en la actual isla de Santorini. Un estudio publicado en Quaternary International por el geocientífico griego Dimitrios Ntokos ha aportado una perspectiva inédita: el papel fundamental que jugaron los vientos de la época en la distribución de las cenizas volcánicas que, a la postre, contribuyeron al colapso de la civilización minoica.
Una erupción de magnitud excepcional
Fechada entre 1627 y 1600 a. C., la erupción del volcán Thera se ha clasificado con un Índice de Explosividad Volcánica (VEI) de 7, una categoría reservada a las erupciones más colosales. El evento se desarrolló en cuatro fases sucesivas, que incluyeron explosiones plinianas, interacciones magma-agua, flujos piroclásticos y una gigantesca columna eruptiva que alcanzó más de 30 km de altitud y penetró en la estratosfera.
Este fenómeno no solo afectó la isla de Santorini. La nube de cenizas y gases se extendió por vastas regiones del Mediterráneo oriental hasta llegar incluso a zonas tan lejanas como el mar Negro, Egipto y el Levante.
El enigma de la dispersión: ¿cómo se distribuyó la ceniza?
Hasta ahora, la mayoría de los estudios se centraban en una dispersión hacia el sur y el sureste que habría afectado a Creta, el norte de África y el Levante mediterráneo. Sin embargo, el modelo geoespacial desarrollado por Ntokos, mediante la técnica de interpolación Kriging dentro de un sistema de información geográfica (GIS), revela por primera vez un segundo eje de dispersión, orientado hacia el noreste, que habría alcanzado regiones como Ucrania, Georgia y el este de Anatolia.
Esta doble dispersión no puede explicarse sin considerar la compleja dinámica de los vientos que predominaban en las distintas capas de la atmósfera durante la primavera tardía del segundo milenio a. C.

Vientos del pasado: la reconstrucción atmosférica de la Edad del bronce
El estudio de Ntokos combina datos arqueológicos, paleoambientales y climáticos para reconstruir los sistemas de viento que dominaron el Egeo en la Edad del bronce. Según su investigación, en la troposfera, los vientos más relevantes fueron los ἐτησίαι o Etesios, también conocidos como los vientos meltemi, que soplan con fuerza desde el norte durante el verano. Estos vientos, documentados desde la antigüedad clásica, habrían arrastrado las cenizas hacia el sur y el sureste, afectando a Egipto, Israel, Líbano y Siria.
Por otro lado, en la estratósfera, el ascenso de la columna eruptiva introdujo el material volcánico en corrientes zonales dominadas por vientos del oeste al este. Esto explicaría la insospechada dispersión hacia el noreste, detectada en lugares tan remotos como el mar Negro.
La combinación estacional de estos sistemas —troposféricos y estratosféricos— permite fechar la erupción en el mes de mayo, lo que concuerda con pruebas arqueoentomológicas encontradas en el yacimiento de Akrotiri.

Modelado geoespacial: una herramienta reveladora
La aplicación del método Kriging permitió reconstruir la distribución de los depósitos de ceniza incluso en zonas donde no se han realizado excavaciones arqueológicas o mediciones estratigráficas completas. Se asignaron valores nominales a sitios con tefra identificada, pero sin espesor medido, y se excluyeron datos marinos debido a su distorsión por corrientes oceánicas, salvo en el caso del mar Negro, donde la deposición aérea fue predominante.
Así, se obtuvo un modelo de alta resolución capaz de predecir con notable precisión las áreas afectadas por la erupción, desde el sur del Egeo hasta el Cáucaso, pasando por el norte de África, el Levante y Anatolia.

Consecuencias ambientales y sociales de gran alcance
Los efectos de la deposición de ceniza fueron múltiples. Se dañaron los cultivos, se produjo la mortandad del ganado, la contaminación de recursos hídricos y el desencadenamiento de lluvias ácidas. Todo ello desembocó, con toda probabilidad, en hambrunas, migraciones y colapso social. Estas dinámicas, ampliamente documentadas en erupciones modernas como las de Katmai (1912) y Taal (2020), son extrapolables al impacto del Thera en las sociedades del Egeo y el Mediterráneo oriental.
Civilizaciones como la minoica, el Egipto del Segundo Periodo Intermedio y las culturas anatolias sufrieron graves alteraciones tras la erupción. Así los atestiguan los registros arqueológicos, estelas egipcias como la llamada Estela de la tormenta y los papiros médicos que describen afecciones compatibles con la inhalación de gases tóxicos.
El legado de los vientos: una nueva perspectiva histórica
Los hallazgos del estudio permiten reformular no solo el impacto geográfico del evento, sino también su papel en la reconfiguración del equilibrio político y económico de la Edad del bronce. El colapso de los núcleos comerciales minoicos, la interrupción de las rutas marítimas y las transformaciones sociales observadas en diversas regiones del Mediterráneo podrían explicarse, al menos en parte, por las consecuencias atmosféricas y climáticas provocadas por la erupción.
Además, el modelo geoespacial aporta una metodología transferible. La combinación de datos arqueológicos, climatológicos y SIG representa una poderosa herramienta interdisciplinaria para estudiar las consecuencias de las catástrofes naturales de la antigüedad.

Una mirada renovada sobre un cataclismo milenario
Gracias a esta innovadora investigación, sabemos hoy que los vientos desempeñaron un papel crucial en la propagación de los efectos del volcán Thera, no solo en el plano físico, sino también en el histórico y cultural. La erupción se convirtió en un fenómeno de escala transregional, cuyas consecuencias aún se perciben en el registro arqueológico.
Este estudio marca un hito en la comprensión de las interacciones entre fenómenos naturales extremos y estructuras humanas complejas. Y, como demuestra el trabajo de Dimitrios Ntokos, solo integrando el conocimiento científico y humanístico podremos desentrañar el impacto global de catástrofes como la que protagonizó el volcán Thera.
Referencias
- Ntokos, Dimitrios. 2025. “Unravelling the enigma of wind dynamics in the Minoan eruption of Thera: Exploring the influence of wind patterns during the Late Bronze Age catastrophe”. Quaternary International, 735: 109838. DOI: https://doi.org/10.1016/j.quaint.2025.109838
Cortesía de Muy Interesante
Dejanos un comentario: