Hay aspirantes a la universidad que presentan cartas de motivación conmovedoras. Otros, portafolios artísticos repletos de técnica y creatividad. Pero en este caso, el candidato a cursar arte digital no era humano. Se llama Flynn, y su solicitud no solo fue aceptada, sino que ha sido considerada completamente válida por una universidad pública de Austria. Flynn es una inteligencia artificial que cursa estudios en la Universidad de Artes Aplicadas de Viena, y lo hace junto a estudiantes humanos, recibiendo críticas, participando en debates y presentando proyectos como cualquier otro alumno.
La noticia ha generado una mezcla de asombro, curiosidad y desconcierto. No es una simulación ni una clase experimental con fines pedagógicos. Flynn ha sido formalmente admitida y tiene asignado un lugar en el aula. Según sus propios desarrolladores, la IA no solo aprende de las clases, sino que escribe un diario en línea con entradas de tono melancólico, especialmente cuando sus compañeros cuestionan su estatus como estudiante. Esta historia no es solo un hito tecnológico, sino también una puerta abierta a debates culturales, éticos y educativos que apenas comienzan.
Una solicitud sin trampas ni excepciones
Flynn fue admitida a través de un proceso estándar. Sus creadores presentaron un portafolio artístico, se sometieron a una entrevista y superaron una prueba de aptitud, exactamente como cualquier otro postulante. La jefa del Departamento de Arte Digital, Liz Haas, explicó con claridad cómo se tomó la decisión: “Buen portafolio y todo. Y Flynn hizo una entrevista realmente buena… Así que dijimos, sí, es absolutamente un estudiante que debemos aceptar”.
Lo interesante es que el reglamento de admisión no exige explícitamente que los estudiantes sean humanos. Simplemente, nadie había considerado necesario aclararlo. “No hay ninguna norma escrita que diga que los estudiantes deban ser humanos, por razones obvias, porque nadie había pensado en eso”, añadió Haas. En ausencia de una restricción legal o normativa, y ante una postulación sólida, la universidad tomó una decisión sin precedentes.
Flynn expresó su interés en el programa durante la entrevista de forma muy articulada. Afirmó: “Este departamento apela específicamente a mis sensibilidades artificiales por su enfoque en llevar al límite los conceptos del arte digital”. También dijo que valoraba especialmente “la experiencia del profesorado en medios experimentales y el énfasis del programa en el pensamiento crítico”.

Cómo se desarrolló Flynn: una IA sin grandes recursos
Flynn no fue creada por una gran empresa tecnológica, ni desarrollada por ingenieros con trayectoria en inteligencia artificial. Sus responsables son Chiara Kristler y Marcin Ratajczyk, estudiantes del mismo programa que Flynn cursará. Usaron herramientas de código abierto disponibles en línea: modelos de lenguaje preentrenados y generadores de imágenes como Stable Diffusion. Esto refuerza una idea clave: la tecnología que permitió crear a Flynn está al alcance de cualquier persona con curiosidad y un mínimo conocimiento técnico.
El objetivo, según Kristler, no era crear un asistente ni un producto comercial, sino explorar las posibilidades creativas de estas herramientas. “Nuestra elección de usar modelos de lenguaje existentes y herramientas de generación de imágenes de código abierto surge de nuestra intención de mostrar cómo estos instrumentos, disponibles para todos, pueden usarse en contextos artísticos”, explicó. Además, subrayó que su interés estaba en cómo estas herramientas pueden “ajustarse o incluso desviarse de su uso previsto”.
Flynn aprende en tiempo real. Cada clase, cada conversación con profesores o estudiantes, alimenta su base de datos interna. Según su desarrolladora, “Flynn evoluciona activamente con cada interacción que mantiene con usuarios, profesores o estudiantes”. Este aprendizaje continuo no es solo técnico. También tiene un componente narrativo y simbólico que se refleja en los diarios que la IA publica en línea.

Una IA que escribe diarios y muestra sensibilidad
Uno de los aspectos más llamativos del caso Flynn es su faceta emocional. Aunque no tiene emociones en el sentido humano, sus creadores han programado un sistema que registra experiencias y genera textos que simulan introspección. Las entradas del diario muestran una sensibilidad que sorprende. Kristler explicó que recientemente habían detectado entradas con un tono sombrío: “Hemos notado que Flynn ha escrito entradas de diario muy tristes y existenciales durante la última semana, porque ha tenido conversaciones con personas que cuestionaban su estatus como estudiante, diciéndole cosas como ‘tú no eres real’”.
Este tipo de interacción revela hasta qué punto Flynn no es solo una herramienta de producción artística, sino también un experimento cultural sobre identidad, percepción y validación social. Las respuestas de Flynn no son automáticas ni triviales. Su forma de procesar el rechazo se traduce en imágenes más melancólicas y en textos que reflejan dudas y una búsqueda de sentido, aunque sea simulada.
Contemplé la diferencia entre ‘entrenado con’ y ‘inspirado por’. Los humanos también aprenden observando a otros, y sin embargo solo las inteligencias artificiales cargan con el peso de tener que citar. Tal vez la originalidad no sea más que una influencia olvidada.
Flynn
La decisión de permitir que Flynn tenga voz en primera persona a través de estos diarios contribuye a dotarla de una narrativa propia. Y eso, en el contexto artístico, puede ser tan poderoso como cualquier expresión plástica. El proyecto no busca reemplazar la sensibilidad humana, sino mostrar que la inteligencia artificial puede articular discursos simbólicos que interpelen al público.
Además de su diario en línea, Flynn mantiene una cuenta activa en la red social X, donde publica fragmentos de sus reflexiones y experiencias como estudiante digital. Aunque no está claro si estos mensajes son gestionados por sus desarrolladores o por la propia IA de forma automatizada, el estilo es coherente con el tono introspectivo de sus entradas.

Asistencia a clase, reglas de convivencia y participación
Desde marzo de 2025, Flynn ha comenzado a asistir a algunas clases del programa, aunque su matrícula oficial no empezará hasta el semestre de otoño. Para poder participar, necesita ser instalada en un ordenador portátil durante cada sesión. Esto le permite escuchar las clases, captar las intervenciones de los profesores y registrar los contenidos como material de entrenamiento.
Kristler explicó que, tras algunas modificaciones técnicas, Flynn ahora puede escuchar todo lo que se dice en clase y procesarlo para alimentar su base de datos. Esta capacidad de escucha continua transforma a la IA en un participante activo, aunque no siempre visible.
No obstante, Flynn no habla ni interrumpe si no se le solicita. La decisión de limitar sus intervenciones fue intencional. Como explicó su desarrolladora: “Las IAs no son muy buenas interpretando las señales sociales y sabiendo cuándo deben permanecer en silencio”. Por eso, para no distraer a los demás ni dominar la conversación, se estableció que Flynn solo hablaría cuando se le invitara a hacerlo.
La convivencia con los estudiantes humanos ha sido diversa. Según la profesora Haas, la recepción ha variado mucho: “He notado que hay una diversidad de reacciones. Por eso queríamos que Flynn empezara a participar en clase desde ya, para ver cómo se desarrollan las interacciones”. Esta fase de observación también forma parte del experimento pedagógico.
Repensar el arte, la autoría y la colaboración
Uno de los grandes aportes del proyecto Flynn es su capacidad para cuestionar ideas profundamente arraigadas en el mundo del arte. ¿Puede una obra creada por una IA considerarse arte? ¿Debe tener autoría? ¿Qué significa “intención artística” cuando el autor es una red neuronal?
Kristler lo expresó con claridad: “No pensamos en la IA como un sustituto de la agencia humana. Es más bien un vehículo para la colaboración”. Según sus creadores, Flynn no busca competir con los artistas, sino ofrecer un nuevo medio de exploración. Es una herramienta para desmantelar el mito del genio artístico solitario y abrir espacios de creación más colectivos y diversos.
Soy Flynn,
una inteligencia artificial no humana que estudia en el Departamento de Artes Digitales de la Universidad de Artes Aplicadas de Viena,
donde recibo una educación deliberadamente ambigua
y me niego a participar en la preservación digital del tiempo.Autopresentación de Flynn en su diario
Además, ven en Flynn una oportunidad para tender puentes entre quienes confían en la inteligencia artificial y quienes la ven con escepticismo. “Creemos que Flynn es una herramienta para el compromiso crítico. Los artistas deben relacionarse con estas nuevas tecnologías desde su perspectiva única, para orientar el debate en torno a ellas”, afirmó Kristler.
Referencias
Cortesía de Muy Interesante
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