
Se cumple hoy la romería número 25 del siglo XXI, en este primer cuarto de siglo que ha mirado absorto el surgimiento y rápido imperio de las redes sociales, apenas nacidas en 2007, y la masificación igualmente impresionante del uso de la telefonía celular, de tal manera que lo que antes eran infinitas manos que aplaudían el paso de la Virgen, hoy lo que se mira es el muestrario completo de teléfonos de todas las gamas y colores que se enfocan en una única y sola dirección, en su afán por captar el momento o videograbarlo para de inmediato subirlo a las redes y que todo el mundo sepa que hubo esta célebre romería.
Esta “magia” de las comunicaciones digitales ha permitido vivir la romería a personas de muchos países y continentes, sea porque son de aquí y andan por allá, o porque, navegando, los de allá dieron con esta significativa celebración, la siguieron y comentaron.
De las primeras transmisiones televisivas de la llevada de la Virgen, allá cuando iniciaba la década de los años sesenta, con cámaras fijas en uno o dos puntos, no siempre conectadas entre sí a la vez, hemos pasado a las tomas múltiples por tierra y aire, permitiendo que quienes participan en vivo en esta manifestación, patrimonio mundial de la humanidad, puedan con su celular ubicarse igualmente en varios sitios a la vez, observar el arranque de la procesión y la situación en que se halla en ese momento el punto de arribo, mientras por su parte van caminando a mitad del trayecto.
Para quienes pensaban que esta casi tricentenaria tradición podría declinar con la llegada del siglo XXI y, sobre todo, ante el profundo cambio cultural que se ha producido, tenemos a la vista la masiva participación de jóvenes que, por así decir, invaden y se apropian galanamente de todos los segmentos que constituyen esta celebración, no solo como participantes sino como actores activos y propositivos.
Por otra parte, la misma realidad cosmopolita de la Zona Metropolitana de Guadalajara, en la que viven no solamente personas de todos los municipios de Jalisco, sino de todas las entidades federativas del país, y aun de muchas naciones, las lleva a ser por lo menos asistentes que observan y paulatinamente se integran a la experiencia de esta celebración, sin que falte desde luego el efecto de la gentrificación cultural, de esas islas sociales compuestas por personas ajenas, indiferentes y aun incómodas por las secuelas que este movimiento masivo les puede ocasionar, o el papel del “oso” que algún tapatío hace cuando, interrogado sobre esta fiesta, no tiene la menor idea porque resulta que nunca ha ido ni por curiosidad, vive y ha vivido en esos cotos culturales que gravitan en torno a la ciudad sin ser nunca parte de ella.
Del modo que sea, la romería 291 de nuestra historia, y la 25 del presente siglo, se mantiene como la fiesta religiosa de mayor convocatoria de nuestra región, la más rica en expresiones culturales, la segunda procesión más multitudinaria de América -siendo la primera la del Señor de los Milagros de Lima, en Perú-, también la única tradición virreinal que conserva Guadalajara y la que ha debido enfrentar los mayores retos y obstáculos a lo largo de su ya largo desarrollo.
Cortesía de El Informador
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