Vive la magia del Parque Alcalde


La familia, conformada por dos adultos jóvenes y dos niños inquietos que no se llevan tantos años de distancia el uno del otro, se adentra con entusiasmo al recinto. Los niños se alejan corriendo del cuidado de los padres, atravesando la enorme explanada de piedra, atraídos por el murmullo del agua que, desde donde están, no alcanzan a ver. Unos pocos metros más adelante, y de pie sobre la barda, se asoma ante ellos el lago, surcado por pequeñas lanchas seguidas por patos, como un horizonte inmediato entre los árboles, que en segundos extingue el ajetreo del tráfico recién dejado en la avenida. Lo que se siente aquí dentro es vida, pero una vida distinta: un hombre trotando, grupos de estudiantes conversando entre los pastos, adolescentes besándose bajo los guamúchiles, mujeres sentadas en las bancas frente al lago artificial, niños metiendo las manos al agua para atraer la curiosidad de los patos. Es el Parque Alcalde de Guadalajara, entre cuyos senderos se siente y se vive una tarde de sábado, un domingo al mediodía, siempre.

Desde su inauguración, el 30 de diciembre de 1961 por el entonces gobernador Juan Gil Preciado, el Parque Alcalde ha sido siempre un sitio de recreo muy particular para los tapatíos. Su función respondía a la necesidad de crear áreas verdes públicas para los ciudadanos en un contexto en el que la ciudad ya no era más su perímetro original -hoy Centro Histórico- y estaba creciendo por todas partes. En su momento fue un hito, pues hasta entonces no existía nada semejante en Guadalajara, con tanta agua, tantas áreas verdes y tantos jardines de rosas resplandecientes. Parte del imaginario de Guadalajara como Ciudad de las Rosas se desprende de las miles de rosas que en algún momento tuvo el Parque Alcalde.

Era la mitad del siglo, cuando ya no existía el río San Juan de Dios y al parque Agua Azul, de agua, no le quedaba otra cosa más que el nombre, de modo que este nuevo recinto conquistó de inmediato el corazón de los tapatíos. El Parque Alcalde ahora forma parte de la red de Parques Urbanos, y es un respiro de vida y aire en las inmediaciones de la zona céntrica de la ciudad, comprendiendo cerca de seis hectáreas entre enormes árboles desperdigados, senderos caminables, pistas para correr, y sus respectivas áreas de juegos y de ejercicio.

Obra del arquitecto Alberto Ouresty, el Parque Alcalde se caracteriza por un enorme lago artificial, que cuenta con islas y un puente, habitado por patos, peces y tortugas y está coronado por la fuente “La Monumental”, inspirada en una fuente italiana, un ícono del parque con 80 metros de longitud, 10 metros de ancho, y cinco niveles amurallados que, con cada pulsión del agua, crean arcoíris breves en los instantes altos del sol del día. Es posible cruzar el lago a través de la renta de pequeñas lanchas, además de atravesarlo desde el aire por medio de una tirolesa. La zona de enormes pérgolas, como flores de piedra, combina visión arquitectónica y sombra para las horas del calor.

El Parque Alcalde, como un sitio para todos y donde caben todos, cuenta con un skatepark en el que jóvenes de todas las edades desafían a la gravedad y al mismo cuerpo con los movimientos de sus patinetas. También tiene una pista para correr en sus más de seis hectáreas, y además del área de juegos infantiles y espacios para que las horas se vayan en días de campo, hay zonas de ejercicio que mantienen en forma a incontables habitantes. Sus caminos de arbustos también son hogar de decenas de gatos indómitos. El jardín Fernando González Gortázar, uno de nuestros arquitectos y urbanistas más grandes, es un espacio que también puede ser visitado dentro del parque, el cual es una colección botánica de más de 3,000 plantas recabadas por el maestro a lo largo de todo el mundo desde 1960, y que representa un tesoro botánico para conocer otra faceta del hombre responsable de obras como Las Pistolas del parque González Gallo, La Gran Puerta en Jardines Alcalde, y Los Cubos de Zapopan.

El Parque también representa un espacio comunitario y un vínculo en común para los barrios y colonias circundantes, donde las familias se congregan cada día, donde los niños tienen su patio de juegos. Actividades semanales, como funciones de cine al aire libre, con proyecciones de clásicos familiares sobre una gran pantalla cuya luz reverbera en la oscuridad, son experiencias que decenas de personas esperan semana tras semana, y que se sienten distintas bajo la noche creciente, rodeado por árboles, en uno de los espacios más nuestros.

CT

Cortesía de El Informador



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