
UNO. Erik de 33 años trabaja como oficinista en Guadalajara. Vive en Real del Valle, en Tlajomulco. Tres días de la semana pasada durmió en casa de sus padres, en el Centro tapatío. Siempre carga un cambio de ropa porque no sabe si podrá regresar -debido al tráfico o la lluvia- a su casa.
De la Glorieta de Las Palmeras a Real del Valle (3km) ha tardado hasta tres horas en auto.
“Estamos olvidados”, dice.
Está a punto de comprar casa con su esposa: “es una buena oportunidad”. La comprarán en Real del Valle.
Lo cuestiono: vivir allí es un martirio, ¿no?
“No me alcanza para comprar una casa dentro de la ciudad”.
La finca le costará 1.6 mdp.
DOS. Kei de 23 años esperó el viernes pasado la ruta alimentadora A20 del Macrobús durante una hora.
Vive en Villa Fontana Residencial, en Tlaquepaque. Estudia en Santa Cruz de las Flores, en Tlajomulco.
Su trayecto es hacia el Sur. Su historia no es por eso menos complicada. Ha faltado dos veces a la universidad este mes porque no ha habido paso para cruzar Adolf Horn.
Su escuela está a 31 kilómetros y entra a las 8 de la mañana, pero sale de su casa a las 5 y media porque ese recorrido le toma casi tres horas y cuatro colectivos.
Igual que todos, se queja de las alimentadoras del Macrobús. Es un servicio de porquería. No puede explicarse de otra forma. “Tarda en pasar (la A20) de media hora en adelante”.
TRES. Quetzalli de 19 años vive en Hacienda Santa Fe. Estudia en la UVM Campus Sur que está a sólo 20 kilómetros de su casa.
Sólo tiene dos salidas por avenida Adolf Horn o por Avenida 8 de Julio que también se inunda o atasca.
Los días que entra a las diez de la mañana sale con tres horas de anticipación para llegar a su universidad. Esto en temporada de lluvias.
Cuando se va por 8 de julio aborda la ruta 619 naranja. Cuando se va por Adolf Horn aborda la ruta 176 o la A19.
“Lo máximo que he esperado a que pase el camión es una hora porque normalmente pasan, pero van llenos y no se paran”. En promedio tarda unos 30 minutos en abordar un colectivo.
“Son muy pocos camiones para la cantidad de personas que lo tomamos”.
CUATRO. Josefina de 64 años es afanadora. Vive en Real del Valle. Hace un mes tuvo que mudarse a esa zona desplazada de su casa por amenazas de un grupo violento que cobró la vida de un familiar cercano.
Sale de su casa a las 4:30 am y entra a las 6:30 am al trabajo. Un vecino con carro le cobra 47 pesos por sacarla y llevarla a la estación Colón del Tren Ligero. Esta semana subirá la tarifa a 55 pesos.
Si hay complicaciones por la lluvia debe acudir a una segunda opción -un vecino con una pick up- que cruza los anegamientos y le cobra 150 por llevarla al Macrobús. “Ese sí se mancha mucho”.
En este mes ha tenido que usar cuatro veces este servicio “VIP” para llegar a su trabajo. “Sólo esta semana lo tomé dos veces”.
Josefina gana 285 pesos diarios (2 mil semanales), por lo que cada día que toma la pick up invierte en transportarse casi la mitad de su salario diario. “No he hecho cuentas, me da miedo”.
Cortesía de El Informador
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