Respirar aire contaminado, día tras día, durante toda una vida, se vincula con un mayor riesgo de sufrir problemas de salud. Sobre todo en el caso de patologías del corazón y de los pulmones. Pero eso no es todo. Según apunta un análisis de la Universidad de Cambridge en el que se ha estudiado el caso de casi 30 millones de personas de todo el mundo, la exposición prolongada a altos niveles de contaminación atmosférica también se relaciona con un mayor riesgo de desarrollar demencia y enfermedades neurodegenerativas como el Alzhéimer. También en adultos sanos y sin antecedentes de estas patologías. “Dada la magnitud de la contaminación atmosférica y sus ya conocidos efectos en la salud, existe una necesidad urgente de intervenciones políticas regionales, nacionales e internacionales para combatir este fenómeno y proteger la salud pública“, argumenta Clare Rogowski, una de las impulsoras de este trabajo.
La investigación, publicada este jueves en la revista ‘The Lancet Planetary Health’, se trata de un metaanálisis. Es decir, de una revisión de más de medio centenar de estudios realizados en América del Norte, Europa, Asia y Australia. El análisis de todos estos datos, liderado por la Unidad de Epidemiología del Consejo de Investigación Médica (MRC) de la Universidad de Cambridge, demuestra de forma inequívoca que cuanto mayor es la exposición a contaminantes como las partículas finas (PM2.5), el dióxido de nitrógeno (NO₂) y el hollín mayor es el riesgo de desarrollar enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer o la demencia vascular. “Los resultados no son solo estadísticamente significativos, sino preocupantemente tangibles“, afirman los expertos detrás de esta revisión, una de las más grandes realizadas hasta la fecha.
“Dada la magnitud de la contaminación atmosférica y sus ya conocidos efectos en la salud, existe una necesidad urgente de intervenciones políticas para combatir este fenómeno”
De los tubos de escape a tu cerebro
El estudio afirma que por cada aumento de 10 microgramos por metro cúbico de PM2.5 en el aire, el riesgo de demencia aumenta un 17% de media para la población expuesta de forma continua y persistente a estos umbrales. Para el NO₂, el aumento del riesgo es del 3% por cada 10 µg/m³ de compuesto en el aire. En el caso del hollín, los registros indican que incluso pequeñas concentraciones se asocia con un aumento del 13% en el riesgo de desarrollar problemas cerebrales a largo plazo. Según apunta el análisis, estas partículas provienen de fuentes cotidianas y omnipresentes como los tubos de escape de coches, motos y demás vehículos, especialmente los diesel. También se asocia a las emisiones derivadas de las calderas y estufas de leña, así como a las centrales eléctricas y a varios tipos de industrias.
¿Pero cómo llega el aire sucio al cerebro y cómo logra, a la larga, desencadenar algo tan serio como una enfermedad neurodegenerativa o un proceso de demencia? Los expertos afirman que, por ahora, se han identificado al menos dos mecanismos clave detrás de este fenómeno: la inflamación cerebral y el estrés oxidativo. Varios análisis indican que las partículas contaminantes pueden infiltrarse hasta el sistema nervioso central a través del nervio olfativo o, indirectamente, desde los pulmones hacia la sangre. Todo esto se asocia a una inflamación sistémica que, a la larga, puede acabar afectando al cerebro y aumentando el riesgo de desarrollar complicaciones a largo plazo.
Medidas de salud pública
“Este trabajo aporta más pruebas que respaldan la idea de que la exposición prolongada a la contaminación exterior es un factor de riesgo para el desarrollo de demencia en adultos previamente sanos“, comenta Haneen Khreis, investigadora de la Universidad de Cambridge y autora principal del estudio, quien recuerda que, aunque toda la población urbana puede verse expuesta a niveles peligrosos de estas sustancias, preocupa sobre todo el caso de comunidades vulnerables. Sobre todo aquellas que viven en zonas empobrecidas ya de por sí expuestas a mayores niveles de contaminación y una menor cobertura médica.
Los expertos sostienen que “reducir la contaminación es una medida clave para reducir el riesgo de demencia de la población”
Este estudio se suma a un número creciente de investigaciones que vinculan la contaminación del aire no solo con enfermedades respiratorias y cardiovasculares, sino también con un deterioro cognitivo permanente. Un informe de la revista ‘Environmental Health Perspectives’, por ejemplo, ya alertó de que las personas mayores que viven en zonas con mayor contaminación tienen peores puntuaciones en pruebas de memoria y atención. Un trabajo de la Universidad de Harvard, por su parte, mostró que los niveles elevados de PM2.5 están asociados con una aceleración del envejecimiento cerebral. El estudio de Cambridge va un paso más allá y apunta que, además de lo demostrado hasta la fecha, el riesgo de la contaminación es acumulativo, persistente y silencioso. “Reducir la contaminación es una medida clave para reducir el riesgo de demencia de la población“, comentan los expertos detrás de este trabajo.
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Cortesía de El Periodico
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