Volkswagen sorprendió a sus clientes en Reino Unido con una decisión que parece salida de un manual de streaming. Los propietarios del ID.3, el eléctrico compacto que se ha convertido en uno de los modelos más populares de la marca, deben pagar una suscripción mensual o un costo único adicional si quieren acceder a toda la potencia que el vehículo puede ofrecer. La noticia, publicada por AutoExpress, generó debate inmediato: ¿qué significa que un coche tenga caballos de fuerza bloqueados por software y que el conductor deba pagar para liberarlos?
La medida afecta a los ID.3 en su versión Pure. Aunque en el configurador aparecen con 201 HP, en realidad entregan 228 caballos de fuerza. Para desbloquear el resto de potencia, Volkswagen ofrece dos opciones: pagar 16.50 libras al mes, equivalentes a unos 418 pesos, o una tarifa anual de 165 libras, aproximadamente 4,187 pesos. Incluso existe la posibilidad de un pago único de 649 libras, casi 16,469 pesos, para mantener la actualización durante toda la vida útil del coche.
Lo desconcertante es que esos 27 caballos de fuerza extra no representan un salto radical en la conducción. Según la propia Volkswagen, el incremento tampoco afecta la autonomía. Es decir, la batería seguirá rindiendo lo mismo. El único beneficio real es una aceleración más ágil y un par de libras-pie adicionales de torque. Para muchos propietarios, el costo parece desproporcionado frente a lo que se obtiene a cambio. Una mejora tan modesta que incluso una aseguradora británica confirmó que no influye en las primas del seguro, ya que el coche de fábrica cuenta con la capacidad anunciada, aunque bloqueada.
El movimiento se inscribe en una tendencia que ya se ha visto en otras marcas. Tesla cobra por funciones como el Autopilot avanzado, Mercedes-Benz desbloquea potencia adicional por medio de un pago y BMW intentó rentar asientos calefactados. Sin embargo, en la comparación de cifras, Volkswagen se queda corto. Ford ofrece 100 libras-pie de torque adicionales por 995 dólares y Polestar libera 68 caballos de fuerza por 1,195 dólares. Incluso un simple ajuste de software en motores de gasolina suele aportar más valor que lo que plantea la marca alemana con el ID.3.
Volkswagen defendió la decisión al compararla con la forma tradicional de vender coches. Históricamente, una misma motorización se ofrecía en versiones de entrada y versiones más potentes con un precio más alto. La diferencia ahora es que el cliente puede elegir más adelante, sin comprometerse en el momento de la compra. En su discurso oficial, la firma asegura que esta es una manera de dar flexibilidad a los usuarios. Sin embargo, la realidad es que los coches ya traen la potencia instalada y el cliente paga para que se libere.
Volkswagen ID.3.
Volkswagen en la era digital
La polémica abre un debate de fondo. ¿Hasta qué punto es justo que el propietario de un coche deba pagar por rendimiento que ya existe físicamente en su vehículo? La estrategia recuerda a un modelo de negocio digital, tipo Netflix o Amazon, trasladado al mundo del automóvil. Un coche ya no sería un producto terminado sino una plataforma con funciones que se activan según la capacidad de pago del conductor. Y eso quizá puede cambiar la relación emocional que las personas tienen con sus autos.
El caso del Volkswagen ID.3 deja la pregunta en el aire: ¿qué sigue? ¿Pagar por desbloquear la autonomía completa de la batería? ¿Pagar por un modo deportivo que ya está integrado? El futuro de la industria parece caminar hacia esa dirección. En la mente de muchos conductores, un auto eléctrico ya no solo dependerá de la electricidad para moverse, sino también de una suscripción para liberar su verdadero potencial.
Cortesía de Xataka
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