Reino Unido: El laborismo presentó el presupuesto más progresista en 20 años

Desde Londres

El laborismo dio un golpe sobre la mesa con el presupuesto más progresista de los últimos 20 años. La ministra de finanzas, Rachel Reeves, anunció un aumento impositivo a corporaciones y millonarios equivalente a unas 40 mil millones de libras para cerrar el agujero fiscal heredado de los conservadores y financiar los deteriorados servicios públicos.

La ministra cambió las reglas para la toma de deuda abriendo la posibilidad de sumar a este aumento impositivo unas 50 mil millones de libras de los mercados que serán utilizados no para cerrar el déficit sino en esenciales inversiones estatales. Reeves dijo que el único camino para salir del estancamiento era terminar con la austeridad. “La única manera de mejorar las condiciones de vida y hacer crecer la economía es invertir, invertir, invertir. No hay atajos. Y para poder conseguir ese nivel de inversión tenemos que restaurar la estabilidad económica y dar una vuelta de página a los últimos 15 años”, dijo la ministra de finanzas.

Como librarse de un chaleco de fuerza

En las elecciones el laborismo prometió que no tocaría los tres impuestos que constituyen las tres cuartas partes de la recaudación fiscal: el IVA (impuesto al consumo), el impuesto a los ingresos (mal llamado impuesto a las ganancias en Argentina) y las contribuciones a la seguridad nacional. Había razones históricas y políticas para esta promesa. El caballo electoral de los conservadores siempre fue que los laboristas eran despilfarradores seriales y compulsivos aumentadores de impuestos. Con ese argumento ganaron elecciones que parecían perdidas, como la de 1992 y la de 2015. La estrategia laborista fue neutralizar ese ataque prometiendo que no aumentarían las principales contribuciones que afectan directamente el bolsillo de los británicos.

Las tres llaves para escapar de ese chaleco de fuerza, cumplir con la letra de la promesa y al mismo tiempo anunciar un presupuesto de esta magnitud fueron el cambio de las reglas para pedir deuda, el cobro de la contribución a la seguridad nacional que aportan los empresarios y nuevos impuestos al sector financiero junto a medidas contra la elusión y evasión fiscal. Entre el aumento impositivo y la posibilidad de recurrir a los mercados aún a costa de aumentar la deuda pública (100% del PBI), los laboristas pueden al mismo tiempo achicar drásticamente el déficit fiscal e invertir en los servicios públicos e infraestructura.

Según el gobierrno el agujero fiscal heredado equivale a unas 22 mil millones de libras. El cálculo mínimo de la inversión que requieren hoy los servicios públicos para ponerse de pie luego de 14 años de desfinanciamiento conservador es de unos 18 mil millones. El ejemplo más emblemático de esta situación es el Servicio Nacional de Salud (NHS) que cubre a todos los británicos.

Con una lista de espera de más de 7 millones de pacientes, incluyendo casos graves como cáncer y enfermedades cardíacas, con un 10% de vacantes en su fuerza laboral que han comprometido la capacidad de respuesta del NHS, la calidad del servicio médico se había deteriorado en los últimos 14 años, agravada por la crisis del Covid. Reeves anunció que el Servicio Nacional de Salud recibirá una inyección de casi 23 mil millones de libras para sus cuentas diarias y más de tres mil millones para inversión de capital.

¿Quiénes pagan?

El presupuesto es histórico por más de una razón. Es el primero en los 800 años de historia que tiene la cartera de finanzas que es presentado por una mujer. Pero además en su introducción, Reeves responsabilizó del patético estado de las cuentas fiscales a la Austeridad conservadora, al mini-presupuesto de la libertaria conservadora Liz “la breve” Truss (que gobernó siete semanas y dejó al país al borde de la bancarrota) y, lo que dejó boquiabiertos a muchos, al Brexit, algo que nadie se había atrevido a decir en voz alta después del traumático proceso de separación de la Unión Europea que comenzó con el referendo de 2016. 

 Esta vez la manera de balancear las cuentas fiscales no recae sobre los hombros de los que menos tienen o del recurso fácil del impuesto al consumo, el IVA. En las cuentas que presentó Reeves al parlamento, hubo un fuerte aumento del impuesto a la contribución social de los empresarios que representará una recaudación de 25 mil millones de libras. El impuesto a las ganancias de capital (venta de activos, inversiones), que tenía una alícuota promedio del 20%, un 3% menos que el impuesto a los ingresos que tributa del ingreso promedio pasó a ser del 24% para los escalones más altos. El cálculo es que esta reforma aportará unas tres mil millones de libras al fisco. Otros aumentos impositivos provienen de la eliminación de exoneraciones impositivas para activos empresarios y agrícolas que aportarán unos dos mil millones.

El presupuesto contiene una cuota de ajuste. Las partidas presupuestarias con excepción de salud y educación aumentarán un 1,5%, es decir, por debajo de la inflación (2,5%). Según el gobierno, la diferencia no se financiará con recortes sino con eficiencia administrativa, algo por verse. El recorte a los subsidios energéticos para un 80 % de la población se mantuvo, aunque se incluyeron promesas de compensación para los sectores que bordean la línea de la pobreza. Al mismo tiempo, Reeves aumentó el llamado “salario vital nacional” (national living wage) en un 6,7%, casi el triple de la inflación anual: más de 12 libras la hora.

Laborista sí, pero británico y puritano también, el presupuesto elevó el llamado impuesto al pecado (sin tax) que se aplica al tabaco y el alcohol. En el caso del tabaco será del dos por ciento por encima de la inflación. El aumento del alcohol – carísimo en el Reino Unido – será proporcional al incremento del índice de precios minoristas.

La polémica

Los conservadores criticaron duramente dos premisas básicas del presupuesto. Según los tories el supuesto agujero fiscal de 22 mil millones de libras era un mito de los laboristas para hacer lo que más les gusta: subir impuestos. Pero además señalaron que el laborismo había incumplido con su promesa de no elevar los impuestos a las contribuciones sociales de los trabajadores: lo habían hecho con la falsa distinción entre el aporte que hacen los empleadores y los empleados. Según los conservadores el resultado será que los empleadores trasladarán el impuesto a los trabajadores con pérdidas de puestos y menores salarios.

El líder de los liberal demócratas, Sir Ed Davey, dijo que el presupuesto no ofrecerá “la expectativa de esperanza, urgencia y promesa que se necesita”, aunque reconoció que la ministra enfrenta una “tarea gigantesca” por el “espantoso legado económico heredado”. “Los británicos esperaban un corte mucho más claro con los años precedentes”, dijo. Caballeroso felicitó a Reeves por ser la primera mujer en anunciar un presupuesto.

Entre sectores que habían impulsado cambios más radicales como Tax Justice UK y Resolution Foundation hubo una evaluación positiva del cambio de dirección y un lamento por el hecho de que no se aprovechó una oportunidad quizás única para un aumento mayor de la recaudación con, por ejemplo, un impuesto a las grandes fortunas o una eliminación más exhaustiva de mil exoneraciones tributarias que disfrutan los millonarios y las corporaciones. 

Cortesía de Página 12



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