En un suntuoso petit hotel del Barrio Norte porteño, la asociación Platea (Plataforma del tango escénico actual) está presentando la tercera edición de Hotel Tango, un espectáculo con cuatro coreografías que se presentan a un público, por decirlo de algún modo, itinerante.
Esto significa que un grupo de espectadores va pasando de una sala a otra de la mansión y en cada una se detiene para ver, durante poco más de diez minutos, una pieza de danza que remite al tango, aunque no exclusivamente.
Los intérpretes de cada pequeña obra se mueven tan cerca del público que prácticamente podríamos tocarlos. Esta cercanía, tan inhabitual en los espectáculos de tango -generalmente enmarcados en grandes formatos-, provoca una mezcla de turbación y fascinación.
Por lo demás, no podría encontrarse nada más contrastante o diferente entre las cuatro coreografías, que no llevan ningún título individual.
La primera, de Leonardo Cuello, utiliza dos ambientes contiguos; una pareja envuelta en un erotismo incendiario ocupa en forma sucesiva las dos habitaciones en una transición que lleva a un final completamente sorprendente e inesperado. Fenomenal la interpretación de Federico Ibáñez y Nuria Lazo.
La segunda, de Silvana Grill, está elaborada como un trío: un hombre y dos mujeres. Podemos coincidir o no, quién sabe, en que el trío sentimental es una fuente de conflictos. Pero en la obra de Grill el supuesto conflicto queda de algún modo flotando en el aire, en una ambigüedad sugestiva y sin duda buscada. Sus intérpretes son Laura Venosi, David Franzgrote y Silvina Damia.
Misteriosa irrealidad
La tercera, de Cecilia Troncoso, presenta una pareja -Federico Luna y Aldana Jiménez- en una relación misteriosa, de la que podemos vislumbrar en ella una condición de irrealidad. Él, por el contrario, está bien plantado en la tierra y en esa oposición la obra va creciendo en una fusión muy atractiva entre la danza contemporánea y el tango.
El recorrido culmina con otro trío, creado por Ollantay Rojas e interpretado por él mismo junto con Milagros Rolandelli y Micaela Spina. Aquí el coreógrafo avanza en una búsqueda, ya comenzada hace unos años, que consiste en quebrar las formas establecidas del baile de tango. Hay algo convulsivo, sacudido, roto, en ese vocabulario que Rojas explora en esta pieza y que une y desune a los tres personajes, que parecen compartir una suerte de fiesta negra.
Es una búsqueda que también revela cuánto el tango puede continuar dando de sí conservando, a la vez, aquello que básicamente lo constituye: su vocabulario de pasos -por muy “desarmado” que esté- sus mecanismos, el enlace de la pareja.
Un aspecto sumamente interesante de este Hotel Tango Suites es el uso del espacio arquitectónico: cómo la dimensión de las habitaciones da forma a las coreografías y cómo están aprovechadas las múltiples aberturas que amplían el horizonte de cada obra: puertas que dan a balcones, puertas que comunican con otras habitaciones y ventanas que dan a la calle proyectan, de una manera no visible, el ámbito de cada coreografía.
El espectador bien puede imaginarse qué ocurre cuando algún personaje abandona la sala y cierra la puerta tras de sí, o cuando otro personaje mira por la ventana hacia la calle.
Los conceptos de los creadores
-Las dos ediciones anteriores de “Hotel Tango” habían ocurrido en 2018 y 2019. ¿Qué les dejaron como experiencia?
Leonardo Cuello: Por un lado me había gustado encontrar caras desconocidas entre el público; porque cada uno de nosotros tiene su propio público, pero allí lo compartíamos. Y también el uso ”blando” del espacio, elegir por dónde circular, aunque aquí en Milion está preestablecido.
Ollantay Rojas: Comparto la idea de los públicos que cada uno va sembrando y que terminamos compartiendo. Las experiencias anteriores fueron muy intensas y nos pidieron mucho esfuerzo para una duración muy breve, dos fines de semana con mucha suerte. Ahora buscamos una continuidad y abrirnos, más allá de los nichos, a otros públicos.
Es cierto que fuera de los shows de tango para turistas, con sus propias fórmulas, no hay espectáculos de tango en Buenos Aires o los hay ocasionalmente. Una enorme paradoja en la ciudad del tango y un vacío a llenar.
Dice Rojas: “Creemos que hay un público potencial tanto local como el de aquellos turistas que no se sienten atraídos por los shows for export. Y nosotros queremos hacer una propuesta artística de calidad, pero también ofrecer otro formato y un espacio de referencia en la cartelera porteña, accesible y permanente”.
Y Cuello agrega: “Por otra parte, el teatro independiente tiene mucha tradición en cuanto a la cercanía con el público. El tango no. Esta propuesta más íntima, donde resaltan las sutilezas, es bueno verlas de cerca. Me gusta conocer historias de directores de cine y teatro o de escritores; siempre aparece la idea de que no hay fórmulas para el éxito; por lo tanto hay que seguir haciendo, más allá de lo que pase con el público”.
Cierra Rojas: “Hay que seguir caminando, seguir escribiendo, escribiendo en el aire como es el caso de la danza”.
Información
Las próximas funciones de Hotel Tango Suites serán los lunes 4 y 11 de noviembre en cuatro turnos sucesivos a partir de las 20. En Milion, Paraná 1048.
Cortesía de Clarín
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