Desde Lima
El presidente Pedro Castillo inicia su segundo año de gobierno con una crisis ministerial. El jefe del gabinete de ministros, el abogado Anibal Torres, presentó este miércoles su renuncia al cargo, con lo que cae todo el equipo ministerial. De esta forma, se suma una nueva crisis a la convulsionada gestión de Castillo, que en su primer año de gobierno ha enfrentado situaciones muy complicadas, que han incluido acusaciones de corrupción y de ineficiencia, y una guerra sin tregua de la derecha para desestabilizar su gobierno, que ha incluido dos intentos frustrados en el Congreso para destituirlo del cargo. Ahora Castillo deberá formar un nuevo gabinete de ministros, el quinto en apenas un año y días de gobierno.
Renuncia
En su carta de renuncia, que hizo pública en sus redes sociales, Torres señala que abandona el cargo por “razones personales”, sin dar más explicaciones. Remarca su apoyo a Castillo y le desea “suerte” en lo que resta de su presidencia. La renuncia de Torres se da cuando se venía especulando con posibles cambios ministeriales y en medio de duras críticas al gobierno y una renovada ofensiva en las movidas exigiendo la dimisión o destitución del presidente por denuncias de corrupción que están bajo investigación. Con poco menos de seis meses en el cargo, Torres, que asumió la jefatura del gabinete el 8 de febrero pasado, ha sido el jefe de gabinete más longevo en un gobierno acostumbrado a cambiar ministros y gabinetes con una frecuencia sin precedentes. Antes de ocupar la jefatura del gabinete ministerial fue ministro de Justicia.
Abogado de 79 años, Torres es un jurista y maestro universitario que se vinculó con Castillo en la segunda vuelta de las elecciones de 2021 que le dieron el triunfo al maestro rural. Nacido en la andina región de Cajamarca como Castillo, y con reconocimiento como abogado, Torres fue convocado para dirigir la defensa legal del entonces presidente electo frente a las demandas de la ultraderecha para desconocer el resultado electoral alegando un inexistente fraude en las elecciones. Se enfrentó a los estudios de abogados más poderosos del país -contratados por la derecha para defender la cadidatura de la derrotada Keiko Fujimori y armar una demanda de fraude electoral sin pruebas para desconocer el triunfo de Castillo- y salió airoso.
Protagonismo
Luego de su exitoso papel para desvirtuar con contundencia las demandas legales que buscaban robarle la presidencia a Castillo, Torres adquirió un importante protagonismo más allá de los círculos jurídicos y académicos en los que hasta entonces era conocido como un respetado abogado. Ese protagonismo, y el peso político que había ganado al interior del círculo cercano de Castillo, le valieron para ser nombrado ministro de Justicia en el primer gabinete de Castillo, a pesar de no tener una buena relación con el secretario general del partido oficialista Perú Libre, Vladimir Cerrón, al que había acusado de corrupto. Sobrevivió en el cargo cuando cayó ese primer gabinete, y en febrero de este año, cuando el tercer gabinete de Castillo se desmoronó antes de cumplir una semana, Torres fue llamado para asumir en medio de esa crisis la jefatura del cuarto gabinete ministerial del gobierno. Duró en el cargo más que sus tres predecesores.
Su gestión ha estado marcada por sus constantes enfrentamientos con la oposición, a la que ha acusado de golpista por sus reiterados intentos para destituir a Castillo. Asumió con locuacidad y temperamento para la confrontación el rol de principal defensor del gobierno. Con un presidente que suele optar por el silencio en momentos críticos, fue, en muchos episodios críticos, la voz del gobierno para enfrentrar a la oposición. Pero sus exabruptos verbales para pasar de la confrontación política al ataque personal le jugaron en contra. Protagonizó un escándalo mayúsculo cuando en un evento público, en el contexto de un paro agrario y de transportistas, sorprendió a todos poniendo a Hitler como ejemplo de un gobierno que había logrado el desarrollo de su país sacándalo de una grave crisis con trabajo y elogió la construcción de carreteras en el régimen nazi como un ejemplo a seguir. Las indignadas reacciones de rechazo desde todos los sectores no tardaron. Quiso arreglar las cosas diciendo que Hitler “fue un gran asesino”, pero el daño causado por sus inexplicables elogios a la Alemania nazi ya estaba hecho. Hubo una justificada condena generalizada. Se espearba su salida del cargo después de tan condenable afirmación, pero sobrevivió en el puesto varios meses más. Ese fue el peor momento de su gestión.
Al momento del envío de esta nota no se había nombrado al nuevo jefe del gabinete ministerial. La oposición ha recibido bien la renuncia de Torres, pero independientemente de esta salida y de quien sea su sucesor, la derecha parlamentaria sigue empeñada en su juego desestabilizador para buscar tumbarse al gobierno. En medio de la crisis política avanzan las investigaciones fiscales por la denuncias de corrupción contra el entorno de Castillo que salpican al mandatario. La permanencia en el cargo del presidente puede depender de cómo evolucionen esas investigaciones en los próximos meses.
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