Con alrededor de 4 millones de visitantes cada temporada de Día de Muertos, San Andrés Mixquic, uno de los pueblos originarios de la alcaldía Tláhuac, es uno de los destinos culturales y turísticos más importantes de CDMX.
Además de la alumbrada de su panteón, que es una de las postales más icónicas de esta celebración, las calles se llenan con estrellas de carrizo, calaveras de cartonería y ofrendas de tres pisos.
Pero ¿cuál es el origen y significado de estas tradiciones? Chilango platicó con el historiador Baruc Martínez Díaz sobre el simbolismo de cada uno de los elementos que observarán quienes visiten Mixquic en temporada de Día de Muertos.
El experto también desmitificó algunas de las narrativas más difundidas sobre Día de Muertos y explicó qué tan relacionada está en realidad esta celebración con las tradiciones prehispánicas.
BALLET FOLCLÓRICO NACIONAL DE MÉXICO EN MIXQUIC
El Ballet Folclórico Nacional de México de Silvia Lozano se presentó este jueves en la clausura de la tradición de #DíaDeMuertos en #Mixquic.
Con una espectacular presentación preparada especialmente para Tlahuita la bella,… pic.twitter.com/QOtQioKLOy
— Berenice Hernández Calderón (@bereheca) November 3, 2023
Día de Muertos NO es una fiesta prehispánica
Para entender los elementos que conforman la celebración de Día de Muertos en Mixquic, primero es necesario contextualizar esta festividad.
“El discurso predominante es que Día de Muertos es un fenómeno proveniente del mundo prehispánico, pero eso no es del todo cierto”, explica el historiador. Agrega que “es una tradición contemporánea viva que combina dos procesos civilizatorios”: las culturas mesoamericanas y la europea.
Sin embargo, la celebración sí retoma elementos de las culturas prehispánicas que se resistieron a abandonar por completo sus tradiciones durante el proceso de colonización. Como resultado, hay muchas reminiscencias de las costumbres de los pueblos originarios.
“Hay todavía una visión predominante en la historiografía mexicana de una pasividad enorme de parte de los pueblos. La idea que nos han difundido a través de la educación pública es que llegaron los españoles, derrotaron a los mexicas e impusieron una nueva visión de las cosas que los pueblos vencidos aceptaron. Pero lo que los análisis históricos han demostrado es que los pueblos fueron muy activos en el proceso de reelaboración simbólica, religiosa y política“, explica Martínez Díaz.
En ese sentido, al igual que el origen de Día de Muertos, la historia de Mixquic es ilustrativa de la forma en que las mitologías prehispánicas y católicas se amalgamaron para dar origen a nuevas narrativas.
El nombre completo del pueblo es San Andrés Mixquic, mientras que la comunidad en el centro de Tláhuac se conoce como San Pedro. Esto se debe a que “San Pedro y San Andrés son hermanos en la tradición católica, y ambos eran pescadores. Se eligieron estos dos santos para nombrar a las comunidades porque en épocas prehispánicas Tláhuac y Mixquic eran islas, estaban rodeadas de agua dulce, se dedicaban a la pesca y tenían deidades dedicadas a la pesca. Entonces, a la llegada de los frailes dominicos y agustinos, los pueblos adoptaron a San Pedro y San Andrés porque compartían con ellos la tradición pesquera”.
El Día de Muertos y su relación con el maíz
Por su parte, en la tradición de Día de Muertos, este mestizaje cultural es notorio en la forma en que se amalgaman los calendarios prehispánicos y europeos.
Mientras el 1 y 2 de noviembre coinciden con el Día de Todos los Santos y el Día de los Santos Difuntos, la celebración de Día de Muertos también es cercana a la fecha de las veintenas en las que los pueblos prehispánicos rendían culto a sus muertos. Estos días coincidían con el ciclo agrícola del maíz.
El historiador recuerda que en la mitología mesoamericana el maíz es el elemento del que estamos hechos los seres humanos. En ese sentido, muchos pueblos prehispánicos celebraban a sus difuntos en septiembre, época de la cosecha del maíz:
“El maíz, al morir en esas fechas, representa una muerte. Pero es una muerte para la resurrección, no en el sentido católico, sino en el de revivir nuevamente el ciclo de la vida. Los pueblos mesoamericanos, como eran pueblos agrícolas, mantuvieron un calendario cíclico, diferente al calendario lineal europeo”.
Esa relación inicial entre Día de Muertos y la agricultura puede ser también uno de los elementos que ligan a Mixquic con esta celebración.
El doctor Baruc Martínez Díaz explica que la celebración de Día de Muertos en Mixquic comenzó a popularizarse alrededor de los años 70 del siglo XX.
“En ese entonces, Mixquic era visto como un pueblo rural, muy alejado de la capital. Entonces, hay una imagen idílica que tiene la sociedad urbana chilanga, una especie de idealización del pasado prehispánico y de que esos pueblos son los depositarios del pasado idealizado”.
Mixquic, un crisol de la cultura de Día de Muertos en México
Pero ¿por qué Mixquic y su celebración de Día de Muertos tienen una fama que parece superar a la de otras comunidades de CDMX y del país?
En realidad, el historiador explica que “no es que Mixquic tenga un mayor culto a los muertos respecto a otras comunidades de la región”. De hecho, los elementos de la celebración en Mixquic también pueden encontrarse en pueblos de Milpa Alta o Tláhuac.
De hecho, esa fama adicional de Mixquic no proviene de tiempos prehispánicos y ni siquiera de épocas coloniales, sino apenas de mediados del siglo XX, cuando se conjuntaron una serie de elementos que empezaron a darle notoriedad:
“El primero de ellos es que a mediados de los 50, un doctor de Mixquic llamado Benjamin Roque, que fue uno de los primeros profesionistas del pueblo, comenzó a convencer a sus vecinos para que empezaran a poner ofrendas más vistosas y a enflorar de una mejor manera las tumbas“.
El segundo factor que le dio fama medática a Mixquic es la espectacularidad de la alumbrada, que se realiza cada 2 de noviembre, donde los pobladores iluminan con velas las tumbas de sus difuntos. Tal espectacularidad se debe en parte a la ubicación del panteón de San Andrés Mixquic:
“Mixquic posee un elemento que no poseen otros pueblos a la redonda que es un panteón en el interior de la iglesia. En todos los pueblos de la región el panteón originalmente estaba ahí en las iglesias. Pero en el siglo XIX, con las leyes liberales de secularización, de separación entre iglesia Estado, se estipuló que los panteones deberían ser sacados de los atrios y deberían estar a las afueras de las poblaciones. A partir de entonces empezaron empezaron a buscar espacios donde estuvieran los nuevos panteones civiles. Pero en el caso de Mixquic no sabemos por qué no ocurrió este cambio”, explica Baruc.
Y finalmente, el último elemento que contribuyó a la construcción del mito de Día de Muertos en Mixquic es una serie de hallazgos arqueológicos que ocurrieron en la década de los 60 dentro del convento agustino de San Andrés.
En el lugar se encontró la escultura de un cráneo representando un rostro humano con la mitad de piel y la mitad de calavera. También se halló otra escultura de un torso abierto. Ambos elementos se presentaron como si se trataran de una sola escultura de Miquiztli, supuesta diosa de la muerte, aunque el historiador aclara que en realidad no se trataba de una deidad:
“La diosa Miquiztli no existe en la cultura mesoamericana. Miquiztli era el signo calendárico de los 20 días que tiene el calendario náhuatl para el culto a la muerte”.
“Luego, como Miquixtli se parece a la vox Mixquic, muchos asumieron que Mixquic significa ‘lugar de la muerte’, lo cual es totalmente falso. Mixquic es un topónimo náhuatl que significa ‘en el lugar de los mezquites‘. No tenía ninguna relación con la muerte”. Pero el mito aún predomina.
Ofrendas y estrellas, tradiciones de Día de Muertos en Mixquic
Parte de la magia de Día de Muertos en Mixquic consiste en que esta comunidad conserva tradiciones de Día de Muertos que muestran la amalgama entre la cultura prehispánica y la de los conquistadores.
Por ejemplo, al visitar Mixquic se podrá apreciar que muchas ofrendas de Día de Muertos cuentan con tres niveles:
“En Tláhuac es común que la ofrenda sea de tres pisos, que representan los lugares por lo que pasa todo ser humano. Hay un psio superior, que es el Omeyocan, donde el ser humano es creado. Luego, hay un psio intermedio, que es el Tlaticpac, que es la tierra, donde viven los seres humanos. Y hay un piso inferior, que sería el Mictlán, que representa el lugar a donde todos vamos”.
Al pie de las ofrendas se coloca un petate, que es un símbolo de descanso, “no solo porque dormimos en él, sino porque a los muertos se les envolvía en un petate”.
El historiador explica que en Mixquic se recibe a los difuntos que fallecieron de manera trágica desde el 28 de octubre. Por su parte, a los difuntos pequeños se le recibe del 31 de octubre al 1 de enero. Y a los adultos del 1 al 2 de noviembre.
Otro elemento que es común encontrar en las calles de Mixquic en temporada de Día de Muertos son las estrellas de carrizo. A estas se les forra con papel china y se les coloca un foco en su interior. Anteriormente se utilizaba una vela. Una vez listas, se les coloca en las fachadas de las casas.
“El origen es la creencia de que los muertos necesitan ayuda para pasar del lugar donde se encuentran a este mundo, explica Baruc. La estrella funciona como una guía. Su relación con Día de Muertos es que son otra forma de representar al dios Xolotl, el nahual que asumía forma de perro (xoloitzcuintle) para ayudar a los difuntos a cruzar al Mictlán.
¿Qué significa la alumbrada de Día de Muertos en Mixquic?
Y finalmente, quizá la tradición más conocida de Día de Muertos es la alumbrada.
“El 2 de noviembre prácticamente todo el pueblo se vuelca al panteón“, explica el historiador. Sobre las tumbas se colocan velas que iluminan la noche. También se lleva comida, bebida y música. Este acto representa una convivencia familiar con los difuntos.
“La tradición que tenemos en la región es que las familias se componen por gente viva y gente muerta. Y la gente muerta nos visita una vez al año“, comenta el historiador. Por eso, a los muertos se les lleva también la música de su preferencia. En pleno panteón se pueden escuchar bocinas sonando. Pero también hay música en vivo: tríos, mariachis y hasta conjuntos norteños.
La cosmovisión de esta convivencia se sintetiza en un poema de la autoría del propio Baruc, y que el historiador comparte con este medio:
“Si cada año regresan nuestros parientes muertos, ¿por qué hemos de temerle a la muerte? Una vez al año nos veremos, una vez al año nos saludaremos, una vez al año nos ayudaremos, una vez al año nos reanimaremos, una vez al año nos acompañaremos”, dice la el poema titulado Día de Muertos en Tláhuac.
- ¿Cuándo?: 1 y 2 de noviembre
- ¿Dónde?: Av Independencia, Los Reyes, Tláhuac, 13610 San Andrés Mixquic, CDMX
- Costo: Entrada libre
Cortesía de Chilango
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